Cuba tiene un público educado que abarrota teatros y salas de concierto, y un muy sólido circuito cultural en el cual, para insertarse, actores, músicos y bailarines suelen plegarse a ciertas exigencias institucionales, como haber concluido una rigurosa formación académica, enrolarse en una compañía de renombre y presentar espectáculos poco o nada críticos hacia el Estado. Eso les garantiza permanencia en los foros de siempre, pero ¿qué pasa con quienes no desean figurar en dicho esquema? Ellos reciben nulo apoyo gubernamental y se ven obligados a abrirse sus propios espacios.
“Tenemos, por un lado, una tradición muy potente que acapara escenarios y, por el otro, una generación de ruptura que está haciendo cosas diferentes y cuyas propuestas —al menos algunas— podremos ver en el Museo Universitario del Chopo”, explica el creador escénico Gabriel Yépez, uno de los organizadores de la Muestra de Procesos de Investigación / Creación en Artes Vivas que, en esta segunda edición, lleva por nombre Habitus.
Para describir este encuentro el investigador sólo tiene una palabra: ambicioso “y digo esto no sólo por la calidad de las compañías invitadas, sino porque las tres ensayarán y montarán sus obras, impartirán talleres para alumnos del Centro Universitario de Teatro de la UNAM y la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA, participarán en conversatorios y darán charlas del miércoles 22 al domingo 26 de agosto, es decir, harán todo en apenas cinco días”.
Hablando en kilómetros, Cuba y México están tan cerca que un vuelo de Cancún a La Habana se tarda media hora y, sin embargo, sabemos poco de lo que pasa en la isla a nivel social, cultural y económico, de ahí que la hallamos elegido como el eje de la muestra, pues la finalidad es tender puentes con un pueblo próximo en lo geográfico, pero muy lejano en nuestro imaginario, explica el también coordinador de Artes Vivas del Museo del Chopo.
Por ello, cada propuesta refleja distintos aspectos de la realidad e historia de los cubanos, como la sacudida que les implicó la desaparición de la Unión Soviética a principios de los 90 y cómo esto obligó a algunos a huir de su patria y detonó una oleada de turismo sexual que orilló a otros a la “jineteada”, eufemismo usado en la isla para no recurrir a la palabra prostituirse.
“Hemos diseñado un programa en el que hay una charla por compañía, seguida de un conversatorio con los artistas (la cual puede ser una conferencia performativa). El objetivo es ir más allá de montar y presentar una obra; es observar, desde primera fila, cómo es la creación, qué la motivó y cuáles son sus procesos”.
Un camino de ida y vuelta
Para Gabriel Yépez era crucial encontrar una palabra que englobara la esencia del arte rupturista cubano y fue así como llegó a habitus, un concepto mencionado por la escolástica medieval, pero adoptado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu para referirse a esa ruta de dos vías en la que lo que está afuera se interioriza y lo que está en el interior de las personas sale a flote y se manifiesta en el exterior.
“El habitus es la sociedad inscrita en el cuerpo”, escribía Bourdieu y eso refleja cada propuesta a presentarse en esta Segunda Muestra de Procesos de Investigación / Creación en Artes Vivas, como Departures y Arrivals, ambas de la compañía El Ciervo Encantado y las cuales analizan la migración cubana a Estados Unidos tras el triunfo de la revolución y durante el llamado periodo especial, así como el posterior regreso a casa una vez que Barack Obama les cerrara las fronteras y todo se agravara bajo el mandato de Trump.
“También tendremos la puesta BaqueStriBois, de la plataforma Osikán, cuyo título es un guiño a esa boy band estadounidense, los Back Street Boys, y cuyo argumento se basa en una investigación antropológica, social y artística sobre la prostitución masculina gay en La Habana y cómo ha evolucionado de los años 90 a la fecha”.
Y finalmente está la pieza Así quiero, la familia como teatro, del Laboratorio Escénico de Experimentación Social, la única que no se presentará en el Museo del Chopo, sino en la Galería la Buena Estrella (con domicilio en la colonia San Rafael), a fin de emular los típicos departamentos cubanos donde abuelos, padres e hijos se ven forzados a vivir juntos debido a la poca disponibilidad de casas, y en los cuales, mientras una generación celebra la revolución de los barbudos, las otras festejan la apertura económica y social de la isla.
“Todos los participantes de la muestra viven y trabajan en Cuba; en eso fuimos muy estrictos, pues era la única forma de acercarnos al planteamiento de Pierre Bourdieu, es decir, de ver cómo el contexto afecta a estas personas y viceversa: cómo ellas crean y dejan su huella en dicho contexto. El habitus, a fin de cuentas, es esa línea de ida y vuelta en la que se van conformando todas estas propuestas”.