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El Niño y La Niña: extremos climáticos en México

LOS IMPACTOS CLIMÁTICOS DE LA TRANSICIÓN ENTRE EL NIÑO Y LA NIÑA

  • Las olas de calor en varias regiones son resultado del fenómeno

En los últimos meses, México ha atravesado por varias olas de calor que han provocado temperaturas extremadamente altas en distintas zonas del país.

Para que se forme una ola de calor es necesario que por lo menos durante tres días se presenten temperaturas por encima de un umbral conocido como el percentil 90, que trata sobre las temperaturas más altas registradas históricamente, aunque esto varía de región a región.

Hasta ahora, en la Ciudad de México, la temperatura registrada más alta había sido de 33.9 ºC, el 9 de mayo de 1998. Sin embargo, este récord se rompió el pasado sábado 25 de mayo, cuando se alcanzó una temperatura de 34.7 ºC. Anteriormente, ya se había roto el récord histórico, el 9 de mayo de este año con una temperatura de 34.2 ºC.

Históricamente el año más caluroso, por lo menos en la Ciudad de México, fue 1998. Durante ese entonces hubo una transición entre dos fenómenos atmosféricos: de un Niño muy intenso a una Niña muy intensa. Actualmente, estamos pasando por el mismo fenómeno, durante el 2023 atravesamos por un Niño fuerte que inició alrededor de junio y su punto máximo fue entre noviembre y enero, y luego se empezó a debilitar a principios del 2024.

En el presente, estamos transitando hacia una Niña, que se pronostica que también será fuerte. Esta transición ha provocado que durante marzo, abril, mayo y junio se formen estas intensas olas de calor, asegura la doctora Christian Domínguez Sarmiento, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, y destaca que el cambio climático, aunado con los cambios de uso de suelo, también contribuye a esta elevación en las temperaturas.

Este fenómeno no es exclusivo de México, en todo el mundo las temperaturas han aumentado año tras año. Los últimos ocho años han sido los más calientes desde que se tienen registros a escala mundial.

Dos fenómenos, una transición

Tanto “El Niño” como “La Niña” pertenecen a la oscilación climática conocida como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO). El primero se refiere a la fase cálida, es decir a un calentamiento, y el segundo a la fase fría o a un enfriamiento recurrente en la superficie del océano Pacifico ecuatorial en la región que comprende 5°N y 5°S.

Las variaciones en el clima que suceden en México están en gran medida asociadas a la ocurrencia del ENSO. Este fenómeno natural es conocido. Los primeros registros de estas fluctuaciones de temperatura fueron reportados por el capitán peruano Camilo Carrillo en 1892, quien notó la existencia repetida de una corriente marina cálida en las costas normalmente frías de Perú.

Las aguas del Pacífico frente a Perú normalmente son frías (4ºC) y ricas en nutrientes debido a la corriente de Humboldt. Unos pescadores de este país sudamericano se dieron cuenta que, a veces, cerca de la época de Navidad (inicio de verano en Perú), la temperatura del mar estaba más caliente de lo normal, por lo que le dieron el nombre de El Niño a este fenómeno en referencia al niño Jesús.

Tiempo después llamaron La Niña al fenómeno contrario, es decir, cuando el agua está más fría de lo normal, asegura la investigadora y agrega que aún no se conoce qué es lo que da origen a la formación de estas fases del ENSO, pero sí se sabe que están relacionados con los vientos alisios

En el hemisferio Norte existe una corriente de vientos que soplan casi constantemente de este a oeste a los que se les llama vientos alisios, son muy importantes porque desplazan las masas de agua oceánica. En particular, en épocas neutrales (cuando no hay Niño ni Niña) en Perú desplazan las aguas cálidas superficiales rumbo a Oceanía y Asía, lo que permite que el agua profunda y rica en nutrientes ascienda a la superficie.

Durante los eventos de El Niño, estos vientos se debilitan de manera que se mueve menos agua hacia el oeste, por lo que la parte central y oriente del Pacífico (Ecuador) se calienta por arriba de los 5ºC. Esta enorme masa de agua cálida transfiere mucho calor a la atmósfera que se encuentra en medio del Pacífico ecuatorial, ya que el aire cálido y húmedo se eleva desde la superficie del mar.

Esto da lugar a sistemas de baja presión, lo que provoca lluvias abundantes en esta parte de los trópicos. Además, estos cambios generan que donde antes llovía mucho, llueva menos e incluso, se producen sequías, como en el oeste del Pacífico (Indonesia o norte de Australia), afirma la investigadora.

Asimismo, aclara que en México los veranos con el efecto de El Niño suelen ser secos y cálidos, lo que generalmente provoca serias sequías, incendios y escasez de agua. Sin embargo, durante el invierno, llueve principalmente en el norte del país.

En ocasiones, después del Niño, viene un enfriamiento muy brusco y se convierte en La Niña; aunque también ocurre este fenómeno sin que haya habido un Niño anterior.

Durante La Niña, los vientos normales de este a oeste se vuelven más fuertes, porque la masa de aire caliente es empujada hacia el oeste. Esto hace que el agua fría suba desde las profundidades del océano, lo que significa que las temperaturas de la superficie del mar son más frías de lo habitual en el Pacífico oriental, explica Domínguez Sarmiento.

Destaca que en el centro y sur de nuestro país, durante la fase de La Niña, llueve mucho en verano (de julio a octubre) y se forman un número de ciclones importantes en el Océano Atlántico.

Durante el invierno llueve menos en comparación con otros años, por lo que hay sequía. Sin embargo, la investigadora agrega que a largo plazo no podemos saber si va a seguir La Niña, es decir, pensamos que los próximos meses son de mucha lluvia, pero aún no podemos predecir si durante diciembre de 2024 a febrero de 2025 seguirá este fenómeno o si podría haber sequía.