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El idioma de los tatuajes

Lo más profundo que hay en el hombre es la piel.

La idea fija / Paul Válery

 

Además de la lengua, existen otros sistemas de comunicación que hacen más preciso nuestro pensamiento, como el lenguaje no verbal, instrumento de poder que aumenta nuestro campo de acción. Enunciar algo, sea con palabras o de otras maneras, equivale a crear el mundo.

Cuando el ser humano no utiliza la palabra para expresarse, en ocasiones usa su cuerpo como lienzo para ello, una práctica primitiva utilizada por diferentes culturas desde hace más de 5 mil años. La historia de Ötzi da cuenta de ello.

De acuerdo con Julio Casillas Ledesma, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, “el ser humano siempre ha querido decorar su cuerpo: alrededor de 12.5 millones de mexicanos han aceptado estar tatuados”.

En un mundo donde todo es instantáneo y cambiante, lo curioso del comportamiento de quienes se tatúan es representar en el cuerpo la huella de aquello ausente que “quedará fijo por el resto de su vida”, como el amor que se perdió.

“En el psicoanálisis, todo acaba en el cuerpo. El tatuaje completa una parte simbólica. Es una marca que narra lo que no se puede decir, como los acontecimientos dolorosos”. Sin embargo, existen también aquéllos que muestran logros, historias que se quieren recordar toda la vida.

Casillas Ledesma acotó que existen ciertos grupos cerrados que tienen en los tatuajes un código de comunicación que simboliza algo profundo y jerárquico. Al significar algo específico, habrá tatuajes que no puede portar cualquier persona —así sea del mismo círculo social—. El tatuaje ofrece identidad y pertenencia.

Por tanto, al ser un trabajo colaborativo entre el tatuador y el tatuado, en el ejercicio de “rayar” también va inmersa la forma de expresión de quien lo realiza. “Cuando pasas por algo así, el tatuaje te abre algo interno que empiezas a profundizar, es otra manera de ver las cosas. Eso solamente lo entiende quien lo haya hecho”.

Sin embargo, casos como el de Auschwitz muestran el despojo de identidad que puede sufrir una persona.

Los tatuajes hechos en los campos de concentración cumplieron su objetivo: “arrebatarles su piel, es decir, su identidad. Y no hay nada peor que le puedan hacer a un ser humano que arrebatarle su piel”.