Icnitas: más allá de huesos y dientes
El estudio de los fósiles es una de las herramientas más poderosas para entender el pasado de la Tierra. Nos permite conocer cómo eran los organismos que habitaron nuestro planeta hace millones de años, cómo se movían, qué comían y cómo interactuaban con su entorno. No obstante, el registro fósil no solo incluye huesos, dientes o conchas: también hay evidencias indirectas, como huellas, marcas de arrastre, impresiones de piel o plumas. Estas se conocen como fósiles traza, y entre ellos, las huellas fósiles o icnitas son de particular interés.

¿Qué son las huellas fósiles?
Las huellas fósiles son marcas preservadas en roca que fueron hechas por organismos vivos mientras caminaban, corrían o simplemente descansaban. No son partes del cuerpo del organismo, pero sí fueron producidas por él. Las icnitas ofrecen una gran cantidad de información que no se puede obtener directamente de los huesos.
Por ejemplo, permiten saber cómo se movía un animal, si caminaba en dos patas o en cuatro, qué tan rápido se desplazaba e incluso si vivía solo o en grupo.
Cómo se forma una huella fósil
De acuerdo con Ricardo Servín Pichardo, biólogo egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM, para que se forme una huella fósil deben cumplirse ciertas condiciones. El primer paso es que un organismo deje una huella en un sustrato blando, como barro o ceniza volcánica. Luego, esta huella debe cubrirse rápidamente con otro material —como arena, limo o más ceniza— que la proteja de la erosión causada por el viento o el agua.
Con el paso del tiempo, estos materiales se compactan y se endurecen, formando una roca. Así, la huella queda conservada como parte del registro fósil. Dependiendo del proceso de preservación, la huella puede conservarse como impresión original, molde o relleno.
Las icnitas y la locomoción
El análisis de huellas fósiles ha sido particularmente útil para estudiar la locomoción de animales extintos. Por ejemplo, las huellas permiten calcular la longitud de la zancada, el ángulo entre las patas, el peso corporal aproximado y la velocidad del desplazamiento. Con estos datos, los paleontólogos pueden estimar si un animal caminaba lentamente o corría, si era bípedo o cuadrúpedo, e incluso si caminaba en línea recta o en zigzag.
Ejemplos en dinosaurios
Las huellas fósiles han permitido clasificar distintos tipos de dinosaurios de acuerdo con la forma de sus huellas:
- Los terópodos, que eran carnívoros bípedos como el Tyrannosaurus rex, dejaban huellas con tres dedos puntiagudos.
- Los hadrosaurios, conocidos como «pico de pato», eran herbívoros bípedos o cuadrúpedos y sus huellas eran más redondeadas.
- Los saurópodos, como el Brachiosaurus, dejaban huellas grandes y redondeadas con impresiones de manos y pies.
- Los ceratópsidos, como el Triceratops, dejaban huellas con dedos cortos y un talón extendido.
Huellas de otros animales
Pero no solo los dinosaurios dejaron icnitas. También hay huellas fósiles de anfibios, reptiles, peces, insectos e incluso de organismos marinos. En algunos casos, las huellas fósiles pueden mostrar comportamientos específicos, como marcas de arrastre que indican que el animal se arrastró por el suelo, o impresiones de nado hechas por peces que se desplazaban cerca del fondo.

Reconstrucción de escenas
Uno de los grandes aportes de las huellas fósiles es que permiten reconstruir escenas del pasado. Por ejemplo, si se encuentran varias huellas paralelas de una misma especie, podría interpretarse como evidencia de comportamiento gregario: es decir, que los animales se desplazaban en grupo. También pueden encontrarse huellas de persecución, donde un depredador siguió a su presa, o huellas de descanso, alimentación o juego.
No obstante, estas interpretaciones deben hacerse con cautela, ya que es difícil asegurar con certeza la intención de los animales. Aun así, las icnitas complementan el conocimiento que se obtiene del estudio de los esqueletos y nos dan una visión más completa del comportamiento de los organismos extintos.
El principio del actualismo
Para interpretar las huellas fósiles, los paleontólogos utilizan el principio del actualismo, que establece que los procesos que ocurren en la actualidad también sucedieron en el pasado. Por ejemplo, si un jaguar deja cierto tipo de huella hoy, se puede comparar con una huella fósil similar para inferir el comportamiento del animal extinto.
En este sentido, el estudio de las huellas de animales actuales —como jaguares, lobos o cocodrilos— es fundamental para entender las huellas fósiles. Estas comparaciones permiten mejorar la precisión de las interpretaciones y reducir los márgenes de error.
Registros extraordinarios
En algunas regiones del mundo se han encontrado huellas fósiles excepcionales que han aportado información clave sobre la evolución. Por ejemplo:
- En China se descubrieron huellas de hace 550 millones de años, las más antiguas registradas, que muestran evidencia de organismos con apéndices móviles.
- En Canadá se hallaron huellas de un tetrápodo de hace 397 millones de años, que evidencian la transición de la vida acuática a la terrestre.
- En Tanzania se encontraron huellas de homínidos del género Australopithecus afarensis, la misma especie de “Lucy”, que prueban que caminaban erguidos hace entre 3 y 6 millones de años.
México también tiene huellas
En México se han encontrado huellas fósiles en estados como Coahuila, Puebla y Sonora, donde se han descubierto rastros de dinosaurios y mamíferos. Estas huellas han sido de gran ayuda para reconstruir los antiguos paisajes y ecosistemas que existieron en nuestro país.
Además, el hallazgo de icnitas en zonas de actividad minera o en estratos sedimentarios ha contribuido a fomentar el interés por la paleontología en distintas regiones.

Un campo de estudio vigente
El análisis de huellas fósiles es una rama de la paleontología en constante desarrollo. Con el uso de tecnologías como el escaneo 3D, modelos computacionales y simulaciones, se pueden obtener datos cada vez más precisos sobre los organismos extintos.
Las huellas fósiles no son simples marcas: son testimonios silenciosos del paso de la vida sobre la Tierra. A través de ellas, podemos conocer mejor el pasado, entender el presente y proyectar el futuro de la biodiversidad.