Corea del Norte lanzó una bomba de hidrógeno, cuya potencia fue estimada entre 70 y 100 kilotones. Para darnos una idea, se trata de casi 4 veces la potencia del arma usada en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial, así lo dijo Epifanio Cruz Zaragoza, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares.
Dicha situación es bastante preocupante, destacó el académico, ya que en el ámbito internacional y para la misma Norcorea se llegó a un punto donde prácticamente no hay retorno en cuanto a la carrera armamentista.
Desde el 2006 (año de su primera prueba nuclear) Corea se considera como una potencia en la materia, sin embargo, cada vez crean armas con mayor capacidad, y apenas en este agosto de 2017 con esta sexta prueba, prácticamente da pauta a declararse como un Estado enteramente armado, explicó Cruz Zaragoza.
“En este momento, se debería entrar en una fase internacional de negociación con Corea del Norte para detenerla, ante más desarrollo de armamento atómico, porque según los indicios de los cohetes probados recientemente tienen gran capacidad atómica, y con esto crean un escenario de nerviosismo internacional, para Estados Unidos y otros países”.
Por su parte, China y Rusia podrían sentirse amenazados, y deberían negociar aunque el presidente de Estados Unidos no se encuentre en tal condición. En dado caso que Estados Unidos atacara de forma sorpresiva, se irritaría mucho el ambiente, y nadie saldría ganando, al contrario se perdería muchísimo, afirmó el experto.
Nuestro planeta
“Haríamos un gran favor al entorno ecológico y a nuestra propia especie humana en negociar para no llegar a un cataclismo que pueda considerarse un ataque rápido nuclear, donde no tendremos a ningún vencedor”.
Si ocurre un ataque nuclear por parte de cualquier país, sería un suicidio, porque estaríamos contaminando toda nuestra tierra, desde los mares, las aguas hasta los bosques, es decir nuestra propia casa, enfatizó.
En un ataque de este tipo siempre existirá la devastación provocada por las ondas que provienen de la explosión, el calor atómico incendia todo por parte de las partículas sobrecalentadas, que son arrastradas por el viento hacia las ciudades que podrían incendiarse. Además, no habría suficientes bomberos para apagar los incendios, y seguramente, morirían muchas personas inmediatamente y en los años sucesivos, concluyó.