Hay una parte del día cuya actividad económica, cultural y de entretenimiento no ha sido suficientemente estudiada, pero es muy importante para las grandes ciudades: la vida nocturna.
Un aspecto muy importante de los estudios sobre la noche es precisamente el económico, porque influye en los procesos de cambio de las ciudades y en la forma en que las personas se relacionan.
“En efecto, todo lo que se conoce como entretenimiento nocturno genera recursos para las ciudades, como impuestos y porque emplea a mucha gente”, dice Alejandro Mercado Celis, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
Ahora bien, los empleos en bares y otros locales que atienden de noche requieren ser estudiados porque no son trabajos comunes y corrientes.
Este tipo de empleos tiene efectos en la salud, a causa de la privación del sueño, pero también en las relaciones de los trabajadores con sus familias y con su vida social, porque ese espacio donde los demás conviven, para ellos es un espacio de trabajo.
También hay empleos indirectos, como los taxistas, los choferes de Uber y las personas que venden comida en las cercanías de estos lugares.
El estudio de la vida nocturna de las ciudades tiene muchas aristas. Una es el turismo cultural y el entretenimiento nocturno. Las ciudades con una vida nocturna atractiva y culturalmente relevante atraen mucho turismo, lo que genera ingresos.
Por otro lado, hay una serie de problemas que es necesario atender, los cuales muchas veces no son bien comprendidos porque se los ve como una cuestión punitiva.
“La economía nocturna tiene una dimensión de seguridad muy complicada, por las condiciones en las que ocurre el uso de la población de los espacios públicos, de la oscuridad, del consumo de alcohol”, dice Mercado Celis.
“También está la cuestión del género, porque la noche es muy complicada para las mujeres en ciertas condiciones y en ciertos espacios, y eso tampoco está muy bien entendido. Incluso se les culpa por salir de noche”.
La vida nocturna también genera problemas políticos. El ruido en la noche, por ejemplo, es un conflicto entre quienes quieren dormir y quienes quieren divertirse. Esto crea una serie de inconvenientes que afectan la gobernanza, la economía, el empleo y la convivencia en las ciudades contemporáneas.
La vida nocturna en la Ciudad de México
“La Ciudad de México tiene una vida nocturna muy diversa y abundante, y si bien encontramos distintas opciones en diversas zonas de la ciudad, hay distritos que concentran estas actividades, como la alcaldía Cuauhtémoc, que es la zona con más oferta cultural y de entretenimiento nocturno”, dice el investigador.
Por el tamaño de la ciudad y por las condiciones socioeconómicas tan diversas, hay zonas que carecen de esta oferta. Por ejemplo, la periferia no tiene la misma oferta de entretenimiento que las zonas más céntricas de la ciudad, y en estas últimas la movilidad nocturna es más problemática.
Para los jóvenes que viven en los municipios conurbados, moverse en la noche hacia el centro de la ciudad es más complicado. Y regresar a sus casas es aún más difícil. Aunque en los últimos años en algunos municipios han surgido espacios de diversión nocturna, no es suficiente.
La oferta cultural se ha transformado con los años
“La oferta cultural actual es muy diferente a la de hace 40 años, cuando los lugares de música en vivo para los jóvenes eran muy pocos y las autoridades no simpatizaban con ese tipo de espacios. Todo eso ha cambiado, pues ahora hay una oferta muy amplia para los jóvenes, para las escenas musicales en toda la ciudad”.
Además de esos grandes cambios en cuanto a los espacios, tampoco dejan de transformarse las culturas de la noche y las culturas juveniles.
Y aunque hay zonas que no han dejado de mantener una concentración de vida nocturna, esa concentración también ha ido cambiando. Por un lado, los centros nocturnos abren, cierran, cambian el estilo de música; por otro, cambian los perfiles, la forma en que la gente baila y cómo se viste. Todo eso se ha ido transformando con el tiempo, generando las culturas y las subculturas de la noche en la ciudad.
“Entre más grandes son las ciudades, más subculturas generan. Y la Ciudad de México no es la excepción”.
Aunque en el centro hay mucha más oferta de actividad nocturna, en la periferia de la Ciudad de México hay una red de lugares muy importantes en los que se mueven los grupos.
