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Actuar ya: claves para afrontar la escasez de agua

A finales de enero, la Comisión Nacional del Agua informó que el agua almacenada en las presas del Sistema Cutzamala (El Bosque, Valle de Bravo y Villa Victoria) será suficiente solo hasta el 26 de junio de 2024.

La escasez de agua en algunas colonias de la Ciudad de México ha provocado manifestaciones y bloqueos de vías importantes por parte de los vecinos que, desde hace semanas, no reciben agua, mientras que en otras colonias, sus habitantes adquieren agua en pipas para llenar sus cisternas.

“No acabamos de entender que el hecho de que tengamos agua se debe a que la naturaleza funciona. En cambio, la escasez de agua está relacionada con que hemos sobreexplotado las fuentes de abastecimiento que nos brindan los ecosistemas”, explica Ana Cecilia Espinosa García, del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) en el Instituto de Ecología de la UNAM.

El proceso físico que constituye el ciclo del agua en general consiste en la precipitación de agua y de nieve, evaporación, transpiración de las plantas y condensación. Junto con los cuerpos de agua, es la fuente de donde tomamos el líquido vital para nuestros usos.

“Nos hemos organizado en sociedades y fundamos ciudades, centros urbanos en los que diseñamos un servicio con toda una infraestructura para distribuir agua a sus habitantes, como tanques de almacenamiento, bombas de extracción y redes de distribución”, explica la investigadora.

Esta infraestructura forma parte de un servicio con el que cubrimos nuestras necesidades de agua, necesidades que no todas son prioritarias. Por ejemplo, utilizamos agua potable para lavar los patios en nuestras casas o para lavar el coche, y con este tipo de usos hemos incrementado nuestras necesidades de agua.

“De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el agua que necesitamos para sobrevivir en condiciones de higiene no va más allá de entre cincuenta y cien litros diarios por persona; sin embargo, por el estilo de vida que llevamos, nuestro consumo por persona alcanza 300 litros al día”, dice Espinosa García.

Por este uso desmedido del agua, llega el momento en que ya no alcanza para todos, lo cual es muy evidente durante la temporada de secas.

“El problema crece porque todos deseamos tener agua las 24 horas del día durante los siete días de la semana, lo que resulta poco real considerando las condiciones de densidad poblacional, infraestructura hidráulica y afectación de las fuentes de abastecimiento de varias ciudades del país”.

En la Ciudad de México, en particular, que los habitantes de algunas zonas tengan agua las 24 horas durante los siete días de la semana hace que en otra zona pasen incluso meses sin agua, como en el oriente, donde reciben agua por “tandeos”.

Esos son los costos, si unos tienen agua a diario, otros no pueden tenerla.

“Asumiendo que ya estamos en esta condición, y queremos seguir viviendo de esta manera en una ciudad tan concentrada, pues hay que asumir los costos que pueden traducirse en no tener agua las 24 horas del día todos los días, pero todos, no solo unos. Esa es la situación”, considera la académica.

Algunos consejos para conservar el agua

Espinosa García considera que debemos tener al menos un poco de interés en el otro, porque si uno gasta agua en lo que no es primordial, el otro se queda sin agua para beber. El agua que uno ahorra en su casa va a beneficiar a otros.

“Si de verdad el agua que estoy recibiendo en mi casa o en mi colonia es muy poca, pues no me voy a poner a lavar las sábanas y la ropa que quizá pueda dejar para otro momento en el que el agua esté disponible”, apunta la especialista universitaria.

Algo que también debemos hacer en casa para ahorrar agua es lo que se ha comentado desde hace años: no bañarnos con la llave abierta todo el tiempo.

“Considero importante hacer una evaluación de si es necesario bañarnos diario; es decir, ya estamos en un punto en el que debemos pensar si realmente necesitamos el baño cotidiano. Si concluimos que sí, entonces que sea un baño corto, de cinco minutos. No se trata de ir contra los hábitos de las personas, pero sí de tener conciencia de que el agua que están gastando innecesariamente les está faltando a otras personas. Deben ser baños muy rápidos, y en la medida de lo posible que no sean a diario”, expresa Espinosa García.

Los hábitos dentro de la familia

Modificar la manera como lavamos los trastes en casa también ayuda a conservar el agua. Por ejemplo, juntar los trastes sucios del día para lavarlos en la noche hace que gastemos menos agua.

En cuanto a lavar la ropa, es conveniente hacerlo cuando haya agua suficiente para lavar; si hay poca agua, podemos esperar un poco. Además, las cargas de las lavadoras deben estar completas, y no lavar solo una o dos prendas.

“En épocas de crisis, cuando ya no nos llega el agua a la casa, el uso del sanitario debe ser óptimo. Por ejemplo, si en casa estamos desechando solo orina, no bajar a la palanca con una sola micción. Esta es una práctica común en algunas zonas de la ciudad que se puede implementar en otras”, explica la académica.

Recoger el agua con la que nos bañamos y usarla en el sanitario también es una práctica común en muchas zonas de la ciudad en las que el agua es escasa.

Recordemos que las actividades que más consumen agua dentro de un domicilio son el lavado de ropa y bañarse.

“Cuando ya no cae agua de la regadera, la alternativa es el baño que conocemos como ‘a jicarazos’; de esta manera nos damos cuenta que con una cubeta de agua podemos bañarnos. Esa práctica muchos la hemos vivido”.

Prácticas creativas para ahorro de agua en crisis

“En la Ciudad de México, en Iztapalapa, por ejemplo, los hábitos que ha desarrollado la población como respuesta al desabasto y escasez de agua son muy valiosas; se trata de adaptaciones de quien vive en esas condiciones y que pueden ser aprendidas por personas que estén enfrentando el mismo problema”, comenta Espinosa García.

Al usar la lavadora, por ejemplo, podemos adquirir el hábito de recoger el agua de desecho para reutilizarla. “En la medida de lo posible, el agua que se desecha de la lavadora también se puede usar en la taza del baño”.

Por otro lado, para evitar el desperdicio de agua, en casa debemos estar atentos a las pequeñas fugas. Una de las más comunes es el sapito dentro del depósito de agua de las tazas del baño; se daña con frecuencia y por ahí se desperdicia mucha agua, sin que nos demos cuenta.

Otra fuga es la del agua que sigue goteando de las regaderas o de las llaves en los fregaderos y lavabos después de que las cerramos. Aquí lo único que se necesita es cambiar sus empaques.

Necesitamos adaptarnos a la escasez de agua

“Creo que es muy importante estar interesados y participar en la medida de lo posible en resolver el problema, porque cuando no hay agua estamos enojados, protestamos y vamos contra quien sea. Son reacciones legítimas, pero si no entendemos por qué no hay agua, viviremos enojados sin buscar opciones o soluciones del problema, ya sea por falta de agua en las fuentes de abastecimiento, por infraestructura insuficiente o mal manejo de un recurso escaso”.

“Debemos aceptar que no hay agua suficiente y ver cómo hacemos para que nos alcance, y adaptarnos a la escasez. Frente a una situación en la que la disponibilidad del recurso es muy limitada, la estrategia es la adaptación”, finalizó la investigadora.

Ideas destacadas

  • Escasez de agua en el Sistema Cutzamala y su impacto en la Ciudad de México.
  • Consejos de Ana Cecilia Espinosa García para conservar el agua.
  • Importancia de adaptar hábitos familiares para un uso más eficiente del agua.
  • Creatividad en prácticas de ahorro y reutilización del agua durante las crisis.
  • Necesidad de adaptación y participación activa para enfrentar la escasez de agua.