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Ciencia ciudadana para la agricultura del futuro

A partir de un estudio reciente realizado en Nicaragua, Etiopía e India, unos científicos proponen aplicar los conceptos de ciencia ciudadana para hacer partícipes a las personas agricultoras en procesos de investigación cuyos resultados les ayudarían a adaptarse a los efectos negativos del cambio climático.

Las condiciones climáticas nuevas y en rápida evolución provocadas por el cambio climático requieren que los agricultores reemplacen sus variedades de cultivos con más frecuencia que en el pasado. Pero cada vez que los agricultores cambian una variedad, se arriesgan. ¿Cómo pueden saber si una nueva variedad crecerá bien en su granja? Los agricultores necesitan información que tenga en cuenta sus condiciones locales, y la necesitan rápidamente.

El nuevo estudio fue publicado en PNAS y muestra cómo los propios agricultores pueden participar en estudios científicos para acelerar la generación de información sobre la adaptación de variedades.

Jacob van Etten, uno de los autores principales del estudio, explica cómo se originó la idea. “Este trabajo comenzó con la idea de que, en las ciencias agrícolas, podríamos aprender de ecólogos y científicos ambientales que obtienen comentarios masivos de científicos ciudadanos (campesinos, expertos en el tema). Con la cantidad de personas que contribuyen, pueden hacer un seguimiento del impacto del cambio climático a medida que ocurre, para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático“.

Durante varias temporadas de crecimiento, los autores organizaron rondas de experimentación en granjas con tres especies de cultivos diferentes, en Nicaragua, Etiopía e India. Aplicaron un enfoque de ciencia ciudadana llamado tricot (una tríada). En la evaluación, cada agricultor siembra semillas de un paquete de prueba personalizado de tres variedades, que se asignan al azar de un grupo más grande de variedades probadas.

Los autores realizaron un seguimiento de las variedades de semillas y la ubicación de las parcelas. Pero los experimentos en sí mismos dependieron de los agricultores, que generaron datos al plantar un total de 12 mil 409 parcelas. Un sencillo formato de comentarios basado en la clasificación permite que incluso los agricultores con bajo nivel de alfabetización puedan contribuir con sus datos de evaluación a través de varios canales, incluidos los teléfonos móviles.

Luego, los autores vincularon los datos generados por los agricultores a través de sus coordenadas geográficas con datos agroclimáticos y de suelo. “Los resultados fueron muy positivos. Para nuestros tres países, nuestros modelos muestran que existe un vínculo muy claro entre el rendimiento de la variedad y el clima: una sola variable climática puede explicar el comportamiento de las variedades, y los resultados se correspondieron bien con lo que sabemos la tolerancia al estrés de estas variedades. También podríamos generar recomendaciones para diferentes zonas agroclimáticas“, dice Kauê de Sousa, uno de los autores del estudio.

Este estudio no solo confirmó que nuestra idea inicial era correcta y que la ciencia ciudadana puede ayudar a los agricultores a adaptarse a las variaciones del clima. También, mostró el enorme potencial de la ciencia ciudadana en la agricultura, que es todo un campo por descubrir“, concluyó van Etten.