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Bacalar: un paraíso con un pasado de piratería

Ubicado en el estado de Quintana Roo, Bacalar es un pueblo que ha ganado popularidad en los últimos años gracias a su impresionante laguna. Este cuerpo de agua, que se extiende aproximadamente 42 kilómetros de largo y tiene entre 1 y 2 kilómetros de ancho, cautiva a los visitantes con sus vibrantes tonos azules. Junto a la laguna, se encuentra el Cenote Azul, un destino ideal para nadar y practicar buceo.

Sin embargo, más allá de sus atractivos naturales, entre los cuales también se incluye la Isla de los Pájaros, Bacalar esconde un pasado marcado por las historias de piratas. Al ser un punto estratégico en las rutas comerciales, el pueblo fue blanco constante de ataques de corsarios ingleses, franceses y holandeses. Hoy en día, es posible explorar vestigios de esa época, como el Fuerte de San Felipe de Bacalar y el famoso Canal de los Piratas.

El Dr. Carlos Conover Blancas, investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF) de la UNAM, ha dedicado parte de su tiempo a estudiar este período. Según sus investigaciones, Bacalar fue un escenario donde los españoles tuvieron que enfrentarse no solo a los piratas, sino también a los británicos establecidos en la región del Walix (actualmente Belice).

Bacalar antes de los piratas

Originalmente, Bacalar era conocido por los mayas como Sian Ka’an Bakhalal, que en lengua maya significa ‘Lugar rodeado de carrizos donde nace el cielo’. Este nombre, además de expresar su ubicación junto a la laguna, reflejaba su belleza natural y su importancia simbólica.

Debido a su posición geográfica, Bacalar fue un enclave crucial para el Imperio maya, ya que formaba parte de una ruta comercial que conectaba ciudades importantes en Quintana Roo, la península de Yucatán, Chiapas y Guatemala.

Entre las ciudades que mantenían relaciones comerciales en esta zona se encontraban Tikal (Guatemala), Calakmul (Campeche) e Ichkabal (a unos 40 kilómetros al oeste de la laguna de Bacalar). Además, Bacalar servía como punto de encuentro entre las ciudades mayas del norte, como Chichén Itzá, y las del sur, como Uaxactún en Guatemala. Esta red comercial facilitaba el intercambio de productos como sal, textiles, cerámica, cacao y otros bienes de gran valor.

La llegada de los españoles y el auge del contrabando

Aunque muchos asentamientos mayas fueron abandonados a finales del siglo IX, Bacalar mantuvo su relevancia durante el período posclásico (900 d. C. – 1521). La llegada de los españoles en 1543 marcó un nuevo capítulo en su historia, aunque no fue un proceso sencillo. Los mayas, quienes aún controlaban la región, opusieron resistencia a la invasión. Además, los constantes ataques de piratas complicaron aún más la colonización, que finalmente se consolidó dos años después de la llegada de los españoles.

Sin embargo, explica el Dr. Conover Blancas, el control español sobre Bacalar nunca fue absoluto. La región seguía siendo asediada por los mayas, los piratas y los cortadores de palo de tinte ingleses. Estos factores, sumados a la creciente influencia británica en la zona del Walix (Belice), debilitaron el dominio español. A finales del siglo XVII, los británicos comenzaron a establecer asentamientos en la región, extendiendo su influencia hacia Bacalar. A pesar de ello, los españoles insistían en considerar esta área como parte de sus territorios.

Debido a que la fuerte presencia de ingleses en el territorio bacalarense representaba un peligro importante para la corona española, los españoles volvieron a este territorio durante las décadas de 1720 y 1730. En ese lapso y en años posteriores, edificaron un presidio que hasta el día de hoy sigue en pie y es parte importante de la narrativa de piratería que existió alrededor de Bacalar.

Una construcción que habla del pasado

Actualmente es un museo de piratería, pero durante el conflicto anglo-español, el Fuerte de San Felipe de Bacalar fue construido para proteger a la población local y las rutas comerciales de la región. Su ubicación en la orilla de la laguna de Bacalar le permitió servir como una fortificación defensiva donde los soldados españoles podían vigilar el horizonte y anticiparse a cualquier ataque.

Este fuerte, comenta el experto del IIF, tiene una planta rectangular con muros gruesos de piedra, típicos de las construcciones militares de la época, y cuenta con cuatro bastiones. Aunque su diseño es básico, estaba pensado para resistir ataques con artillería y fue dotado de varios cañones para repeler a los piratas y enemigos. El fuerte contaba también con un foso que lo rodeaba, lo que proporcionaba una mayor protección.

El aspecto más relevante de esta edificación es su mirador, ya que se podía observar el horizonte de la laguna y sus alrededores, una ventaja importante para detectar cualquier acercamiento de barcos enemigos.

Necesario tener más trabajos sobre nuestra frontera sur

La historia de Bacalar durante el conflicto entre la Nueva España y Gran Bretaña es explorada por el Dr. Conover Blancas en su libro La llave del Imperio. San Felipe Bacalar ante los establecimientos británicos del Walix.

El especialista universitario explicó que uno de los principales motivos para realizar esta investigación fue poner atención a los eventos históricos que han sucedido en nuestra frontera sur, sobre todo ante el contexto actual, en el que estamos viendo un fenómeno importante de migración. “Conocer nuestro pasado nos permite valorar nuestra cultura, aprender de los desafíos que enfrentaron nuestros antepasados y, al mismo tiempo, nos da la oportunidad de construir un futuro más consciente, justo y equitativo”, dijo.

Bacalar hoy en día es un destino turístico de gran atractivo, pues es un lugar donde la belleza natural se entrelaza con las historias de un enclave maya y un fuerte inexpugnable frente a los piratas y los conflictos coloniales.