Enriqueta Lerma Rodríguez, doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el tiempo, al igual que el espacio, son concepciones previas estrechamente relacionadas. Esto quiere decir que están ahí, independientes de nuestra conciencia, raciocinio, medición o acción: antes de nacer y después de morir hay tiempo y espacio. Incluso en los sueños, la psique los expresa en forma de símbolos.
En entrevista con UNAM Global, Lerma Rodríguez destacó que en el proceso de la construcción social del tiempo, el ser humano le da un significado y se apropia de él a través de diversas acciones, como las calendarizaciones que permiten organizar las prácticas sociales de forma general. Con el aislamiento, hay menores desplazamientos, por ende, un menor número de actividades y con ello la suspensión del calendario ordinario.
La investigadora mencionó que las medidas implementadas para impedir la expansión de la pandemia, han provocado una compresión del espacio y un alargamiento del tiempo.
“La misma medida busca expandir el tiempo frente a la enfermedad. Por ejemplo, el adelanto de las vacaciones de Semana Santa implicó la contención de desplazamientos, y con ello, la contención de la espacialidad, al mismo tiempo, esta estrategia permitió contar con tres semanas de amortiguamiento para evitar la expansión del COVID-19. El aplanamiento de la curva de contagios es eso: una contracción del espacio y un alargamiento del tiempo”.
Asimismo, la especialista enfatizó que diversos factores influyen en la experiencia que tiene el individuo sobre el espacio y el tiempo, ésta se ve influida por las actividades labores, el nivel de ingresos, el tipo y tamaño de la vivienda, de la buena o mala salud psicosocial de cada familia y de la actitud individual de cada integrante ante al aislamiento.
Agregó que mientras algunas familias pueden usar el tiempo en actividades productivas o lúdicas, para otras el mismo periodo significa un estancamiento económico y el deterioro de sus vínculos más cercanos.
En ese contexto, Lerma Rodríguez recomendó realizar estrategias que permitan encontrar aspectos positivos y sobre todo no perder conciencia sobre cómo transcurre el tiempo, tener seguimiento del día de la semana y la fecha. “Las rutinas permiten organizar ideas, comportamientos y formas de interacción social, pero también ayudan a establecer normas familiares”.
En cuanto a lo social, sugirió tratar de respetar, en la medida de lo posible, la privacidad e intimidad de cada integrante de la familia para evitar el ensimismamiento. “Lo más importante es tener presente que esta fase de aislamiento terminará: no será permanente; visto así, es recomendable mantener contacto con familiares, amistades y compañeros de escuela o de trabajo, ya que nos reinsertaremos a nuestros núcleos sociales en algún momento”.
De acuerdo con la especialista en temas de cosmovisión, ritualidad y espacio, algunos efectos positivos que pueden recuperarse de la cuarentena son tres:
- Tomar conciencia de que como sociedad estamos enfrentando un mismo problema. Es una oportunidad para evaluar qué aspectos de la sociedad podemos mejorar y cuáles nos han afectado.
- Puede considerarse como un momento para revalorar nuestros vínculos sociales, el modo en que nos relacionamos y el trato que hemos dado a nuestras propias personas; es un buen momento para reflexionar sobre nuestra salud y la de otros como una prioridad que está por encima de otros intereses.
- Es una oportunidad para aprovechar nuestro tiempo en casa y realizar actividades que antes estuvieron suspendidas por la constante movilidad, también de hacer una introspección sobre nuestra vida personal, familiar y reflexionar sobre el modo en que deseamos seguir construyendo nuestro tiempo.