Y no, no se trata de una apología de la violencia perpetrada por mujeres ni por nadie. Simplemente quería captar su atención a este texto que reivindica el derecho de las mujeres a exigir justicia y no a recibir justicia dependiendo de cómo la pedimos. Esto es, claro, a propósito de las protestas del 16 de agosto en la Ciudad de México, en las que el Ángel de la Independencia fue bellamente grafiteado por mujeres jóvenes que estaban furiosas por la violación de una jovencita de 14 años a manos de policías capitalinos. O como dice la académica Susana Vargas Cervantes, a propósito de su libro The Little old lady killer. The sensationalized crimes of Mexico’s first female serial killer, que analiza cómo se criminalizó a Juana Barraza, conocida como La Mataviejitas, el derecho que tenemos las mujeres a ser juzgadas por lo que hacemos y no por lo que somos.
El libro de Vargas Cervantes es un análisis interseccional de cómo se construye al sujeto femenino del dispositivo de investigación policiaca en México, a partir de consideraciones de clase, raza y cultura nacional. Ella narra cómo los elementos culturales y de raza intervienen en la criminología como discurso experto para determinar qué mujeres pueden ser criminales y cuáles víctimas, o como lo dice ella misma retomando a Judith Butler: “qué cuerpos son considerados llorables y cuáles son juzgados como desechables” (pg 9, traducción propia). A partir de esta idea analizo por qué las jóvenes fueron tan severamente atacadas por algunos actos que son minucias comparables con el clima de terror que vivimos las mujeres, sobre todo las jóvenes urbanas precarizadas, en esta ciudad, y para el caso, en todo México.
Vargas Cervantes parte de una premisa terrorífica, que se repite constantemente en México: nuestra disposición como sociedad a estereotipos de género que hacen que pese más el prejuicio que lo importante. La autora dice que en el momento en que fue detectada, arrestada y sentenciada Juana Barraza, La Mataviejitas (2003–2008), los crímenes de colectivos criminales como Los Zetas estaban a la alza. No obstante, lo que causó escándalo en ese momento fue la posibilidad de que existiera un asesino en serie, uno que se asumía era varón, y que había asesinado a 49 ancianas. Peor aún: esas 49 mujeres asesinadas pesaban más que las miles de mujeres trabajadoras morenas asesinadas en Ciudad Juárez y Estado de México.
La autora analiza el caso de La Mataviejitas a la luz de una criminología crítica que incorpora sagazmente los estudios culturales, y esto nos permite ver qué elementos simbólicos juegan en nuestra empatía con ciertos sujetos femeninos para asumirlas inmediatamente víctimas, mientras que otras nos provocan indiferencia e incluso repulsión. Vargas Cervantes dice que la idea hegemónica de la mexicanidad determina, en sus construcciones de género, pigmentocracia y valores sociales, los parámetros de la víctima. La femineidad hegemónica en México es la de la madre de familia, que surge con el México moderno y se refleja en el personaje frecuente en el cine mexicano de la madre abnegada, la mujer metida en un martirologio interminable en películas como las de Libertad Lamarque y Marga López.
Ese énfasis en la maternidad establece la primacía del rol moral de la domesticidad femenina, las mujeres como guardianas del hogar y de la crianza de ciudadanos de clase media cada vez más blancos que mestizos. En la idea mexicana de la mujer ideal, está el hogar como su lugar natural y la maternidad como su tarea fundamental. Los “valores que dan forma a la concepción de una víctima en México descansan en nociones de cómo la familia representa el corazón del orden y el progreso que se remontan a la fundación de la nación. El Mataviejitas estaba matando a las abuelas de la nación -esto es lo que nos resultó más perturbador” (pg 28).
