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Enfermedades autoinmunes: avances en su tratamiento

Aunque no se dispone de una cifra precisa, se estima que las enfermedades autoinmunes afectan a entre el 3% y el 5% de la población mundial. Los estudios médicos han identificado al menos 80 tipos de enfermedades autoinmunes y han constatado que inciden con mayor frecuencia en mujeres que en hombres. Estas enfermedades constituyen un conjunto heterogéneo de trastornos en los que el sistema inmune, por un fallo, ataca a las propias células sanas del cuerpo como si fuesen agentes externos.

Entre las enfermedades autoinmunes más comunes se hallan la diabetes tipo 1, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, el lupus, el síndrome de Sjögren (que ocasiona sequedad en ojos y boca), la tiroiditis de Hashimoto (que provoca aumento de peso, sensibilidad al frío, fatiga, caída del cabello) y la anemia perniciosa (afectando al 0.1% de la población mundial).

Tratamientos actuales y perspectivas de mejora

En la actualidad, no existen tratamientos que curen las enfermedades autoinmunes. No obstante, ciertos medicamentos, como los AINE (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos: ibuprofeno, naproxeno, entre otros), contribuyen a controlar la respuesta inmune hiperactiva y a reducir la inflamación o el dolor, cuya intensidad varía según la enfermedad.

En las últimas dos décadas, los investigadores médicos han comenzado a vislumbrar esperanzas significativas, trabajando en dos alternativas que podrían mejorar sustancialmente la calidad de vida de las personas afectadas por estas enfermedades.

El Dr. José Israel León Pedroza, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM y con una maestría en Ciencias en Inmunología, nos habló, a partir de un artículo publicado recientemente en Nature, sobre las investigaciones actuales en este campo.

Las células B y las células T: piedra angular de la investigación

Para introducirnos en el tema, el Dr. León Pedroza explicó: “Nuestro sistema inmunitario posee una tolerancia, esencialmente la capacidad de combatir agentes externos al cuerpo. Pero esta tolerancia dispone de un mecanismo de apagado automático que también permite reconocer que no todo lo extraño es peligroso o que debe aprenderse a tolerarlo. En este proceso son clave dos tipos de células: las B y las T, estrechamente vinculadas”.

Continuó diciendo: “las estrategias actuales se centran en dos aspectos específicos: reducir las células B y transformar las células T en reguladoras”. Pese a que anteriormente la atención científica se concentraba en la célula T, relegando a la célula B, esta última ha cobrado especial importancia en años recientes.

“Las células B y T son fundamentales en lo que llamamos inmunidad adaptativa, que evoluciona a medida que nos exponemos a patógenos y otras sustancias nocivas a lo largo de nuestras vidas. La célula T organiza una respuesta ante el riesgo, que varía según el contexto, pudiendo incluir la eliminación del antígeno. Por otro lado, la célula T puede optar por no destruir al antígeno, dando lugar a una respuesta más integral en la que interviene la célula B”, señaló el profesor de la Facultad de Medicina.

Cuando se activa la célula B, inicia la producción de diversos anticuerpos contra ese riesgo. Sin embargo, en este proceso, emite señales que desencadenan la inflamación y presentan antígenos a las células T, intensificando así las enfermedades autoinmunes.

Dos propuestas prometedoras para el futuro

Como se mencionó previamente, las dos propuestas emergentes para abordar las enfermedades autoinmunes se enfocan en “convertir las células T en reguladoras mediante nanopartículas y disminuir o eliminar las células B”.

En cuanto a la primera alternativa, el artículo de Nature indica que las células T reguladoras aniquilan a las células presentadoras de antígenos y, al hacerlo, impiden la activación de las células inmunitarias que alimentan la enfermedad.

El Dr. León Pedroza destacó que lo notable de esta aproximación es que las nanopartículas se centran en destruir únicamente las células causantes del daño, realizando un trabajo individualizado. “En la actualidad, las personas con enfermedades autoinmunes toman inmunosupresores, lo que disminuye sus defensas y reduce la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y otras enfermedades. Por tanto, esta alternativa es prometedora porque minimizaría los efectos adversos y mejoraría la calidad de vida”.

Respecto a la segunda opción, según Nature, se está experimentando con un método usado en el tratamiento de cánceres sanguíneos que dota a las células T de un receptor de antígeno quimérico (CAR). “Con este método, las células CAR T atacan a las células B, provocando la desaparición de los anticuerpos y permitiendo que los pacientes entren en remisión”, explicó.

Aunque este enfoque ha mostrado resultados alentadores, se busca personalizarlo aún más. Los científicos trabajan en una célula que distinga entre las células B autorreactivas causantes de la enfermedad y las células B sanas. Esta terapia se denomina actualmente célula T CAAR (receptor de autoanticuerpo quimérico) y aún está en desarrollo.

A pesar de que ambas alternativas continúan en estudio, el Dr. León Pedroza manifestó que representan un avance significativo para la medicina. “Son dos propuestas que están dando resultados prometedores, pero debemos esperar a la fase experimental. No obstante, nos permiten ser optimistas respecto a que, en el futuro, la calidad de vida de las personas con enfermedades autoinmunes podría mejorar considerablemente”, concluyó.

Ideas destacadas

  • Prevalencia y variedad de enfermedades autoinmunes.
  • Tratamientos actuales y limitaciones.
  • Contribución del Dr. José Israel León Pedroza desde la UNAM.
  • Importancia de las células B y T en la inmunidad adaptativa.
  • Dos propuestas innovadoras en investigación para el tratamiento de enfermedades autoinmunes.