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La marca de fuego de Ibargüengoitia

“A Jorge le gustaba mucho caminar en París. Se convirtió en lo que los franceses llaman un flaneur: alguien que pasea por las calles disfrutando muchísimo todo lo que se ve, sin un rumbo muy fijo y disponible siempre a la sorpresa”.

Joy LaVille

 

Observador agudo, crítico mordaz de las penurias que cualquier ciudadano sufre en el vía crucis del trámite burocrático (entre muchos otros), Jorge Ibargüengoitia no da tregua al sentido del humor cáustico. Las verdades se dicen tal cual, sin florituras, desprovistas del ornamento fútil, inservible.

De ahí que el desparpajo ibargüengoitiano tomara carta de naturalización desde otra trinchera: la colaboración periodística. En sus trabajos publicados en el diario Excélsior, el examen de la realidad nacional de su tiempo; el análisis sociológico del “ser mexicano”; sus dardos en contra de la historia oficial, que a fuerza de precisión, desacralizan lo sagrado y pulverizan lo pétreo, son sólo una pequeña muestra de su genio.

Jorge dijo de sí mismo: “Yo había entrado a la Facultad de Filosofía y Letras y estaba inscrito en la clase de Composición Dramática que daba Usigli, uno de los dramaturgos más conocidos de México. ‘Usted tiene facilidad para el diálogo’, dijo, después de leer lo que yo había escrito. Con eso me marcó: me dejó escritor para siempre”.

Marca de fuego que consume a la cotidianeidad y la presenta interesante, amena, a pesar de sus rasgos pedestres que no reclaman atención, precisamente por inocuos (en apariencia): “Una de nuestras características más notables y la que nos hace distinguirnos del resto del mundo conocido es que, a pesar del aumento desorbitado de la población, de lo bajo de los salarios de la mayoría de los mexicanos, de lo atrasado de la agricultura, de la aridez del terreno, de lo raquítico de la industria y de las inundaciones, nos arreglamos para vivir como reyes”.

Lo anterior lo escribió en 1969, y la fotografía amarillenta y de esquinas raídas aún describe una situación por todos conocida (y valga la queja, sufrida). Es el espejo que nos devuelve el mismo rostro ajado del siglo pasado, ¡en pleno 2018!

Así, la rabia y la burla caminan juntas en este paraje: “La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento. En primer lugar debo admitir que geográficamente hablando, México no tiene peros. Hay de todo (…) Nomás que tiene defectos. El principal de ellos es el estar poblado por mexicanos, muchos de los cuales son acomplejados, metiches, avorazados, desconsiderados e intolerantes. Ah, y muy habladores”.

En su edición 60, la Feria del Libro de la Universidad de Guanajuato conmemorará el 90 natalicio del escritor guanajuatense. El evento será del 30 de agosto al 09 de septiembre y se entregará el Primer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, concedido a Juan Villoro.