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Mitos del carbón vegetal que opacan su importancia

Pese a mucho de lo que se nos ha hecho creer, el carbón vegetal sigue siendo un energético sumamente importante, en especial en zonas urbanas y semiurbanas, y entender esto, así como su papel actual, ayudaría a hacer de su producción algo sustentable, engrosaría las arcas de los Estados y crearía muchos empleos, entre otros aspectos, planteó la profesora Tuyeni Heita Mwampamba, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.

“Como se considera que su uso es tradicional y vivimos en una sociedad que cree preciso desechar tradiciones en aras de ser moderna, parecería casi una exigencia el movernos hacia combustibles no generadores de humo como el gas o la electricidad”.

Sin embargo, hoy en el África subsahariana el 80 o el 90 por ciento de los hogares cocinan con carbón vegetal “y esto se debe a que muchos países en desarrollo o bien no cuentan con petróleo o si lo tienen sus habitantes no pueden costear el gas o la electricidad y les resulta más fácil comprar dos trozos de carbón y satisfacer la necesidad del momento, o una bolsa para toda la semana”.

Es en este escenario donde dan una serie de mitos alrededor del carbón vegetal, los cuales tienen por objetivo crear una imagen adversa de este combustible y por ello la doctora Mwampamba se ha dado a la tarea de refutarlos a partir de sus investigaciones.

“Estas posturas responden a la tendencia de entender todo desde una sola perspectiva, sin considerar la gran cantidad de variables que explican por qué la gente recurre a este recurso, qué pasa tras talar un bosque, las implicaciones económicas o cosas por el estilo. Por años nos hemos acercado a la problemática unidisciplinariamente”.

A fin de desmontar estas nociones preconcebidas, la ecóloga ha tomado los argumentos más comunes e identificado sus puntos débiles, “pues muchas responden a visiones dogmáticas sobre lo que el desarrollo y la modernidad deberían ser, es decir, a una globalización no sólo de las cosas, sino de las ideas”.

Mito 1: el carbón vegetal es para pobres

La doctora Mwampamba nació en Tanzania y ahí ha visto a personas que cocinan con carbón vegetal y que conducen un Mercedes, por lo que sabe de primera mano de la falsedad de dicha aseveración.

“Hay quienes lo adquieren porque les alcanza apenas para eso, pero también hay empresarios o funcionarios de gobierno que lo hacen por no tener opción de instalar electricidad en sus casas o porque simplemente no existe dicha infraestructura en sus ciudades”.

A decir de la académica, esto obliga a poblaciones enteras a usar dicho combustible vegetal y que quienes tienen acceso a otras fuentes de energía recurran a esta opción, pues hay asentamientos donde ciertos días se corta el suministro eléctrico o el gas.

“Pese a lo que se creería, el carbón se consume más en asentamientos urbanos y semiurbanos que en rurales, pues los últimos prefieren la leña. Esto y muchos otros aspectos revelan que asegurar que el carbón es exclusivo de pobres pone en evidencia que no estamos abordando la problemática de forma adecuada”.

Mito 2: el uso del carbón vegetal para cocinar decrecerá

Se cree que todo país en desarrollo sube por una suerte de escalera de transición y que en su ascenso optará por el gas o la electricidad y desechará fuentes de energía tradicionales. Sin embargo, ello plantea una paradoja, pues la primera potencia mundial, Estados Unidos, es un gran consumidor de carbón vegetal.

“Incluso en naciones productoras de petróleo y con gas subsidiado como México se esperaría un consumo mínimo de este combustible, pero no es así. Hace poco recorrí con mis alumnos las calles de Morelia y constatamos que hay una gran cantidad de restaurantes donde se vende pollo, carne o pozole cocinados con carbón vegetal y aún más comensales dispuestos a pagar más porque así sea”.

A decir de Tuyeni Mwampamba, se ha visto que la clase media mexicana voluntariamente paga un peso más por bolillos elaborados en hornos de leña o que en la Unión Americana cada vez se arraiga más la costumbre de organizar barbacoas al aire libre los fines de semana y ello implica una demanda mayor de carbón vegetal. Se espera que el alza continúe al menos durante los próximos 30 años.

Mito 3: La producción de carbón vegetal genera deforestación

Para los conservacionistas, la producción de carbón vegetal implica la tala y retiro de biomasa de los bosques y ello les genera un gran impacto visual, pero usualmente no regresan a dichos lugares para constatar las condiciones del sitio una o dos décadas después. “Esto no les permite visualizar el sistema a largo plazo”, apuntó.

Esto ha hecho que en los últimos 50 años se adopten políticas públicas contra esta práctica, aunque desde los años 90 hay estudios que demuestran que la deforestación observada es más bien resultado de la expansión de la agricultura y la explotación forestal más que de la elaboración del comburente.

Además, añadió Mwampamba, en este rubro hay un problema de semántica, pues suelen confundirse los términos deforestación y degradación forestal, pese a que este último se apega más a los procesos relacionados con el carbón vegetal. Por ello es importante entender a fondo las implicaciones observadas en el renglón, ya que de hacerlo sería factible estrategias que apunten a la sustentabilidad.

Mito 4: el carbón vegetal es económicamente irrelevante

Decir que el carbón es económicamente irrelevante obedece a que en casi todos los países éste es más barato que otros combustibles y a que su comercialización (desde su obtención hasta la venta) no contribuye a las arcas del Estado por realizarse en la clandestinidad. “De hecho, en México, más de 90 por ciento se genera sin permisos y se oferta en lugares que no pagan impuestos”, indicó Mwampamba.

Un caso similar, pero agravado, se da en Tanzania, donde oficialmente las actividades económicas más importantes son el turismo y la producción de té, aunque extraoficialmente se sabe que el carbón vegetal representa tres veces lo generado por esta bebida y que este ingreso no es capturado por el gobierno.

Al respecto, agregó que recientemente aparecieron varios artículos en la prensa que evidencian que el ejército de Sudán, de manera subrepticia, está vendiendo carbón vegetal para allegarse recursos, aprovechándose de que este combustible tiene un valor muy alto.

“Desafortunadamente estas ganancias no son captadas por vías legales, su contribución potencial a la hacienda de los países se pierde y se nos escurre entre las manos la oportunidad de generar ingresos a nivel nacional”.