- El cineasta mexicano recibe este jueves el reconocimiento por su trayectoria en la Sala Julio Bracho del CCU.
- En la ceremonia se proyectará una versión restaurada de la película Rojo Amanecer con escenas que no habían sido incluidas en anteriores ediciones.
“Me honra recibir la Medalla Cátedra Ingmar Bergman, pues proviene de mi Alma Mater. Es un reconocimiento único. Me remonta a mis años de estudio en la década de los sesenta. Estoy lleno de júbilo”, dice Jorge Fons en entrevista para Gaceta UNAM.
El multipremiado cineasta mexicano, director de películas emblemáticas como Los albañiles, Rojo amanecer y El callejón de los milagros, pertenece a la primera generación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC). Ingresó en 1963, y en aulas improvisadas comenzó su carrera profesional que entonces duraba seis años.
Antes hizo teatro en su barrio de Tlalnepantla, en la Casa del Lago y en el Jiménez Rueda. Le divertía, era su gran pasión. Una vez que entró a aprender cine se encontró con que era muy difícil participar en la industria cinematográfica, aun así se abrió para él un mundo que lo habría de absorber y fascinar por completo.
Desde siempre ha sido un cinéfilo empedernido. No cree haber hecho escuela. Ésta, nos comenta, se ha ido haciendo a través de las mismas posibilidades de nuestro cine, que casi siempre vive de manera pendular, entre las crisis y las nuevas generaciones que le dan aliento. “Son generaciones de nuevos cineastas que no tienen capturada una audiencia fija, y es que Hollywood se ha apropiado de todas las pantallas y, por lo mismo, la exhibición del cine mexicano es muy reducida y muy mala”, se lamenta Fons.
“Sin embargo, en cuanto a producción tenemos actualmente una temporada muy destacada. Se producen alrededor de 150 películas por año, pero es material que no se ve, el trabajo queda guardado, semiolvidado, no surte los efectos que podría tener si hubiera una amplia exhibición”.
De su método de trabajo apunta: “Siempre estoy en el set lo más preparado que puedo, el día anterior a la filmación hago todo lo necesario para fluir durante el rodaje. Procuro que en el set haya un buen ambiente que permita relaciones armoniosas entre todos y nos divirtamos haciendo lo que hacemos, pues nuestro trabajo es para que el público se entretenga, interese y conmueva. El cine sirve para muchas cosas, por eso cuando lo hago, me involucro con una profunda alegría, para que tenga un plus y una gracia interior que motive al espectador”.
Los personajes más entrañables de su cinematografía son los femeninos. “Tienen una carga de desventaja”. Nombra a cuatro: el que interpretó Rita Macedo en Nosotros, el de Norma Lazareno en La Sorpresa, y los de Katy Jurado en Caridad y en Los Albañiles. El personaje masculino que más recuerda es de esta última película, Don Jesús, a quien dio vida Ignacio López Tarso, a partir del guión de Vicente Leñero.
Lo que más le entusiasma, y en lo que él mismo dice acertar, es en el manejo de actores: “En eso tengo un poquito más de práctica que mis colegas y compañeros. Provengo del teatro y ahí lo que uno busca todo el tiempo es la máxima intensidad y creatividad en el actor”.
Para Fons su cine no tiene grande expresiones formales, es de una gran simplicidad. Sus puntos de vista son muy directos y no hay prácticamente movimiento. Entre el cine, el teatro y la televisión dialoga con mucho esfuerzo, siempre dudando de los valores que pueda tener lo que hace, siempre pretendiendo que los tengas, tratando de darle una vuelta más a la tuerca si es posible, para encontrarle algún significado a lo que hace e interese a los demás. El resultado queda como una verdad a conocer. Serán el tiempo y los espectadores quienes tengan la última palabra.
Reconoce a sus grandes maestros: Seki Sano, José Luis Ibáñez y Enrique Ruelas. “Ellos me enseñaron un comportamiento, a vivir el teatro y el cine con verdad y honestidad. A tratar de ser sincero todo el tiempo, a no especular, aparte de las técnicas para mover al actor y expresar mejor las cosas. Cuando doy clases trato de seguir esas constantes y premisas que me infundieron estos tres maestros inolvidables”.
Jorge Fons recibe el jueves 30 de agosto en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario la presea que lleva el nombre del realizador sueco Ingmar Bergman, a quien desde muy joven admira. “Con Bergman uno va a sumergirse en el alma del hombre, inesperadamente de una vida normal surgen cosas que van a disparar y a transformar nuestra vida. Descubrimos algo que no concebíamos y estaba dentro de nosotros. Su cine no es espectacular en su forma, por el contrario, es de una gran sencillez. Lo complicado, lo terrible, inmenso y grandioso está en la manera en que sabe abrir puertas que nadie quiere ni puede abrir, y de las que él logra entrar y salir con una pasmosa facilidad. Bergman nos mueve al infinito y nos marca para siempre”.
Ganador de tres Arieles y merecedor en el 2011 tanto del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes como del Ariel de Oro, hace invaluables aportaciones como maestro universitario e integrante de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Sin duda, a Jorge Fons el cine lo ha hecho mejor persona dentro y fuera del set.
Rojo Amanecer en versión restaurada
Como parte de la entrega de la Medalla Cátedra Ingmar Bergman a Jorge Fons, se proyectará una versión restaurada de la película Rojo Amanecer con escenas que no habían sido incluidas en anteriores ediciones. Esto forma parte de un proyecto de protección al patrimonio fílmico gestionado por la Filmoteca de la UNAM.
La ceremonia tendrá lugar el jueves 30 de agosto, a las 17 horas, en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario de la UNAM.