• Irasema Alcántara Ayala señala que la prevención y preparación contribuyen a identificar las amenazas en nuestro entorno y los riesgos potenciales para manejarlos
Irasema Alcántara Ayala, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, subraya que la prevención y preparación son esenciales para identificar las amenazas en nuestro entorno y los riesgos potenciales a fin de manejarlos de manera adecuada. La disminución del riesgo potencial de desastres, que pueden ocasionar daños significativos a la vida, la propiedad y el ambiente, es una responsabilidad compartida que exige un compromiso ético y permanente, tanto a nivel individual como colectivo, incluyendo comunidades y gobiernos.

El ordenamiento y el uso adecuado del territorio, la integración de una perspectiva de gestión integral en el desarrollo, así como la educación y la colaboración, son elementos irremplazables para salvaguardar el futuro en un contexto de cambio climático, puntualiza la académica.
Ante el riesgo asociado con deslizamientos de tierra, sismos, huracanes, inundaciones, sequías, entre otros, la prevención y la preparación contribuyen a fortalecer a las comunidades locales al permitir la identificación de amenazas en el entorno, la implementación de sistemas de alerta temprana y el establecimiento de planes de respuesta y rehabilitación.
Es necesario promover la educación y la capacitación en gestión de riesgos, lo cual fortalece la respuesta y recuperación de las comunidades y aporta los conocimientos básicos para comprender cómo se construye el riesgo y la forma de evitarlo, expone la académica.
En entrevista, detalla que los deslizamientos de tierra, fenómeno en el que es experta, son procesos geomorfológicos de remoción en masa que implican el movimiento de los materiales que constituyen o forman las laderas a consecuencia de la gravedad. Estos son resultado de la interacción de múltiples factores como las propiedades físicas, mecánicas y geoquímicas del suelo, así como la geología, las condiciones climáticas y las actividades humanas.

Este tipo de desastres puede ser provocado por lluvias, sismos, erupciones volcánicas, construcción de carreteras en terrenos inestables y minería, resultando en pérdidas humanas, desplazamiento de comunidades, destrucción de infraestructuras y viviendas, y una significativa afectación a las economías locales y regionales al interrumpir las actividades productivas. En México, estos desastres suelen ocurrir durante la temporada de lluvias, principalmente en entidades como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Baja California, Veracruz y la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Alcántara Ayala explica que es necesario gestionar el riesgo de desastres de manera integral, basándose en evidencia científica aportada por diversas disciplinas, y promover la inclusión activa de la sociedad civil organizada y de otros actores en la reducción de vulnerabilidades y el diseño de protocolos para la atención de emergencias o desastres.

La creación de comités científicos asesores en todos los niveles de gobierno resulta fundamental para ofrecer recomendaciones que guíen las políticas públicas de forma efectiva. Además, se requiere capacitar y certificar a quienes toman decisiones en la política de gestión, garantizando el apoyo de expertos.
Reformular las bases metodológicas de los diagnósticos de vulnerabilidad y riesgo es otra tarea pendiente, asegurando que los atlas en esta materia sean ejes rectores en el ordenamiento territorial y se transformen en sistemas dinámicos que prioricen la mitigación del riesgo.