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América Latina: la irrupción de actores sociales y procesos de regresión

América Latina en los últimos meses ha vivido uno de los periodos más intensos en sus luchas sociales. Millones de personas han salido a las calles, se han ido a huelga y enfrentado a la policía. Se generaron procesos de subjetivación en el que múltiples actores sociales cuestionan el orden establecido y configuran nuevos horizontes.  También los sectores más conservadores han entrado en escena. La extrema derecha se ha desplegado como no lo hacía en mucho tiempo.

El proceso está en marcha y la disputa entre los diferentes sujetos está muy lejos de definirse. Aquí hago énfasis en los actores que están movilizados y me pregunto en qué medida podemos hablar de un ciclo general en el proceso político de la región.

 

Del reggeaton en Puerto Rico a la whipala en Bolivia

Las movilizaciones sociales abarcan a varios países y se han involucrado sectores sociales muy diversos: de los indígenas en Ecuador o Bolivia a los estudiantes colombianos o artistas puertorriqueños. La diversidad de los actores expresa la heterogeneidad política y cultural que existe en la región.

En Puerto Rico, las protestas fueron encabezadas por los jóvenes y contaron con el apoyo simbólico de cantantes muy reconocidos como Bad Bunny, Residente e incluso Ricky Martin. El detonante de la acción colectiva fueron unos comentarios homofóbicos del gobernador Ricardo Rosello, pero las demandas iban mucho más lejos y reflejaban un hartazgo frente a la corrupción y las políticas antisociales. Se trató de un actor nuevo, inesperado, en el que millones de jóvenes salieron a las calles. El movimiento fue tan masivo y contó con tanta legitimidad que en unas cuantas semanas el gobernador tuvo que renunciar.

Por su parte en Haití, las protestas frente a un aumento en el precio de la gasolina también fueron iniciadas por los jóvenes a través de las redes sociales, pero desembocaron rápidamente en una alianza pluriclasista. Organizaciones cívicas y  de derechos humanos se sumaron a las protestas junto con sectores populares que han instalado barricadas y se han enfrentado a las fuerzas represivas. Hasta ahora se tienen registrados más de 40 personas fallecidas durante los enfrentamientos.

En Ecuador las movilizaciones también se gestaron ante el alza de los precios de la gasolina, pero con un entramado organizativo dominado por las comunidades indígenas. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) con su larga tradición de lucha y sus formas comunitarias fue el sostén de las protestas que cercaron la capital. El gobierno de Lenín Moreno tuvo que echar atrás su paquete de medidas económicas neoliberales.

Por su parte en Chile, uno de los países con mayor estabilidad económica, los estudiantes fueron quienes iniciaron las protestas ante el aumento en el costo del transporte público. Muy pronto otros actores como sindicatos y organizaciones populares se sumaron a las movilizaciones que exigieron un cambio profundo en el modelo político y económico. Las luchas se están organizando de manera autónoma y cuestionan los viejos consensos que, durante décadas, permitieron que muchos elementos de la dictadura de Pinochet se perpetuaran en el orden político. Por eso una de sus demandas es una nueva Constitución.

De manera similar en Colombia una coalición muy amplia de organizaciones estudiantiles, sindicales y populares se ha movilizado en contra de las medidas económicas del gobierno de Duque. El 21 de noviembre se organizó un paro nacional que movilizó a millones de estudiantes y trabajadores por todo el país. La respuesta del gobierno ha sido muy represiva, declarando toques de queda y sacando a los policías a las calles.

También estos meses se han caracterizado por las movilizaciones feministas en toda la región. En Argentina  en la marea verde miles de mujeres se han movilizado para defender la legalización y la despenalización del aborto. En México las protestas en contra de la violencia de género se han hecho presentes en muchas universidades y calles de varias ciudades.

Finalmente, en Bolivia la crisis política llegó a los niveles más dramáticos. Lo que inició como un conflicto postelectoral, derivó rápidamente en un Golpe de Estado. Siguiendo una tradición histórica de luchas sociales muy larga, se movilizaron los indígenas, sindicatos, pobladores urbanos de El Alto y otras zonas populares y un sinnúmero de organizaciones populares. Del otro lado, en apoyo al golpe también se desplegaron organizaciones con un discurso religioso y de derecha como el del Comité Cívico de Santa Cruz. El conflicto está lejos de resolverse y la represión ha dejado decenas de muertos. Sin duda, la intervención de los militares para imponer un nuevo gobierno es uno de los peores retrocesos políticos que se están viviendo en la región.

Así, en las acciones colectivas se han expresado una gran cantidad de actores sociales: los indígenas con sus formas comunitarias, los estudiantes y los jóvenes con su festividad y el manejo de las redes sociales, los sindicatos y las organizaciones populares. Se trata de una emergencia de actores heterogéneos pero que tienen en común el cuestionamiento a sistemas políticos que no estaban estableciendo relaciones democráticas con sus sociedades. El problema es que las alternativas tampoco están claras y en ese contexto, se asoman grupos conservadores y de extrema derecha.

¿Un ciclo común en la región?

El ascenso en las movilizaciones sociales abarcó a una diversidad de países y de actores que es difícil equipararlos en un mismo proceso. Sin embargo no se puede negar el efecto de contagio que los movimientos han tenido entre sí. Aunque se trata de realidades locales muy diferentes hay que preguntarnos si es posible agrupar estas luchas en un mismo ciclo.

Antes de la irrupción de estos movimientos algunos investigadores ya hablaban de ciclos en la región. El primero a principios del siglo con el agotamiento del modelo neoliberal y la irrupción de una serie de luchas sociales como la Guerra del Agua (2000) y del Gas (2003) en Bolivia y el alzamiento popular argentino de diciembre del 2001. Después el ciclo de gobiernos progresistas que hicieron algunos cambios y construyeron estabilidad por más de una década. Finalmente, a partir del 2015 se comenzó a hablar del agotamiento del ciclo progresista con la derrota de algunos gobiernos de este signo ideológico en la región.

Hoy, con la irrupción de un nuevo proceso de luchas parece que la situación es mucho más incierta e inestable. Junto a la emergencia de actores sociales que promueven la ampliación de derechos sociales y cuestionan al neoliberalismo, también emergen los grupos evangélicos y otros de extrema derecha.

No está claro cómo se van a resolver muchos de los conflictos sociopolíticos que se intensificaron en los últimos meses. Lo que sí podemos observar es la riqueza y la complejidad cultural de los sujetos que están emergiendo en la sociedad civil latinoamericana. Los movimientos indígenas, estudiantiles, sindicales, feministas y populares constituyen actores que enriquecen y dinamizan la vida política de la región. Enfrentan, sin embargo, actores conservadores y gobiernos que en muchos casos han decidido enfrentar sus demandas a través de la represión. Por eso es momento de impulsar la solidaridad y afianzar a los movimientos sociales que hoy son no sólo son un dique frente a la extrema derecha sino que también significan la posibilidad de un cambio de modelo y la ampliación de los derechos sociales.

[1] Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la FFyL.