Cuenta la leyenda que cuando nació Jesús los tres reyes conocidos como Melchor, Gaspar y Baltazar siguieron la estrella de Belén para guiarse en su camino y encontrar al futuro rey, pero ¿de verdad existió ese astro?
De acuerdo con Julieta Fierro, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, la estrella de Belén existió. “En primer lugar debemos recordar que los hebreos eran nómadas y pasaron una larga temporada en Egipto”.
En este país, cuando nacía un bebé en la fecha del 21 de diciembre, le ponían una estrella en la cuna, porque se trata de la noche más larga y a partir de ahí se van acortando y los días se alargan hasta que llega la primavera.
De acuerdo con los registros de la vida de Nerón, que está muy bien documentada, se piensa que en el año cuatro antes de Cristo nació el niño Jesús.
A Nerón le llegó un presagio sobre un pequeño hebreo que lo iba a destronar y se asustó. “Mandó a traer unos sabios de oriente para que buscaran evidencia del nacimiento del niño”.
Los tres sabios lo encontraron y le hicieron un regalo: mirra, incienso y oro. Los dos primeros son bactericidas muy importantes. “Para las mujeres recién paridas era muy importante tener esas sustancias, para así asearse y no padecer muerte puerperal, se trataba de un regalo extraordinario”.
No obstante, los magos se asustaron por las amenazas de Nerón y huyeron, pero desde entonces surgió la tradición de la visita de los reyes magos a los niños.
¿Y dónde estaba la estrella de Belén? Se trataba de Júpiter, Saturno y Marte, que se ven como estrellas a simple vista, pero cuando pasan muy cerca se da una conjunción triple y parecen un solo astro.
“Y esta es la explicación de cuál fue esta gran estrella que guió a los reyes magos”, concluyó la investigadora universitaria.