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Hablar con uno mismo: ¿signo de locura o una gran práctica terapéutica?

Todos en algún momento hemos hablado solos en voz alta. Cuando éramos niños, era muy normal hacerlo mientras jugábamos con nuestros juguetes. De adultos, en cambio, hablar solos es algo que nos da pena: tememos que, si alguien nos ve, incluso nos tache de locos.

Independientemente de cómo lo percibamos, hablar con uno mismo tiene muchos beneficios, tanto a nivel mental como emocional. Además, estos soliloquios sirven para prepararse para realizar una exposición, hablar con un familiar o pareja, o recordar cosas con mayor facilidad.

Múltiples beneficios

Hablamos solos desde que somos niños hasta que morimos, nos dice Manuel González Oscoy, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM.

A los siete años comenzamos a hablar con nosotros mismos de forma consciente, ya que antes de esa edad lo hacemos por juego y para desarrollar nuestro lenguaje.

Más tarde, hablar solos nos permite autorregularnos emocionalmente, buscar soluciones a los problemas, mejorar la concentración, reforzar la autoestima y acrecentar el pensamiento abstracto.

Cuando estamos en un mal momento, habrá gente que nos dará consuelo y nos ayudará a sentirnos mejor, pero un diálogo con uno mismo es la mejor medicina, puesto que liberamos la tensión emocional que estamos cargando. Eso, a la postre, nos ayudará a identificar y comprender lo que estamos viviendo, dando paso a la autorregulación emocional.

De acuerdo con González Oscoy, no hay mejor diálogo que el que entablamos con nosotros mismos porque lo hacemos sin censura y de forma honesta. “A veces podemos ser un poco cautos al expresarnos con otra persona, pero si lo hacemos internamente la situación cambia. Si lo hacemos de forma correcta, vemos todo el panorama y somos libres de pensar lo que queremos y no ser presas de los juicios de otras personas. Eso nos libera y nos permite ser transparentes en nuestros pensamientos”, agregó.

Además, cuando verbalizamos nuestros pensamientos, es más fácil analizar los problemas desde diferentes perspectivas. Esto nos permite organizar mejor nuestras ideas y priorizar lo que haremos, facilitando nuestra toma de decisiones.

Por otro lado, hablar con nosotros mismos nos ayuda en el campo laboral, en específico, a memorizar conceptos y fechas. De acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad de Waterloo, en Canadá, bajo el título This time it’s personal: the memory benefit of hearing oneself (Esta vez es personal: el beneficio para la memoria de escucharse a uno mismo), hablar en voz alta aumenta las probabilidades de recordar las cosas. Esto se debe a que la doble acción de hablar y oírse al mismo tiempo tiene un impacto más beneficioso para la memoria.

Además, al realizar esta actividad de manera frecuente, se alimenta el pensamiento abstracto, brindando mayor facilidad para imaginar, crear ideas y proyectarse al futuro.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

Como hemos visto, hablar con nosotros mismos en voz alta es una actividad positiva que nos otorga diversas ventajas. Sin embargo, hay algunas cuestiones ante las cuales es conveniente estar alerta.

Por ejemplo, a pesar de que es un diálogo sin censura, no debemos ser demasiado severos con nosotros mismos. El comenzar a ser severos, destructivos e incluso autoinsultarnos puede ser signo de problemas como ansiedad, depresión o baja autoestima.

Por otro lado, si empezamos a creer que estamos hablando con otra persona, más allá de la del pensamiento, podríamos estar ante síntomas de esquizofrenia, episodios psicóticos o pérdida de contacto con la realidad. Por tanto, cuando nos percatamos de esta situación, es necesario atenderse.

Hacerlo con frecuencia, pero sin excederse

Para concluir, el profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM nos dejó una recomendación:

“Tomando en cuenta que es un ejercicio que nos ayuda en momentos adversos o cuando necesitamos aclarar nuestros pensamientos, entre varios otros beneficios, hablemos con nosotros mismos de forma más recurrente, aunque sin caer en excesos”.

Ideas destacadas:

  • Hablar con uno mismo beneficia tanto la salud mental como emocional, mejorando la concentración, la memoria y el pensamiento abstracto.
  • Según Manuel González Oscoy, de la UNAM, es una práctica honesta y liberadora que fomenta la autorregulación emocional.
  • La Universidad de Waterloo respalda que hablar en voz alta mejora la memoria debido a la acción de hablar y escucharse simultáneamente.
  • Es importante estar atentos a signos como autoinsultos o creer que se habla con otra persona, ya que pueden indicar problemas emocionales o psicológicos.
  • La práctica debe hacerse con frecuencia, pero sin caer en excesos.