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APRENDE A VENCER LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS

  • Identifica las “banderas rojas” que señalan si les haces frente o tu respuesta es ineficaz: Luis Fernando Borja Hernández
  • El universitario sugirió un “kit de herramientas” para luchar de manera efectiva 

En la vida hay que saber afrontar la ansiedad y el estrés; evitarlos tiene un costo porque nos aleja de los que es importante para nosotros, externó el jefe de Departamento de Instrumentos de Orientación, de la
Dirección General de Orientación y Atención Educativa, de la UNAM, Luis Fernando Borja Hernández.



Definió algunas “banderas rojas” que indican si estamos luchando en su contra o tenemos un patrón ineficaz de respuesta:

Problemas físicos (dolor de cabeza, fatiga, alteraciones de sueño, inflamación, opresión en el pecho); emocionales (apatía, inquietud, tristeza, enojo, falta de concentración, estado de ánimo cambiante); y
conductuales (afectaciones en el apetito, uso de sustancias legales o ilegales, aislamiento, pensamientos negativos repetitivos o rumiación, distracción, descuido).

Entre las consecuencias del estrés mal manejado están la facilidad para enfermarnos, dificultades de sueño e inestabilidad fisiológica (nauseas, dolores; problemas musculares, gatrointestinales y en el estado de ánimo), precisó.

En la conferencia Ansiedad y estrés: ¡Cómo gestionarlos sin que te controlen!, dijo que la curva de estrés incluye los niveles de “poco”, “positivo”, “demasiado” y Burnout. Se le clasifica como “bueno” o eustrés
cuando es una respuesta armónica dentro de los parámetros adecuados, por ejemplo cuando nos ponemos un reto académico; tolerable; y el distrés, el más peligroso que termina en el desgaste. “Hay
que notar cómo está nuestro termómetro”.

Comentó que al enfrentar un estresor hay cuatro posibles respuestas: tratar de solucionar el reto, regularnos emocionalmente, tener paciencia ante la dificultad o sentirnos mal. “El punto es adquirir estrategias de tolerancia al malestar, de regulación emocional o de solución de problemas”.

Los estresores, abundó, pueden ser medioambientales (como el ruido o el calor); acumulativos; vitales (enfermar, por ejemplo); organizacionales (llevarme mal con mi equipo); personales; interpersonales; comunitarios; o de tipo académico.

En esos casos, prosiguió, hay que emplear el “kit de herramientas” para encararlo de manera efectiva y sus efectos: para el cuerpo, respiración, alimentación, ejercicio e higiene del sueño; en el caso de la mente, priorizar, identificar metas y valores, mindfulness (técnica demeditación); por lo que respecta a las emociones, una red de apoyo o atención especializada. También son funcionales la asertividad,
solución de problemas, observar límites y acercarse a lo importante, entre otros aspectos.

El estrés, explicó, es una respuesta inespecífica que tenemos a cualquier demanda del medio; “ocurre siempre que tenemos un desafío, grande o pequeño”.

Por eso es importante conocer la división funcional del sistema nervioso central. “Tenemos el sistema simpático (de activación: taquicardia,aumento de la respiración, sudoración, ganas de ir al baño) y el
parasimpático (especie de freno o desacelerador), y hay que aprender a utilizarlos porque si no quitamos el ´pie del acelerador´ es probable que entremos en una curva de fatiga”, alertó.

Nuestro cerebro no evolucionó para que seamos felices, sino para que podamos sobrevivir, y con el mismo mecanismo con el que nuestros ancestros huían de los depredadores, enfrentamos los estresores actuales. En lugar de tigres, hoy son factores que generan estrés de tipo social, académico, etcétera.

La ansiedad y el estrés son parte de la vida y tenemos que aprender a lidiar con ellos. No obstante, solemos esquivar emociones o experiencias, por ejemplo el miedo, la tristeza o el enojo. “Es importante
identificarlas, porque si somos conscientes de lo que evitamos podemos comenzar a notar un patrón y hacer algo distinto”.

Cuando vienen a la mente pensamientos o sentimientos que son como las “malas hierbas” podemos sobrepensar, fumar, utilizar alguna sustancia, ver series, dormir, jugar, practicar videojuegos o comer. Pero también acercarnos a lo valioso que hay en nuestra vida; se trata de una elección, finalizó.