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“Allá en la Costa Grande” cuestiona la realidad de México

Hace cuatro años, cuando Erick Rams eligió a Zihuatanejo como destino para vacacionar, no imaginaba que durante su visita el huracán Manuel azotaría al estado de Guerrero y que esto lo obligaría, primero, a quedar varado en el puerto, y mucho menos que se involucraría a tal nivel con esa ciudad que ya no regresaría a casa; en vez de ello se estableció ahí y comenzó a grabar un largometraje documental que recién ve la luz, titulado Allá en la Costa Grande.

“Lo que vi aquel septiembre de 2013 fue una bahía llena de basura y hasta llegué a pensar que el sitio no era tan agradable como decían, pero el responsable de esa fealdad era el fenómeno meteorológico. Más tarde, en pláticas de café o de calle la gente me compartió su preocupación por el daño en las playas y por cómo se ha ido agravando la violencia del narco, dos aspectos inquietantes para quienes viven del turismo. Como documentalista intuí que ahí había algo interesante y decidí tomar la cámara y filmar”.

A decir del cineasta, al narrar cualquier historia que tenga a Guerrero por escenario es fácil caer la tentación de retratar paisajes descarnados de delincuencia y muertos, o realidades maquilladas con fiestas y cuartos de hotel ocupados. “Optar por una opción u otra falsea las cosas, porque la vida en la región transcurre en un lugar impreciso entre estos dos extremos y los guerrerenses no se despiertan pensando en cifras de criminalidad o índices de turismo, sino en cómo llevar su día a día. Para evitar este error opté por hablar con los habitantes y entablar con ellos un diálogo franco”.

Con apoyo de Guillermo Tapia, productor del programa Resistencia modulada de Radio UNAM y encargado de la parte sonora del largometraje, Rams ideó una estrategia para echar a andar el proyecto tal como lo había concebido y sin recurrir a capitales que, tarde o temprano, limitarían su libertad y le acarrearían compromisos.

“Pudimos haber filmado algo sólo con el afán de ganar dinero y hablar de la cara bonita del turismo, pero ése no era el objetivo, sino acercarnos a la realidad de Zihuatanejo e intentar entender el porqué de sus condiciones actuales. Para ello lanzamos una campaña en Fondeadora y poco a poco la gente comenzó a aportar. También hubo empresarios, extranjeros y artistas que nos donaron obras, aunque todo tomó vuelo cuando una productora de Morelia, Sinestesia, se interesó en nuestra propuesta y se nos unió”.

¿Un lugar para olvidar o un lugar olvidado?

Andy Dufresne, protagonista de la novela Rita Hayworth y la redención de Shawshank, de Stephen King, decía sobre Zihuatanejo: “Es un pequeño lugar a unos 30 kilómetros de Playa Azul y a unos 160 al noroeste de Acapulco, en la costa del Pacífico. ¿Sabes lo que dicen los mexicanos del Pacífico? Que no tiene memoria y por eso quiero acabar mis días allí. En un lugar cálido y sin memoria”.

Para Erick Rams, que esta ciudad conserve su espíritu pueblerino y cierta aura de paraíso recuperado ha hecho que en el imaginario de la gente este puerto sea un paraje donde es posible olvidarse de todo. “Lo paradójico es que, al mismo tiempo, se encuentra en un estado donde se han registrado hechos tan oscuros como la matanza de Aguas Blancas, por lo que, en el mismo imaginario colectivo, Guerrero es también un estado olvidado”.

A fin comprender cómo se ha ido configurando este escenario en el que vicios y prácticas históricas se repiten justo por la desmemoria, Allá en la Costa Grande le apuesta a recuperar el devenir de la región y, como parte de este ejercicio, en algún momento se remonta cinco mil años atrás para hablar de las civilizaciones locales y de las estrategias de quienes tienen el poder para dominar al pueblo.

“Con el correr de los siglos observamos un denominador común: la prevalencia de una suerte de cacicazgos. De hecho, se asegura que Guerrero fue fundado por petición expresa de un grupo de caciques que deseaban un territorio sobre el cual ejercer un poder casi irrestricto. Esto ha hecho que en los casi 170 años de la fundación del estado haya una cifra escandalosa, pues alrededor de 10 gobernadores han renunciado por malos manejos y corrupción; el caso más reciente es el de Ángel Aguirre Rivero, quien dimitió en 2014 por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa”.

Sobre las razones de poner en pantalla este decurso histórico, Rams señaló que todo se debe a su inquietud por conocer lo que hay detrás de un lugar como Zihuatanejo y también por su vocación de colocar la lupa donde nadie más lo hace. “Todo documentalista es, antes que nada, un observador”.

Zihuatanejo, espejo de México

Allá en la Costa Grande tuvo una función de preestreno el domingo 2 de abril en la cancha municipal de Zihuatanejo (espacio para jugar basquetbol que se ha convertido en la principal plaza pública del poblado) ante 400 personas, lo que para Rams fue una especie de prueba de fuego porque los primeros en ver el largometraje fueron justo sus protagonistas, quienes rápidamente emitieron su juicio.

“Desde un inicio se notaba la tensión, había mucha curiosidad entre la gente. Al apagarse el proyector había opiniones divididas, ya que muchos lugareños estaban satisfechos con el sesgo crítico del filme y otros se decepcionaron al no ver una apología del puerto, algo imposible, pues la base misma de todo documental es el conflicto”.

Más que una fotografía, lo que Rams quiso crear fue un mosaico de Zihuatanejo y por ello en el largometraje lo mismo se habla del deterioro ecológico, las tradiciones, la herencia prehispánica, la situación política, la presencia del narco o del Partenón, la faraónica construcción erigida por el exjefe de policía Arturo El Negro Durazo que, por su fastuosidad, despilfarro y estilo abigarrado es considerado un monumento a la corrupción en México.

Y todos estos temas no son producto de un guion, sino de la inquietud de la gente, pues a fin de hacer un retrato fidedigno el cineasta entrevistó a los personajes más emblemáticos y con más raigambre de la ciudad, como a un domador de cocodrilos, a un científico ambientalista de la UNAM o un hombre al que todos llaman Tarzán, es decir, a esas personas que no pueden ir por la calle sin ser reconocidas por todos los zihuatanejenses.

“A fin de tomarle el pulso a la ciudad evité hablar con políticos y así fueron surgiendo estos elementos que nos dicen tanto de un lugar y sus realidades, pero que también nos permiten transitar de lo micro a lo macro, porque al contar la historia de Zihuatanejo es inevitable aludir a la de México. Si explicamos cómo los viejos regímenes y cacicazgos se han perpetuado en Guerrero ¿alguien puede evitar establecer símiles con el gobierno a nivel federal?, o al referirnos al Partenón de El Negro Durazo e intentar entender cómo alguien con salario de servidor público se hizo de una propiedad tan costosa, ¿a quién no le viene a la mente la Casa Blanca de Peña Nieto?”.

Recientemente el estado de Guerrero le otorgó a Erick Rams un reconocimiento en el ámbito de la cultura y las artes por Allá en la Costa Grande y ya comenzaron las gestiones para su distribución en todo el país a partir de julio de 2018, aunque la obra ya fue proyectada en la Muestra Internacional de Cine Documental de Tlaxcala y en una función para prensa en la Cineteca Nacional.

“A veces me preguntan que si me gusta tanto Zihuatanejo por qué hablar de sus problemas y siempre respondo lo mismo, si ventilo estos asuntos es porque en el fondo quiero que se resuelvan. Nada me gustaría más que llegar al día en que pueda decir ni vean este este documental, las cosas mejoraron y ya es un trabajo obsoleto”.