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Transplante de células madre “reprogramadas” podría tratar el Parkinson

Un equipo de investigación dirigido por Tetsuji Sekiya, de la Escuela de Medicina para Graduados de la Universidad de Kyoto, propone un nuevo método de tratamiento, el “trasplante superficial” de células madre “reprogramadas”, para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

El reemplazo de las neuronas perdidas con el trasplante de células ha sido estudiado durante mucho tiempo como un tratamiento para los trastornos neurodegenerativos, como la lesión de la médula espinal, la enfermedad de Parkinson y la ELA.

La terapia con células madre pluripotentes inducidas (iPS), que se desarrollan al reprogramar las células de los tejidos corporales como la piel, de donantes anónimos, para que vuelvan a un estado de tipo embrionario, desde el cual pueden transformarse en otros tipos de células. Los científicos Jun Takahashi y sus colegas de la Universidad de Kyoto utilizan la técnica para transformar las células iPS en precursoras de las neuronas que producen el neurotransmisor dopamina. La escasez de neuronas que producen dopamina en personas con la enfermedad de Parkinson puede provocar temblores y dificultad para caminar.

Sin embargo, numerosos obstáculos para la aplicación clínica completa de dicho trasplante siguen siendo altos. Por ejemplo, se cree que la cicatriz glial -que se genera después de la muerte neuronal en el sistema nervioso central (SNC)- inhibe fuertemente la regeneración neuronal.

Tradicionalmente, la inyección de células intraparenquimatosas (infusión forzada y directa de células donantes en el tejido nervioso) se había considerado la mejor manera de reponer células al huésped. Las desventajas de las inyecciones intraparenquimatosas son numerosas, como la inflamación local, las lesiones neuronales/vasculares mecánicas y el posible crecimiento incontrolable de la masa celular del donante. Además, es difícil estimar el número óptimo de células donadoras para la reparación del tejido dañado.

“Estas desventajas podrían evitarse utilizando el trasplante de superficie”, explica Testuji Sekiya. “Curiosamente, fue la cicatriz glial la que proporcionó las señales estructurales y bioquímicas necesarias para que las células donantes se trasplantaran en la superficie del tejido nervioso enfermo”.

Luego, en 2015, Sekiya y sus colegas descubrieron que las células donadoras colocadas en la superficie (iPS) de un nervio auditivo degenerado/gliótico (se refiere al tejido cerebral muerto, que ya no tiene función, y toma una densidad específica, que se le denomina gliosis, y de ahí el término “gliótico”) migraron de forma autónoma hacia él y repararon la vía auditiva, lo que resultó en la recuperación de la función auditiva. Tal función no fue restaurada con inyecciones.

En octubre, el neurocirujano Takayuki Kikuchi en el Hospital Universitario de Kyoto implantó 2.4 millones de células precursoras de dopamina en el cerebro de un paciente de unos 50 años. En el procedimiento de tres horas, el equipo de Kikuchi depositó las células en 12 sitios, conocidos como centros de actividad de la dopamina. Los resultados se publicaron en la revista Trends in neurosciences.

“El paciente está bien y no ha habido reacciones adversas importantes hasta el momento”, dice Takahashi. El equipo lo observará durante seis meses y, si no surgen complicaciones, implantará otros 2.4 millones de células precursoras de dopamina en su cerebro.

El equipo planea tratar a seis pacientes más con la enfermedad de Parkinson para probar la seguridad y eficacia de la técnica para finales del 2020.

Takahashi dice que si este ensayo sale bien, es posible que tengan suficientes pruebas de que el tratamiento se venderá a pacientes a partir de 2023, bajo el sistema de aprobación acelerada de Japón para medicamentos regenerativos. “Por supuesto, depende de qué tan buenos sean los resultados”, dice.

Durante el 2014, la oftalmóloga Masayo Takahashi, la esposa de Takahashi, creó células de la retina a partir de células iPS que se utilizaron para tratar enfermedades oculares.