“Si ella dice que son buenos, entonces estoy listo para ir“, dijo el astronauta John Glenn, quien fue el primer hombre en orbitar la Tierra, de Katherine Johnson, la matemática afroamericana de la NASA que en 1969 llevó a cabo los precisos cálculos para que el Apollo XI aterrizara en la Luna. Johnson falleció este lunes a los 101 años.
“Usted me dice cuándo y dónde quiere que aterrice [la nave], y yo le diré dónde, cuándo y cómo lanzarla”, dijo una vez la científica.
“Nuestra familia de la NASA está triste al enterarse de la noticia de que Katherine Johnson falleció esta mañana a los 101 años”, ha escrito en su cuenta de Twitter el administrador de la agencia aeroespacial, Jim Bridenstine.
La NASA ha informado este lunes de la muerte a los 101 años de quien fue “la mente brillante” de su equipo, fundamental en la llegada de la humanidad a la Luna. La agencia espacial honró un legado que derribó las barreras raciales y sociales en “una época en que las computadoras llevaban faldas“, como solía decir ella. La doble discriminación que Johnson sufrió durante décadas por ser mujer y afroamericana, así como su arduo trabajo, quedó inmortalizado en el filme Hidden Figures (Figuras ocultas, 2016), donde la encarnó la actriz Taraji P. Henson.
Eso se debe en parte a que, en una época en la que ser mujer y científica en EE.UU. ya presentaba sus propias dificultades, ella se enfrentaba además al desafío de ser afroamericana en un país en el que muchos estados tenían todavía vigentes las llamadas leyes Jim Crow, que buscaban perpetuar la segregación entre blancos y negros.
Sin embargo y pesar de todas las dificultades, mucho antes de llevar a la humanidad a la Luna, Johnson ya había superado muchas barreras.
Nacida en White Sulphur Springs, Virginia Occidental, en 1918, su intensa curiosidad y brillantez con los números la impulsaron varios grados en la escuela. A los 13 años, asistía a la escuela secundaria en el campus del West Virginia State College colegio históricamente negro. A los 18 años, se inscribió en la propia universidad, donde hizo un trabajo rápido del plan de estudios de matemáticas de la escuela y encontró un mentor en el profesor de matemáticas W. W. Schieffelin Claytor, el tercer afroamericano en obtener un doctorado en matemáticas. Se graduó con los más altos honores en 1937 y tomó un trabajo como maestra en una escuela pública negra en Virginia.
Ya en 1939, y después de ejercer de profesora en diversas escuelas públicas para negros, se convirtió en una de los tres primeros estudiantes afroamericanos en formar parte del alumnado de la Universidad de West Virginia, la más prestigiosa del estado.
Años más tarde, se convirtió en una de las mujeres negras que formaban un equipo en el Centro de Investigación Langley para calcular la trayectoria de los primeros lanzamientos espaciales, unas operaciones que hoy hacen los ordenadores.
Fueron sus cálculos los que ayudaron a que la misión Apolo XI llegara a buen puerto y a que Neil Armstrong pisara la Luna (1969), pero también los que fijaron la trayectoria del primer viaje al espacio de un estadounidense, Alan Shepard (1961).
Cuando la Nasa empezó a usar ordenadores para la misión en que John Gleen orbitó la Tierra por primera vez (1962), le pidieron a Johnson verificar los cálculos de la máquina.
A pesar de los años de anonimato al que Johnson y sus compañeras se vieron relegadas, el reconocimiento, aunque con retraso, llegó en 2015, cuando el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama (2009-2017), le entregó la Medalla Presidencial a la Libertad.
En la ceremonia en su honor, el mandatario proclamó: «Katherine Johnson rechazó verse limitada por lo que esperaba la sociedad de ella por su sexo y raza mientras expandía los límites de la humanidad».
Dos años más tarde, la NASA le dedicó un edificio en su honor en su sede en Langley (Virginia), la Instalación de Investigación Computacional Katherine G. Johnson.
Fuente: NASA