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Nicaragua, un nuevo capítulo de una misma historia

Desde hace cuatro meses Nicaragua vive en una situación de mucha inestabilidad política y económica. Los bloqueos de carreteras que realizaron los opositores al gobierno de Daniel Ortega, se convirtieron en un factor decisivo para paralizar al país.

De ser uno de los países latinoamericanos con un Producto Interno Bruto (PIB) significativo —un promedio del cuatro por ciento anual—, los últimos cálculos que se han realizado en torno a su economía pronostican un crecimiento de no mayor al uno por ciento.

De esta manera, su crisis política no sólo afecta a su economía interna, sino a la de sus países vecinos. Las mercancías de las empresas privadas que son trasladadas por tierra desde el Canal de Panamá al norte de la región, y viceversa, tuvieron que ser movidas en una especie de ferri para no provocar un mayor déficit económico en Centroamérica.

“A la par, el gobierno tuvo que quitar los tranques, quizá empleando más fuerza de la debida, pues se puede decir que alrededor de mes y medio el tránsito de mercancías estuvo parado, como el turismo que, a la fecha, no ha podido ser remontado. Hoy nadie quiere ir de vacaciones a Nicaragua”, destacó Rodrigo Páez Montalbán, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

De acuerdo con el investigador universitario, no se puede descartar la posibilidad de que en el país centroamericano se realice un paro que involucre a todos los sectores de la sociedad, incluida la Iniciativa Privada, ésa que siempre ha trabajado con el gobierno y que en esta crisis, abanderada por los estudiantes, apoya a los disidentes. De llevarse a cabo, las consecuencias serían graves. Sería un ataque a la yugular y el gobierno no se quedaría con los brazos cruzados.

“Sigo creyendo que deben de haber más canales de interlocución. De hecho, los hay. El problema mayúsculo es que tienen que negociar, y quizá uno de los puntos que se tendría que tocar es definir quién ha matado a cada persona y bajo qué circunstancias”.

Para el académico dentro y fuera de Nicaragua hay gente de Estados Unidos que ha estado muy activa, como los congresistas cubano-americanos, congresistas de Florida que “prácticamente son padrinos de los líderes de la oposición”, y otro tipo de personajes que fungen como actores externos que han entrado a Nicaragua a través de acuerdos pactados con el gobierno para mediar y negociar.

“Indudablemente hay gente detrás de esta crisis que actualmente aqueja a Nicaragua. Las hay de todas partes. La Organización de los Estados Americanos (OEA), por ejemplo, tiene a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) trabajando en Nicaragua, así como otros organismos de la Unión Europea y representantes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos”, aseveró el doctor Páez.

Hace unas semanas, una veintena de países de la OEA condenaron al gobierno Nicaragua por su situación actual, sobre todo, por la violación a los derechos humanos.

Sin embargo, al no contar con un organismo que los represente en torno a este conflicto, estas organizaciones crearon una comisión para que Estados Unidos y Canadá, así como representantes del Sistema de Integración Centroamericana, de la Comunidad del Caribe (Caricom) y de la Asociación Latinoamericana de Integración, incidan directamente en este conflicto, lo que ha suscitado el rechazo del gobierno nicaragüense.

Del mismo modo, a la par de la intervención externa se encuentra la de aquellos que piden adelantar las elecciones de 2021 para que los Ortega-Murillo dejen el gobierno.

Este tema permite que, una vez más, la OEA intervenga en Nicaragua con argumentos justificables. Su secretario Luis Almagro actualmente trabaja con el gobierno nicaragüense en una serie de medidas que deben reflejarse en cambios, incluso, constitucionales para mejorar su sistema electoral.

Un canal estratégico

Por su posición geográfica, Nicaragua ha jugado un papel estratégico en los intereses económicos de países desarrollados. La posibilidad de construir un canal entre el Atlántico y el Pacífico ha sido contemplada a lo largo de su historia, de ahí las distintas etapas de la intervención extranjera.

En el siglo XIX cuando el pueblo nicaragüense se sometió a las directrices del gobierno estadounidense, con el argumento de que defenderían sus intereses políticos y económicos, le cedieron los derechos de construcción del Canal Interoceánico, pusieron en sus manos el control de las elecciones y del sector público a expensas del principio constitucional de la soberanía nacional.

De estar bajo el dominio inglés y estadounidense, en el siglo XXI Nicaragua se convirtió en target de los intereses del empresariado chino. El último proyecto en torno a la construcción de un canal estuvo en manos de los orientales, a quienes se les modificó la Constitución para que pudieran llevar a cabo el proyecto.

De no haber sido por la crisis internacional de 2008, que dejó sin posibilidades económicas a los empresarios chinos, quizá la historia de Nicaragua sería distinta. O quizá no.