De la misma forma que se pensaba que era una gran atrocidad que mataran a las Saras Garcías de la Nación, estas ideas fundamentaron una negación a que el asesino en serie no fuera El Mataviejitas sino La Mataviejitas. De los discursos de criminología estadunidense en los que se basa la construcción de perfiles de asesinos seriales, se entiende que existe una monstruosidad y bestialidad inherente a quien entraña esta subjetividad, y la monstruosidad lo mismo que la agresividad no son características de las mujeres, mucho menos de las mujeres mexicanas buenas que deben ser madres e incluso abuelas, estar dedicadas al hogar y proyectar delicadeza y entrega abnegada y sacrificial al cuidado de otros. Este asesino serial no podía ser mujer. O como lo pone muy claramente la autora:
“Las creencias culturales de la mexicanidad refuerzan qué cuerpos importan a la nación y cuáles no. El asesino serial es entendido como un hombre norteamericano joven y blanco; los criminales mexicanos son generalmente de las clases bajas y tienen piel más oscura, o son una desviación de otros, travestis. Una víctima es una abuela, una mujer dulce, amable y amorosa, no una mujer mestiza y trabajadora, o un homosexual de clase media baja. Bajo esta lógica, más que entender la violencia del asesino serial, entendemos cómo se construyen los discursos de mexicanidad” (pg 64).
Cuando se supo que El mataviejitas era en realidad una mujer mestiza y trabajadora, Juana Barraza, los medios y los informes policiacos cambiaron su narrativa de una “mente criminal brillante”, a la de una mujer “patológica”, más allá del perdón. Las mujeres que delinquen o que son capaces de violencia tal como el asesinato múltiple solamente pueden ser dos cosas: malvadas o locas. Las mujeres no pueden ser violentas, y si lo son, además de malvadas o locas deben ser también pobres y mestizas, porque en la construcción del criminal mexicano, esta clase social es la más proclive a la criminalidad. Barraza no sólo es morena y de clase media-baja, sino también robusta -se dedicaba a la lucha libre con el nombre de La dama del silencio antes de recibir una terrible lesión- lo que la ubica como una mujer malvada, loca y además una aberración porque su corpulencia “indica” que también es lesbiana.
El análisis de caso de La Mataviejitas es oro molido para dilucidar cómo operan los mismos simbolismos en nuestra construcción de víctimas y criminales cuando se trata de criminalización de las mujeres mexicanas en otros contextos, como el mencionado al inicio, las protestas del 16 de agosto que incluyeron ataques al inmobiliario urbano y grafiti en el Angel de la Independencia. El hecho no fue muy diferente a las celebraciones o rabietas de los varones cuando su equipo de futbol gana o pierde.
De enero a agosto de 2019 más de 1000 mujeres han sido asesinadas y muchas más han sido objeto de violencia sexual. Los feminicidios en México desde 1993 suman arriba de 40,000. Sin embargo, opinadores, políticos y sociedad en general se enfocaron en la “radicalidad” de las mujeres que se manifestaron. Una movilización generada por el hartazgo hacia la impunidad en la que queda la violencia sexual y feminicida se redujo a sus formas. Si van a pedir que no las maten ni las violen que sea por favorcito.
Las jóvenes que protestaron eran malvadas y locas, igual que la joven que tuvo la osadía de pedir ayuda en la madrugada a los policías que la violaron, o las miles de mujeres que fueron asesinadas al regresar de una fiesta, el cine o ver amigos, sobre todo si eran madres y no estaban guardadas en su casa a las ocho de la noche. El análisis de Vargas Cervantes nos permite ver cómo otra vez nuestros valores sociales determinan qué cuerpos valen la pena ser llorados por encima de los monumentos y la cristalería urbana. Como puede observarse, el libro es sobre La Mataviejitas, pero no exclusivamente. Es un libro sobre nuestra indolencia nacional y nuestra obsesión por desdeñar el sufrimiento de las mujeres que resisten y se rebelan ante las imposiciones anacrónicas y sexistas de lo que es ser mujer en México.
Sobre el libro: Vargas Cervantes, Susana (2019), The Little old lady killer. The sensationalized crimes of Mexico’s first female serial killer, NY University Press, NYC, 269pp.
Sobre la autora: Ariadna Estévez es investigadora titular en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM. Su trabajo académico puede ser consultado en:https://unam.academia.edu/ARIADNAESTEVEZ