Una obra que no trata de nada, pero con la que se pueden identificar todos, así es como Bernardo Gamboa describe a la pieza Yo es eso que no soy, que se presentará del 1 al 12 de agosto en el Museo Universitario del Chopo y, además, lo hará en un espacio inusual, “pues no estaremos en ninguno de los foros tradicionales, sino en el lobby compartido por la sala del cine y por el teatro del lugar”.
Sobre por qué elegir ese sitio, el director y miembro de la compañía Teatro Bola de Carne señala que, al visitar las instalaciones, le pareció que dicha área era la idónea por su parecido con una gran alberca blanca. “Nos permite estar más cerca de la gente a fin de que ésta se conecte con los desplazamientos, ademanes y gestos de los actores para que, sin darse cuenta, ellos también se muevan, porque una de las cosas con las que trabajamos es con las neuronas espejo, capaces de activar el cuerpo del público sin que éste se percate y sin recurrir, en ningún momento, al contacto físico”.
Aunque Yo es eso que no soy tendrá su estreno en este recinto de la UNAM, los artistas hicieron representaciones más cortas en un foro del Centro Histórico, ante un auditorio reducido y, a decir de Gamboa, el resultado fue grato, pues desde personas mayores hasta infantes se vincularon con la representación de maneras no anticipadas.
“Pese a estar en la butaca, el público se mantuvo activo y vibraba con nosotros, movía sus pies y manos. La meta de los actores era usar sus voces, acciones y miradas para adentrarse en el cuerpo, músculos, corazón y tejido nervioso de los espectadores y lo logramos. Ahí decidimos que era momento de buscar un espacio más grande y ahora estamos aquí, en el Museo del Chopo”.
Sobre qué verán quienes asistan a las funciones, Gamboa detalló que a cinco protagonistas de edades muy diferentes —desde una niña de nueve años hasta una mujer de 60— realizando acciones familiares a cualquiera, pero que, como no responden a una practicidad y aparentemente son inútiles, no reparamos en ellas.
“Al ir a la playa, descansar o jugar, nuestra mente viaja sin que le prestemos atención y el cuerpo reacciona en concordancia, sin que la lógica lo detecte. De ahí que todos puedan identificarse con lo visto sin poder explicarlo. Esto no ha sido normado por la cultura ni desglosado por el lenguaje y por eso no lo asumimos como nuestro, pese a estar en nosotros, de ahí el nombre de Yo es eso que no soy”.
El arte como espejo
Cuando una madre presencia la primera sonrisa de su bebé se emociona tanto que, para volver a ver esa mueca, gesticula, casi indicándole cómo repetirla. Él, por su parte, al ver a su mamá levantar las comisuras de su boca la imita y, al constatar que con ese mínimo movimiento de labios ella se alegra y le hace mimos, lo hace de nuevo. Así, sin ser consciente, cada que le sonríen el niño sonríe.
“No tengo un doctorado en el tema, pero más o menos así funcionan las neuronas espejo en los humanos —y en los animales se observa algo parecido—. Aprovechando este fenómeno trabajamos la obra a fin de explorar las marginalidades del cuerpo, justo esas que no entran en un discurso y, no obstante, nos hacen vibrar a todos”.
Para Bernardo Gamboa es preciso aclarar que, aunque la base de esta pieza son los movimientos, acompañados de pocas palabras insertadas de modo fugaz, no se trata de una apuesta dancística. “Esto cae más en el terreno del teatro, pues más que perseguir una esteticidad en las poses, deseamos provocar una reacción”.
Con este fin, los cinco actores se valdrán de elementos de jarciería multicolor —“de esos ofertados en cualquier tianguis”— a fin de acentuar lo común y de jugar con el contraste provocado por cubetas, tinas, palanganas, coladores y embudos de tonos encendidos al ser colocados en un gran foro vacío, frío y blanco.
Sobre por qué crear algo tan poco ortodoxo, Gamboa explica que se debe a una máxima seguida por el grupo: la de que la teatralidad aún tiene posibilidades y es preciso mantenerla fértil y abierta. “Creemos en la juventud del teatro, no en su vejez y conformismo, y por ello mezclamos elementos a fin de lograr algo distinto. No hay nada nuevo bajo el Sol; sin embargo, hay distintas estrategias de acomodo para que éste ilumine y proyecte sombra de formas jamás vistas”.
El objetivo de la compañía fue la de crear una pieza sin argumento y, pese a ello, Gamboa cree que esta propuesta, en el fondo, sí trata de algo. “Mientras más reflexiono me parece que estamos narrando la historia de un movimiento energético que corre por el espacio y el tiempo y esto, de alguna manera, nos acerca a lo más esencial del humano: su energía, su tejido nervioso, su carne y sus sentimientos”.
Yo es eso que no soy se presentará los jueves 2 y 9 y los viernes 3 y 10 de agosto a las 20 horas; los sábados 4 y 11 a las siete de la noche, y los domingos 5 y 12 a las seis de la tarde. La entrada es gratuita. Además, los miércoles 1 y 8 de agosto, en punto de las 19 horas, habrá activaciones de la instalación, en las que el público podrá interactuar, de tú a tú, con los cinco actores.