Cada 23 de abril se conmemoran el Día del Idioma Español y el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, una doble celebración que destaca tanto la riqueza de nuestra lengua como el papel perdurable del libro como vehículo de conocimiento y cultura.
Es la segunda lengua más hablada del mundo por número de hablantes nativos, solo superada por el chino mandarín. Más de 500 millones de personas la tienen como lengua materna y, si se suman quienes la hablan como segunda lengua, se supera la cifra de 590 millones. Además, es lengua oficial en 21 países, entre ellos México.
El español surgió en el siglo VIII, aunque sus bases comenzaron a consolidarse desde el siglo III. No solo es un idioma con una profunda raíz histórica, sino también con un futuro prometedor. Se trata de una lengua viva, dinámica y cada vez más influyente en diversos ámbitos de la vida global.

Su expansión internacional ha sido impulsada, en parte, por los libros. A pesar de la competencia con las nuevas tecnologías, estos han sabido resistir y adaptarse. Hoy, la literatura en español no solo se imprime en papel, sino que también se difunde mediante formatos digitales, audiolibros y plataformas en línea, lo que permite un mayor acceso a obras clásicas y contemporáneas por parte de lectores en todo el mundo.
Para Anel Pérez Martínez, directora del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE), el hecho de que el español sea el segundo idioma más hablado y continúe expandiéndose se debe a que, a diferencia del chino mandarín, no se encuentra concentrado en una sola región, sino que se habla en múltiples países, con variantes regionales que enriquecen su diversidad cultural. A ello se suma la incorporación de regionalismos y préstamos y convivencias de lenguas indígenas —como el náhuatl o el maya— y de otras lenguas, como el árabe. Por ejemplo, la palabra almohada proviene del árabe almuhadda o mihaddah.
“Estos factores están permitiendo que el español tenga un crecimiento social y cultural relevante, al grado de transgredir muchas fronteras. En el mundo digital —redes sociales, blogs, canales de YouTube, internet—, por ejemplo, es el tercer idioma más utilizado, después del inglés y el chino. Es una lengua que funge como un puente poderoso entre culturas”, expresó Pérez Martínez.
Sus declaraciones coinciden con datos observables. En el CEPE, por ejemplo, se ha registrado un alto número de solicitantes extranjeros interesados en aprender español, especialmente el que se habla en México. Más del 50 % de los estudiantes provienen de Asia (China, Japón, Corea), seguidos por estadounidenses, canadienses y europeos. Además, en Gran Bretaña, desde hace al menos cinco años, el español es el idioma extranjero más elegido por los estudiantes.
“Aprender español es una de las opciones más populares entre quienes estudian idiomas en todo el mundo. Se estima que al menos 21 millones de personas lo aprenden como lengua extranjera en 111 países. Además, hay quienes buscan opciones de profesionalizarse para enseñarlo, lo que habla de su trascendencia”, señaló la directora del CEPE.
Algunos riesgos
A pesar de su auge, el idioma enfrenta retos. Las políticas lingüísticas restrictivas, la resistencia cultural y las desigualdades educativas podrían frenar su crecimiento. Sin embargo, el español tiene un aliado poderoso: la demografía y su atractivo global. Cada vez más personas, tanto dentro como fuera de las comunidades hispanohablantes, eligen aprenderlo, lo que augura un porvenir lleno de oportunidades.
Por ejemplo, aunque Donald Trump dejó en claro desde su primer mandato que “Estados Unidos es un país donde hablamos inglés, y quienes quieran estar aquí lo deben hacer”, las proyecciones indican que, para 2050, el español será el idioma principal de esa nación. Esto se debe a la creciente población hispana, a la migración constante, a su utilidad en los negocios y al esfuerzo de instituciones educativas como la UNAM, que difunden el español en sus sedes estadounidenses, tanto desde una perspectiva académica como cultural.
La resiliencia del libro
Desde hace por lo menos una década, y ante la aparición de diversos medios tecnológicos, se ha hablado de la extinción del libro. A pesar de ello, estas obras han sobrevivido y se han diversificado de múltiples formas, como los audiolibros o los libros digitales.
Sobre este tema, Anel Pérez Martínez indicó que la escritura han tenido múltiples soportes: piedra, madera, pergamino, papel y, ahora, formato digital. Por ello, no se puede hablar de su desaparición, sino de una interesante adaptación que demuestra también la evolución humana.
“Cuando surgieron el cine y la fotografía, se dijo que la pintura iba a desaparecer, y no fue así. Las tecnologías actuales vinieron a beneficiar a los libros, porque ahora se presentan en múltiples formatos: impresos, digitales, audiolibros, videos o animaciones en YouTube, entre otros. La tecnología no es una amenaza, es una forma de enriquecer la cultura escrita”, mencionó.
Con base en lo anterior, la directora del CEPE señaló que, sin importar el formato —impreso o digital—, es fundamental promover la lectura desde la infancia y la juventud para formar futuros lectores que mantengan viva la pasión por leer. “Este día debemos celebrar todas las formas en que se presentan los libros, pero tampoco habría que olvidar a los lectores, quienes mantienen viva la literatura”, concluyó.
El español, con su vasta historia y presencia global, no solo ha logrado consolidarse como una de las lenguas más habladas del planeta, sino que ha demostrado una asombrosa capacidad de adaptación y expansión cultural. Su riqueza proviene no solo del número de hablantes, sino también de su diversidad interna, de la variedad de contextos en los que se usa y de su penetración en ámbitos tan diversos como la literatura, el mundo digital y la educación internacional.
Frente a los desafíos del siglo XXI, como la homogeneización cultural o la hegemonía de otras lenguas, el español responde con vitalidad, creatividad y un legado literario e intelectual que se reinventa continuamente. Y en este panorama, el libro —ya sea físico o digital— sigue siendo un pilar fundamental: no solo como vehículo del idioma, sino como testimonio de su evolución y como puente entre generaciones. Celebrar el español y sus libros es, en esencia, celebrar una lengua que, más allá de su gramática o su geografía, sigue viva gracias a quienes la hablan, la escriben, la enseñan y, sobre todo, la leen.