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Brasil, al filo de la dictadura

Todos los días, desde el 7 de abril, integrantes de movimientos de izquierda y simpatizantes inconformes con el arresto de Luiz Inácio Lula da Silva, le dan los buenos días y las buenas noches al expresidente brasileño.

Irónicamente, el edificio donde se encuentra aislado se inauguró durante su mandato presidencial para dar autonomía a la Policía Federal, señaló Regina Crespo Franzoni, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM.

“Lula vive en condiciones precarias, en una celda de 15 metros cuadrados y en solitario: le han impedido recibir visitas”.

Para la académica brasileña, es curioso que Lula no tenga la posibilidad y el derecho como ciudadano de recibir visitas. La jueza a cargo de su caso impidió que el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, así como Leonardo Boff y una comisión de gobernadores y senadores lo visitaran.

“¿Qué pasa con Brasil? ¿Estamos ahora en una dictadura?”. La pregunta es pertinente porque en algunos meses Brasil tendrá elecciones y desde 2013 ese país ya no es el mismo. Tanto Lula da Silva como los movimientos de izquierda han sido objeto de una campaña masiva de fomento a la violencia. “Tal parece que el poder Judicial se mancomunó con el poder Ejecutivo”.

Desde su perspectiva, Brasil está pasando por un “desmonte” de la política de bienestar social y de una reforma laboral que está llevándose a cabo en contra del país.

“Se está desmontando la Petrobras, se quiere vender la Electrobras; se está desmontando todo lo que se hizo en términos de empresa pública, y lo que tenemos es una agenda neoliberal y un alineamiento de Brasil a lo que Estados Unidos y las grandes multinacionales definen como ‘nuestra agenda económica’, que por definición no es nuestra, es la suya. Es decir, no existe una agenda de una política pensada para Brasil y para los brasileños”.

Para Crespo Franzoni, Dilma Rousseff fue alejada del poder por personas que le quitan a la población sus derechos de existir y que, prácticamente, regalan las empresas públicas y nacionales a países extranjeros y multinacionales.

Todo lo que se ha hecho hasta el momento es un proceso fraudulento para quitar al único candidato capaz de evitar que el país camine hacia una crisis sin precedentes, aseveró.

Sin embargo, lo que ocurre en el país sudamericano también se está esparciendo por toda América Latina, resaltó la especialista.

A pesar de que el proceso de Lula da Silva está lleno de inconsistencias jurídicas -el departamento por el que está preso fue puesto en subasta-, hay elementos en la Constitución brasileña que le permiten registrar su candidatura a la presidencia del país y hacer campaña, pero si no es Lula, puede ser otro candidato de izquierda.

De acuerdo con un estudio realizado en marzo pasado por el instituto MDA, Lula da Silva lidera las encuestas con el 32 por ciento de las preferencias, no obstante, el exgobernante seguirá en la prisión. La segunda sala concluyó que no era válido el recurso de habeas corpus presentado por su defensa a mediados de abril y negó por unanimidad su excarcelación.

Ante la negativa del fallo, el exmandatario envió una carta a la senadora Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores, en la cual ratificó su candidatura presidencial y reiteró que el desistir -de la candidatura- sería como asumir que cometió un crimen.

“Los días pasan y la pregunta que me hago es qué futuro tendrá América Latina. No soy optimista, pero debo tener esperanza. Quizá algunos que tienen mi edad recuerdan que en nuestra juventud luchamos contra una dictadura, y que es probable que envejezcamos en medio de otra, pero la lucha tiene que seguir, concluyó Crespo Franzoni.