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Bacterias marinas para controlar enfermedades en tomates

El marchitamiento vascular en cultivos de tomates, es una de las enfermedades que más se presenta en tomates y causa grandes pérdidas de estos cultivos, debido a que el hongo que la produce posee estructuras de resistencia que le permiten perdurar en el suelo hasta por seis años.

Con el objetivo de controlar el organismo que la origina, la bacterióloga Diana Marcela Vinchira, candidata a doctora en Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), analizó varios tipos de bacterias recuperadas de ambientes marinos con potencial biotecnológico en estas plantaciones.

Estudiante de Doctorado en Biotecnología de la U.N. Foto: UN
Estudiante de Doctorado en Biotecnología de la U.N. Foto: Unimedios

Ella explica que el objetivo de su investigación era encontrar una bacteria que evitara el desarrollo de hongos en las plantaciones y estudiar la interacción entre el vegetal, el patógeno (organismo que causa el marchitamiento vascular), en este caso Fusarium oxysporum, y una bacteria antagonista.

El fusarium penetra en la planta a nivel del suelo, ya sea por el tallo o las raíces superficiales, y luego por el sistema vascular de la planta; cuando ha penetrado ocasiona un amarillamiento en las hojas basales, que luego se marchitan y mueren.

Para ello se hizo un proceso de recolección de muestras de diferentes organismos en el arrecife coralino de Santa Catalina y Providencia y en otras zonas aledañas. Allí se tomaron muestras de esponjas, microalgas, corales, sedimentos, manglares y arena coralina.

Luego fueron trasladadas al laboratorio para generar una colección de bacterias cuyas muestras se colocaron en cultivos con nutrientes que favorecían su crecimiento.

“Cuando la bacteria crecía la recuperábamos, es decir sacábamos una colonia y la purificábamos. Luego hacíamos un banco de trabajo para conservarla en el tiempo lo más cercana posible a sus condiciones originales. La congelábamos a -80°C y ahí permanecía para ser estudiada”, explica la investigadora.

Para analizar el potencial de una de las bacterias se realizó un ensayo destructivo en condiciones genotobióticas o controladas, que consistía en introducir el microrganismo, llamado Paenibacillus, y la planta de tomate, Solanum lycopersicum, de variedad Margoble, en una estructura llena de vermiculita, una sustancia mineral que se esterilizaba para que no tuviera ningún otro microorganismo.

“Cada día sacábamos cinco plantas e íbamos cortando la raíz, la macerábamos, hacíamos diluciones y las sembrábamos en los mismos medios de cultivo originales. En esa muestra contábamos cuanto había crecido la bacteria”, indica la bacterióloga Vinchira.

Después de los análisis en laboratorio se logró identificar que, por ahora, de las 152 bacterias estudiadas, 13 de ellas tienen capacidad de colonizar la rizósfera de las plantas de tomate y pueden ser usadas como un biocontrolador.

“Estamos realizando los ensayos a nivel invernadero con las bacterias seleccionadas para identificar cuál de ellas tiene el mejor efecto, es decir la que más reduzca la enfermedad en los tomates.

Una vez seleccionadas se realizará el estudio de interacción, ya que como se trata de una bacteria que no es de ambiente terrestre, se debe establecer si la respuesta cambia mucho en la planta”, afirma.