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Cuevas de la Península de Yucatán, tesoro científico

La Península de Yucatán posee no sólo una importancia cultural y turística, sino también biológica, donde recientemente investigadores de la UNAM en conjunto con la Universidad de Texas A&M en Galveston, descubrieron en sus cuevas un sistema anquihalinas quimiosintético único en el mundo.

Se trata de unas grutas donde el mar se encuentra con el agua de lluvia y donde habita una gran biodiversidad, explicó Fernando Álvarez, investigador del Instituto de Biología, quien laboró junto con David Brankovits, líder del proyecto.

En este sitio, los científicos lograron identificar bacterias metanotróficas, las cuales descomponen el metano que proviene de la disolución de las rocas y la convierten en materia orgánica. A esto se le conoce como quimiosíntesis.

A través de este proceso, estos organismos producen alimento para varias especies como camarones, moluscos y peces, entre algunos otros, añadió el académico universitario.

De acuerdo con Álvarez, la quimiosíntesis se descubrió en la década de los 80, en el fondo marino donde hay muchas formas de generar la materia orgánica.

Por ejemplo, en ventilas hidrotermales en el mar profundo donde hay una gran cantidad de material, sobre todo azufre que es aprovechado por bacterias para generar compuestos orgánicos que alimentan a la fauna del mundo marino.

El proceso en las cuevas anquihalinas de la Península de Yucatán, que son las más grandes del mundo, es completamente nuevo y por eso es un tesoro científico, enfatizó el investigador universitario.

En nuestro planeta sabemos que todo alimento se genera por medio de la fotosíntesis, donde las plantas toman el dióxido de carbono de la atmósfera y con la luz y el agua producen compuestos orgánicos y así todos los organismos tenemos alimento.

Pero la quimiosíntesis es otra forma de producir alimento para algunos seres vivos, de ahí la importancia de este descubrimiento, concluyó.