Debido a que en 2024 celebramos que el Observatorio Astronómico Nacional cumple 95 años y es el 50 aniversario de la inauguración del Observatorio Astronómico Nacional en la Sierra de San Pedro Mártir en Baja California, es el momento propicio para destacar la importancia de la astronomía que se realiza desde México.
A la ciencia la mueve la curiosidad. Y pocos retos son tan apasionantes e interesantes como el estudio del universo, sus componentes y evolución. La ciencia básica tiene como objetivo avanzar en conocimiento, comprender las leyes de la naturaleza y además ¡proporcionar el placer que implica entender! Si el conocimiento y la tecnología que generan las ciencias básicas se vinculan con la industria, ésta logra transformarlos en innovación: soluciones a problemas prácticos que beneficien a millones.
La astronomía suele ser tan atractiva por la belleza de los astros. Es como una canción, podemos no entender la letra, pero nos fascina, nos emociona. El estudio del universo se puede abordar desde varias disciplinas.
La historia, que registra y reconoce las mentes que con tanto esfuerzo fueron identificando la posición de los astros, analizando sus movimientos, comprendiendo lo que son. Los griegos y árabes les dieron nombres, los mayas dedicaron sitios espléndidos en su honor y predijeron la ocurrencia de eclipses con siglos de antelación, Einstein descubrió la curvatura del espacio-tiempo, la existencia de agujeros de gusano y creó la famosa fórmula E = mc2 que explica la fuente de energía de las estrellas y el origen del universo. Los calendarios se basan en ciclos astronómicos que se repiten: la sucesión del día y la noche, las fases de la Luna, el paso de las estaciones. Incluso algunos nombres de los días de la semana se asignaron en honor de astros brillantes del cielo: lunes de la Luna, martes de Marte y domingo, día del Sol, Sunday en inglés.
La biología, pues ahora más que nunca hay numerosos proyectos para la búsqueda de vida extraterrestre en el sistema solar, como en Marte y algunas lunas de Júpiter, Saturno y Urano, donde existen mares subterráneos. Al igual que en la Tierra, donde hay agua hay vida, aun en sitios tan extremos como los desiertos, laderas cubiertas de hielo, fuentes hidrotermales tanto superficiales como submarinas, en otros mundos menos favorecidos que el nuestro podría haber formas novedosas de vida. Y no se diga de la cantidad de telescopios tanto espaciales como terrestres que han descubierto más de cinco mil planetas extrasolares, algunos tan interesantes como la Tierra en sus distintas etapas de evolución. México cuenta con un telescopio robotizado en San Pedro Mártir para descubrir planetas extrasolares.
Las matemáticas, con su poder analítico puesto al servicio de problemas complicados que representan de manera tan elegante, son el lenguaje de la naturaleza; sin ellas no habría astrofísica. Además, ahora con las computadoras cuánticas que utilizan ese lenguaje ampliaremos nuestras posibilidades de resol- ver problemas cada vez más complejos, no sólo los astronómicos.
La química, que explica cómo se forman los nuevos elementos durante la evolución estelar a partir del hidrógeno y del helio originados después de la Gran Explosión, y que estudia las moléculas de agua y otros compuestos en el medio interestelar tan importantes para la vida, también aporta conocimiento a la astronomía.
La física, que describe las leyes y el funcionamiento de la naturaleza de manera refinada, aplicable, predictiva, bella. Es la herramienta moderna de la astrofísica, sucesora de la astronomía.
En los 95 años de actividades del Observatorio Astronómico Nacional, México ha aportado conocimiento básico para la comprensión del universo, analizando la radiación que nos llega desde el espacio. La distancia a los astros es tan inmensa que la radiación que podemos observar a simple vista es mínima, pues la luz nos llega muy atenuada. Por eso es necesario ampliar nuestras pupilas, construir inmensos embudos para captar la radiación: los telescopios. Por fortuna México ha contado con un conjunto de telescopios que forman parte del Observatorio Astronómico Nacional de la UNAM. Ahora también tenemos astro- físicos que analizan las ondas gravitacionales, un regalo que nos hizo el cosmos para develar sus secretos.
La escuela de astrofísica mexicana ha tenido la virtud de aprender a resolver problemas empleando las herramientas que tiene a su disposición, no sólo equipando a nuestros observatorios con instrumental de vanguardia sino colocándolos en telescopios de otros sitios, lo cual ha facilitado investigar sobre los problemas fundamentales de la astronomía internacional.
En México se aprobó la ley del cielo para garantizar que los observatorios sigan siendo sitios con cielos oscuros sin contaminación lumínica ni chatarra espacial.
La calidad de la astrofísica mexicana está basada en el arbitraje riguroso, internacional, de sus trabajos, a lo cual ha abonado el enorme prestigio de sus investigadores. Son tantos los grandes astrónomos mexicanos que cualquier lista sería injusta. Vale la pena mencionar que una gran astrónoma mexicana fue presidenta de la Unión Astronómica Internacional y varios colegas han sido miembros de El Colegio Nacional.
La difusión de la cultura, que incluye la cultura astronómica, una de las funciones sustantivas de la UNAM, ha cobrado cada vez más fuerza, y por eso se han creado organismos relevantes como la Dirección General de Divulgación de la Ciencia y el Instituto de Astronomía del que forma parte el Observatorio Astronómico Nacional, que ha contribuido de manera fundamental al avance del conocimiento de gran diversidad de astros y del universo en su conjunto.