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Amenaza invisible: 240,000 nanoplásticos en un litro de agua

La contaminación medioambiental por plásticos no deja de crecer. Los resistentes polímeros sintéticos con los que están fabricados les permiten permanecer sin degradarse durante mucho tiempo. Ahora se ha descubierto algo aún más grave: los nanoplásticos, basura pulverizada que puede llegar a nuestras células.

Aunque desde hace tiempo los expertos han estado convencidos de que diminutas partículas de plástico están alrededor de nosotros, no se contaba con alguna técnica o método que pudiera detectarlos directamente. El pasado lunes 8 de enero se publicó un estudio en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences sobre una nueva técnica para detectar plásticos de manera muy rápida e identificar su tamaño y composición. Los autores encontraron en promedio 240,000 partículas de plástico en una botella de agua de un litro, una cantidad mayor a la que se había reportado en otros estudios. La importancia de este trabajo es que, si se pueden detectar estas nanopartículas, entonces es posible estudiarlas.

Como toda esa basura puede llegar a las corrientes de agua, entra en nuestros pulmones y termina en nuestros estómagos a través de los alimentos y bebidas. En un trabajo que se publicó en 2018 se encontró que en un litro de agua había diez mil partículas de microplásticos, pero ahora se habla de nanopartículas.

El tamaño y la complejidad del nanoplástico

“De entrada, creo que el principal problema en la parte del nanoplástico es el tamaño de las partículas, que se agrega al problema de la contaminación”, dice Jorge Feliciano Ontiveros Cuadras, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología. Estamos rodeados de plástico; hay partículas flotando en el aire de las cuales la mayor parte se clasifican en microplásticos o nanoplásticos o plásticos de fuentes secundarias, explica el académico universitario. Estos plásticos proceden de la degradación de plásticos más grandes que, por la acción de la luz ultravioleta y de las condiciones ambientales, se fragmentan y cada vez se van haciendo más pequeños.

“Pero cuando entramos al tamaño nano el problema se hace más complejo porque, para empezar, no tenemos la capacidad para analizar con detalle cada una de estas partículas, como sí lo hacemos con los microplásticos”. Cuando los investigadores hacen trabajo de campo, toman una muestra de agua o una muestra de arena. “Al separar el plástico vamos midiendo una a una cada micropartícula, pero cuando entramos al nivel nano, tenemos una desventaja tecnológica y no lo podemos hacer. Los autores del artículo, que está muy bien hecho, aunque explican cómo hicieron todo este desarrollo metodológico y sus mediciones, no pueden contar partícula por partícula”.

Los plásticos como vectores de otros contaminantes

Otro problema del plástico es que puede ser un vector o medio de transporte para otros contaminantes. Cuando una partícula plástica sale al ambiente, interactúa con un montón de cosas y va arrastrando otros contaminantes que no forman parte del plástico pero que tienen la capacidad de adherirse a estas partículas, sobre todo en el medio marino. En la literatura sobre el tema se señala que, a través de las partículas plásticas en los ecosistemas marinos, hay un transporte de contaminantes. Una vez que estas partículas plásticas son liberadas en su superficie, se empieza a desarrollar una película orgánica que tiene la capacidad de retener a otros contaminantes, como metales o compuestos orgánicos persistentes que ya están en el agua.

Con esta cubierta orgánica el plástico va acumulando todos esos contaminantes conforme se mueve del punto A al punto B, explica el investigador. Otra cosa que pasa es que muchos plásticos a medida que se degradan liberan algunas moléculas conocidas como plastificantes que están dentro de sus estructuras. “Estoy pensando en fenoles y ftalatos, que también tienen un efecto directo en la salud de los organismos y de los ecosistemas en general”.

“Imaginemos que una partícula de plástico viaja a través de una corriente marina ―agrega―. Por un lado, está acumulando los contaminantes del medio y, por el otro, es susceptible de liberar contaminantes desde su interior. Ésta es una de las grandes preocupaciones que hay con la basura plástica en los océanos del mundo”.

Volviendo a los nanoplásticos, el investigador afirmó que se debe tener muy claro que al disminuir el tamaño de la partícula, es decir, al pasar del micro al nanoplástico, es más complicado determinar qué tipo de polímero tenemos en la muestra. Una de las técnicas que más se utiliza para determinar los polímeros en estos estudios de contaminación por plásticos es el FTIR, que es la espectroscopia infrarroja.

“En el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología tenemos un muy buen equipo para caracterizar polímeros de hasta diez micras, que es el límite inferior. Pero el manejo de esa muestra es complejo”. “Precisamente por todas estas fuentes de contaminación ―que pueden ser el aire que nos rodea, la tierra, el agua―, pasar a la parte del nanoplástico es tan complicado que no se cuenta con metodologías homologadas, es decir, una metodología que la comunidad científica mundial utilice para recolectar las muestras y separar el plástico, porque esto está muy incipiente”.

