La historia de México en el siglo XX no puede entenderse sin el nombre de Ifigenia Martínez. Economista, académica, legisladora y mujer de convicciones firmes, su legado atraviesa generaciones. Para quienes tuvieron la oportunidad de conocerla y trabajar con ella, como Elena Sandoval Espinosa, exdirectora de la Facultad de Economía de la UNAM, su figura representa un ejemplo de profesionalismo, vocación de servicio y compromiso social.

“Ifigenia Martínez fue una destacada economista que, entre otras cosas, y sobre todo para nosotros los universitarios, es muy importante porque fue directora de la entonces Escuela Nacional de Economía a partir de 1966”, recordó Sandoval, quien también encabezó la ahora Facultad de Economía en 1978.
En esa época, el nombramiento de una mujer al frente de una facultad universitaria era inusual. Como ella misma explicó: “Únicamente había directoras en escuelas tradicionalmente femeninas, como la entonces llamada Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia. En las facultades del circuito de Ciudad Universitaria, todos los directores eran hombres”.
Un nombramiento histórico en la UNAM
El ascenso de Martínez a esa responsabilidad fue posible en un contexto político y universitario particular. “Durante ese periodo, el rector era Javier Barros Sierra, una persona con mentalidad moderna”, recordó la académica jubilada.
“Aunque el nombramiento lo hace la Junta de Gobierno, quien forma la terna es el rector”, explicó.
En ese momento, Martínez era profesora de asignatura, pero ya contaba con una trayectoria notable: había encabezado la asesoría económica en la Secretaría de la Presidencia, lo que la posicionaba como una figura reconocida en el ámbito gubernamental, además de tener una sólida formación académica.
Sandoval inició su carrera profesional precisamente en esa oficina, bajo la dirección de Ifigenia Martínez. “Fue mi primera jefa. El primer trabajo marca profundamente la vida profesional. El equipo era pequeño, elaborábamos informes directamente para el secretario, y ella era muy paciente, muy bien informada. Aprendí muchísimo. Recuerdo haber trabajado haciendo notas sobre artículos en The Economist y otros medios internacionales”, relató.
En ese entonces, la participación femenina en la carrera de Economía era limitada. “Yo estudié en una época en que no había muchas mujeres en la facultad, pero siempre sentí un ambiente de respeto. La doctora Ifigenia estudió incluso antes, en un contexto donde eran aún menos. Sin embargo, logró destacar y obtuvo un grado en el extranjero, lo cual la colocaba en otro nivel”, añadió.
Más allá de su preparación académica, Martínez se distinguió por su visión social. “Estuvo siempre preocupada por el desarrollo de México, pero también por la distribución del ingreso. En algún momento estudió a fondo este tema, que lamentablemente sigue siendo muy desigual en nuestro país. Para ella, el bienestar de la población era fundamental”, afirmó.
Su paso por la UNAM fue solo una parte de su amplia trayectoria. También fue una figura clave en la política mexicana: como legisladora en distintos periodos, impulsó de manera constante causas sociales y derechos fundamentales. “Ya no tuve tanto contacto con ella en esa etapa, pero por la prensa y amistades supe que su carrera era cada vez más sólida”, comentó Sandoval.
Años después volvieron a coincidir en la Asociación de Egresados de la Facultad de Economía, donde Martínez también participaba activamente. “Ahí nos encontrábamos. A mí me daba mucho gusto verla. Siempre fue muy comprometida con apoyar a las y los estudiantes de alto rendimiento mediante becas”, recordó.
Una pionera
“Indudablemente fue una pionera, tanto en la disciplina económica como en el ámbito del servicio público. Para mí, fue un ejemplo de que una mujer podía asumir responsabilidades de alto nivel tanto en el gobierno como en la Universidad”.
En el trato cotidiano, Martínez era una jefa exigente, pero justa. “Asignaba tareas, las revisaba, corregía, pero nunca fue intolerante. Todo lo contrario: era paciente y profesional”, relató Sandoval.
En un país donde las brechas de género persisten en diversos ámbitos, la trayectoria de Ifigenia Martínez continúa siendo fuente de inspiración. “La doctora ni siquiera se planteaba la pregunta de si las mujeres debían estudiar o no. Por supuesto que sí, igual que los hombres”.
Hoy, generaciones de mujeres que estudian Economía y otras disciplinas ven en ella un referente de lo que significa abrir caminos con inteligencia, carácter y compromiso social. Porque, como dijo alguna vez la propia Ifigenia:
“Nunca he sido una mujer de discursos vacíos, sino de trabajo constante”.