Una práctica ancestral con nuevos beneficios
A lo largo de la historia, el baile ha sido una manifestación artística esencial, pero también una forma de comunicación, ritual y celebración. Desde las danzas tribales de las civilizaciones antiguas hasta las expresiones coreográficas contemporáneas, el arte del movimiento ha evolucionado, reflejando los cambios culturales, sociales y espirituales de cada época.

En la antigüedad, muchas culturas lo utilizaban para rendir tributo a los dioses, narrar historias o fortalecer la identidad comunitaria. Hoy esta práctica ha dado lugar a una vasta diversidad de estilos y técnicas que enriquecen el panorama dancístico global.
Ciencia y neurobiología del movimiento
Más allá de su valor artístico y cultural, el baile ha adquirido una nueva dimensión: se ha consolidado como una herramienta poderosa para liberar tensiones y mejorar el bienestar emocional. En una sociedad marcada por el ritmo acelerado y el estrés cotidiano, bailar se presenta como una vía efectiva para canalizar emociones, cuidar la salud física y mental, y crear un espacio de expresión personal y alegría.
Diversas investigaciones recientes respaldan esta visión. Este año, un estudio realizado por un equipo interdisciplinario de investigadores de la Universidad Radboud (Países Bajos), la Universidad de Roehampton, la Universidad de Surrey (Reino Unido) y la Universidad del Sur de Dinamarca analizó cómo el simple acto de moverse al ritmo de la música cumple una función elemental en la vida: desestresarnos.
Para profundizar en estos hallazgos, la maestra Angélica Larios Delgado, académica de la Facultad de Psicología, colaboró con UNAM Global. En su participación, destacó que el baile, más allá de ser una expresión artística o recreativa, representa una valiosa herramienta para mejorar la salud física, mental y emocional.
“Lo mejor de todo es que es una práctica accesible para todos, que no requiere preparación profesional y que, al realizarse de forma espontánea o en grupo, genera beneficios profundos y comprobables en quienes la practican”, agregó.
El baile como estrategia de salud integral
Desde el punto de vista físico, bailar activa el cuerpo, mejora la condición física y ayuda a prevenir enfermedades asociadas al sedentarismo. Nuestro organismo está biológicamente diseñado para moverse, y el baile cumple con esta función de manera natural y placentera.

En el plano emocional, el baile promueve el bienestar y el equilibrio gracias a la combinación de movimiento físico, música estimulante y conexión social. El cerebro, al recibir estos estímulos, libera neurotransmisores como dopamina, endorfinas y serotonina.
“La música, además, tiene un impacto profundo en el estado de ánimo. Ciertas melodías y ritmos activan áreas específicas del cerebro relacionadas con la memoria, el placer y las emociones. Así, bailar al ritmo de una canción favorita puede evocar recuerdos positivos, reforzar la identidad personal y generar sensaciones placenteras”, explicó Larios Delgado.
Otro gran beneficio del baile es su capacidad para fomentar la integración social. Bailar en pareja o en grupo fortalece los lazos afectivos, promueve la empatía, la cooperación y la comunicación. Esto es especialmente valioso en adultos mayores, quienes encuentran en el baile un espacio para convivir, compartir y mantenerse activos emocional y socialmente.
Emoción, memoria y conexión social
La combinación de estos factores, de acuerdo con los investigadores europeos, permite que la danza impacte positivamente en la capacidad de las personas para afrontar el estrés.
El movimiento físico inherente a la danza desempeña un papel clave en la regulación del estrés y en la promoción del bienestar integral. Al igual que otras formas de ejercicio, bailar reduce la percepción de factores estresantes.
Desde una perspectiva neurobiológica, el baile estimula la liberación de neurotransmisores como endorfinas y dopamina, directamente asociados con la sensación de recompensa, placer y bienestar. Estos efectos también ayudan a modular el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), que regula las respuestas fisiológicas al estrés. En consecuencia, bailar no solo mejora el estado de ánimo, sino que también puede reducir significativamente los niveles de ansiedad y tensión.
Una propuesta para el bienestar cotidiano
Por todo lo anterior, la académica de la Facultad de Psicología destacó que es fundamental considerar al baile no solo como entretenimiento, sino como una estrategia efectiva de promoción de la salud integral. Recomendó incorporarlo en programas de bienestar laboral, actividades comunitarias o rutinas personales con el fin de cuidar nuestra mente y cuerpo.
“El baile genera beneficios profundos y comprobables”.
“No solo mejora el estado de ánimo, también reduce la ansiedad”.
“Moverse al ritmo de la música ayuda al cuerpo y a la mente”.

¡A bailar!
Lejos de ser una simple expresión artística o un pasatiempo, el baile se revela como una herramienta integral para el bienestar humano. A través de los siglos, ha servido como vehículo de conexión espiritual, social y emocional, y en la actualidad, la ciencia respalda sus múltiples beneficios para la salud física y mental. Por ello, es necesario incluir esta actividad como una alternativa accesible y saludable en la vida cotidiana.