A medida que se fueron consolidando los municipios, surgió una vida propia que atiende la necesidad de divertirse en la noche, incluso en zonas problemáticas, con altos índices de inseguridad.
“Pero aun así, la gente genera formas de entretenimiento nocturno, porque es parte de la vida social y de la vida de las personas y de las comunidades: las celebraciones, las bodas, las fiestas de 15 años… todo esto tiene que salir y expresarse, y eso se va logrando poco a poco”.

“Creo que debería haber un impulso y un reconocimiento a la necesidad de la vida nocturna en todas partes. En los últimos años, en los planes de desarrollo urbano en la Ciudad de México no se menciona o se menciona muy poco a la noche. Ahí hay un problema”, considera el investigador.
Y agregó que, aunque el tema de la vida nocturna es difícil de manejar políticamente, porque hay gente que está a favor y gente que está en contra, “alrededor del mundo, esto ya se está resolviendo”.
Trabajadores de la noche
“Hace unos años escribí un texto sobre la gobernanza de la noche en la Ciudad de México, y en parte identifiqué a los actores que participan, porque no solo son los lugares a donde uno entra, sino cómo se llega ahí (en taxis, en Uber…)”, explica el académico. “También está la comida nocturna, porque cuando uno sale a las dos de la mañana se encuentra al puesto de la esquina o los tacos que están abiertos 24 horas. Hay una serie de servicios a nuestra disposición”.
Muchas veces la noche se consume en etapas. Por ejemplo, los jóvenes se reúnen en casa de un amigo y de ahí se van a un bar, después a bailar, luego a comer algo.
“Es como un tour nocturno, en el que hay muchísimas cosas que están pasando al mismo tiempo y en el que hay mucha gente que vive de ello”.
La vida nocturna de hoy, muy diferente a la de hace 40 años
“En la década de 1970, después del 68, en el país, en particular en la Ciudad de México, se restringió mucho la oferta de entretenimiento nocturno para los jóvenes, lo que generó particularidades en la noche de nuestra ciudad. Una fue el uso de los espacios privados para las fiestas y para las reuniones”, dice Mercado Celis.
Después del concierto de Avándaro en 1971, prohibieron el rock en la ciudad y las bandas se fueron a la periferia. Esto dio lugar al surgimiento de los hoyos funky, lugares en los que los jóvenes de los municipios conurbados organizaban ‘toquines’ para oír a grupos de rock locales en bodegas con suelo de tierra, terrenos o incluso en casas particulares.
“Eso es parte de la historia de la ciudad; los hoyos funky fueron importantes por sostener una escena musical propia de la Ciudad de México, de donde salieron grupos que después fueron influyentes. Y, aunque no al mismo tiempo, en la zona de Satélite, en el Estado de México, hubo un movimiento en el que surgieron bandas que básicamente tocaban en casas, en terrenos, en una serie de lugares un poco informales”.
Esto empezó a cambiar a finales de la década de 1980, cuando aparecieron lugares en los que se tocaba música en vivo, muy escasos pero que fueron muy importantes para la segunda oleada de bandas: Café Tacuba, Caifanes, Maldita Vecindad, Botellita de Jerez, entre muchos otros nombres.
“Con esta nueva ola de grupos se empezó a construir otra noche. Pero otro aspecto que a veces no se toma en cuenta es el de otro tipo de minorías, por ejemplo, el movimiento gay y de sexualidad alternativa”, señala Mercado Celis.

La historia nocturna de este sector de la población se remite a la puesta en marcha de sus primeros lugares secretos, donde, además de entretenimiento, se fueron construyendo identidades y acciones políticas para la comunidad LGBT.
“Pensados como un espacio de diversión nocturna y de producción cultural, fueron una innovación muy importante y con efectos muy fuertes”, puntualizó el especialista universitario.
Ideas destacadas
- La vida nocturna tiene un impacto económico, social y cultural en las ciudades.
- La seguridad y la equidad de género son aspectos clave en el estudio de la noche.
- La oferta de entretenimiento ha cambiado significativamente en las últimas décadas.