Ciencia de frontera

“Definitivamente, lo que está haciendo el grupo de trabajo de Columbia [los autores del artículo al que hacíamos referencia] es ciencia de frontera, porque son los primeros datos, las primeras caracterizaciones de nanoplásticos. Pero creo que hay que ir con cuidado en el manejo de la información porque puede suceder que en la difusión periodística se den datos erróneos”. Al leer el artículo, que es muy técnico, se observa que el grupo que lo escribió tuvo mucho cuidado incluso en las palabras que utilizaba, y que a grandes rasgos describe cómo hicieron la separación de esas nanopartículas y cómo las caracterizaron. Pero en ocasiones eso se pierde cuando pasa del artículo científico a un texto periodístico.

Como decíamos, un error común en los textos periodísticos u otro medio de información es cierta confusión respecto a las cifras. Cuando los científicos hacen trabajo de campo, toman una muestra, la caracterizan y cuentan las partículas; después se extrapola por unidad de área o por la masa seca de la muestra, si es arena. De esta manera, los números comienzan a crecer.

“Contamos cuatro o cinco partículas, pero cuando eso lo llevamos a unidad de masa o por área, se ven números más grandes. Por eso me iría con cuidado, porque puede causar pánico en la gente. En ocasiones he escuchado que en noticieros televisivos se dice: ‘se encontraron tantas partículas de plástico en el aire y esto significa que una persona en equis tiempo está consumiendo plástico equivalente a una tarjeta bancaria’. No es posible que lo extrapolen así”.

Plásticos en las costas mexicanas

“Lo que he visto con el grupo de colaboradores con los que he estado realizando algunos estudios, sobre todo en la zona de costa, es que siempre que salimos a tomar muestras aparecen plásticos, siempre. Aunque todavía no sabemos al cien por ciento cuál es el efecto en la salud humana”, comentó Ontiveros Cuadras. En un trabajo que todavía no fue publicado, él y otros investigadores monitorearon de 2020 a 2021 las playas de Mazatlán, Sinaloa; en concreto: la arena de playa y el agua superficial marina.

“Fue un muestreo mes a mes en cinco playas: tres dentro del estero de Urías y dos en la bahía de Mazatlán, para las arenas. También, para arrastres de aguas superficiales: uno en la bahía de Mazatlán, uno dentro del estero de Urías y uno en una zona alejada unos cinco kilómetros mar adentro. En todas las muestras siempre encontramos plástico. Uno de los colegas hizo un modelo hidrodinámico en el que explica cómo se comportan estos plásticos en la bahía de Mazatlán”.

Metales y metaloides en el agua

“Mi área de investigación es la contaminación por metales y metaloides. Cuando le hablas de metales, mucha gente dice que eso es de la minería, que es algo que no les llega, que no les afecta. Pero, al igual que el plástico, los metales están en todos lados, incluso en los alimentos que no son de origen marino, los que se obtienen de la tierra”, explicó el experto universitario.

Plástico en las costas de Latinoamérica

En 2018, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) invitó a Ontiveros Cuadras a colaborar en un proyecto multinacional para el monitoreo de microplásticos en el ambiente costero. Dicho trabajo requería el desarrollo de metodologías homologadas para los países participantes.

“Es un proyecto en el que participaron 14 o 15 países de Latinoamérica, y en el cierre del proyecto, en diciembre del 2023 en Cuba, presentamos los resultados de cada país. En toda la zona costera de los países participantes se encontró plástico”.

Una parte de la solución está en nosotros

“Si nos vamos un poco atrás, pensemos en cómo llegaron estos plásticos a nuestras aguas marinas, a nuestras aguas continentales, porque los plásticos están en todos lados”, indicó el académico universitario. De acuerdo con Ontiveros Cuadras, es indispensable que todos seamos más conscientes de nuestros hábitos de consumo. “Eso es muy importante porque muchos plásticos que llegan a los ecosistemas terrestres y acuáticos son plásticos de un solo uso que pudimos evitar que fueran a parar ahí”.

“Por eso celebro tener un diálogo más directo con los lectores y hablar del gran problema que está ahí. Es muy difícil encontrar materiales que sustituyan al plástico, pero sí podemos consumir una cantidad menor de este material. Por ejemplo, cuando vayamos al supermercado, podemos llevar una bolsa de material reciclado que utilicemos varias veces, en lugar de emplear bolsas de plástico de un solo uso”, finalizó el investigador universitario.


Ideas destacadas

  • Descubrimiento y estudio de los nanoplásticos, una forma más grave de contaminación plástica.
  • La dificultad en la detección y análisis de las nanopartículas de plástico.
  • Los plásticos como vectores de otros contaminantes en el medio ambiente.
  • La complejidad en el manejo de la información científica y su difusión en medios periodísticos.
  • La presencia constante de plásticos en las costas mexicanas y su impacto aún desconocido en la salud humana.
  • La importancia de la conciencia y cambio en los hábitos de consumo para reducir la contaminación por plásticos.