A finales del siglo XIX, mientras el Porfiriato maquillaba la Ciudad de México con aires europeos y modernidad fingida, Ángel de Campo —mejor conocido como Micrós o Tick-Tack— tomaba nota, reía por lo bajo y escribía como quien afila un bisturí. Su novela corta El de los claveles dobles, publicada por entregas en 1899 en la revista Cómico, es una crónica disfrazada de zarzuela, una burla teatral que estalla con cada diálogo y que retrata, con precisión quirúrgica, el caos emocional de un país atrapado entre el romanticismo trasnochado y el progreso a medias.
Basada en un hecho real —el suicidio de la joven Sofía Ahumada desde una de las torres de la Catedral Metropolitana—, la novela narra la tragedia de Felipa Reyes, una chica “de bien” que se entrega al seductor de barrio Pepe María, alias El Revoltoso. El resultado no es una tragedia a la manera clásica, sino una crítica mordaz donde el suicidio no es símbolo de amor eterno, sino motivo de chisme, burla y una buena columna periodística.
La obra avanza como una zarzuela escrita por un cronista de vecindad: hay cuadros dramáticos, diálogos picantes, albures, canciones, personajes-tipo y toda una galería de marginados que, entre la pobreza, la enfermedad y el chisme, conforman una ciudad viva, descompuesta y chusca. El lenguaje es otro personaje: Ángel de Campo registra con oído agudo la oralidad del pueblo y convierte los patios de vecindad en teatros donde se representa lo más ridículo de la condición humana.
Entre las joyas de esta narración está el diálogo entre Felipa y Pepe María, donde ella le entrega el corazón y él le pide “recibo, hija, lo tengo envuelto en algodones y papel de china, bajo llave”. Una línea que condensa toda la filosofía del Revoltoso: no hay culpa, solo cinismo. No hay amor, solo estrategia. Y si hay dolor, mejor que se oculte entre albures, tragos y bailes de cilindro.
La estructura del libro —casi totalmente dialogada, con mínimas acotaciones escénicas— convierte cada capítulo en una representación coral. Más que leer, uno escucha. Escucha los gritos, los llantos, las carcajadas, las indirectas, los insultos. El texto es teatro leído, crónica actuada, drama de barrio que se balancea entre lo cómico y lo trágico.
El de los claveles dobles no es solo una crítica al amor romántico ni una burla a las ilusiones femeninas de fin de siglo. Es, sobre todo, una denuncia —hecha con humor ácido— de la sociedad que se burla de la muerte mientras devora galletas de animalitos en la torre de una catedral. Porque en esta historia, el escándalo vende más que el dolor, y el reporter Flaviano Muñoz, llamado “el Gratis”, es el profeta de una nueva era: la de la crónica roja.
La obra —reeditada por la UNAM y disponible en formato sonoro— cobra vida en las voces de Gabriel Pingarrón y Elena de Haro, con música de Triciclo Circus Band y producción de Radio UNAM. Una puesta en escena sonora que subraya, como si hiciera falta, que esta historia no se cuenta: se representa.
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