Los murales pintados por José Chávez Morado en Ciudad Universitaria son una ventana a sus ideas y a la visión del progreso que se planteó durante la primera parte del siglo XX en México, además de una constancia de su compromiso social.
“En esta época, todos los directivos y la gente importante en la Facultad de Ciencias estaban pensando en la energía atómica, lo veían como el futuro. Era a lo que más le querían apostar en términos de investigación”, relata Jorge Alberto Barajas Tinoco, estudiante del Posgrado en Historia del Arte de la UNAM, “al grado de que compraron un acelerador de partículas, modelo Tandem Van de Graaff. Esto lo presume mucho Carlos Lazo diciendo que él convenció al presidente Miguel Alemán de comprar este aparato”.
Las piezas –junto con El retorno de Quetzalcóatl, ubicado actualmente en el Posgrado de Arquitectura– fueron concebidas para adornar la Facultad de Ciencias y fueron la primera gran comisión en la carrera de Chávez Morado. “Anteriormente, él ya había hecho algunos murales en Jalapa y en Hidalgo, pero no de esta magnitud. Además, son murales a la intemperie, entonces tienen que buscar soluciones para que perduren a las inclemencias del tiempo, o sea, que soporten estar al aire libre”, detalló el especialista.
Los temas plasmados en La ciencia y el trabajo y La conquista de la energía son, de acuerdo con Barajas Tinoco, “un poco de él y un poco de Carlos Lazo –entonces gerente general de Obras de Ciudad Universitaria–. Él abogó porque hubiera murales, porque a Mario Pani –uno de los arquitectos que idearon el proyecto– no le encantaba la idea, quería que estuviera todo más limpio. Lazo hizo un programa para los muralistas y, de alguna manera, sentó los temas que se podían tocar. Entre ellos, Lazo quería que se hablara de la historia de la Universidad, desde la Universidad Pontificia hasta nuestros días, que se proyectan también a las personas que estaban participando en esta iniciativa y sobre todo, que se proyectarán motivos alegóricos concernientes a la ciencia y la investigación. Dependiendo de dónde iban a estar los murales colocados, se elegía la temática”.
La ciencia y el trabajo
A diferencia de sus otros trabajos murales, que abordan el progreso o la raza cósmica, La ciencia y el trabajo es una crítica de José Chávez Morado a cómo se desarrolló el proyecto de Ciudad Universitaria.
“Este mural entra en la temática que les había impuesto Carlos Lazo de pintar la historia de la Universidad y los personajes que participan en ella, de hecho, Lazo aparece casi al final. Chávez Morado se las ingenió para meter una crítica social bastante dura, tienes que ser muy observador para de verdad captarla. Esto hizo que, quizá, Carlos Lazo no se diera cuenta, le pareció muy bien”, recuerda Jorge Alberto Barajas y añade:
“Chávez Morado tenía inclinaciones muy socialistas, de apoyar a los más necesitados y de enseñanza, esto iba muy bien con las inclinaciones políticas del arquitecto encargado de la Facultad de Ciencias, Raúl Cacho formaba parte de la Unión de Arquitectos Socialistas. Se entendieron bien y creo que fue una mancuerna para que se pudiera realizar este mural”.
Para esta pieza se usó la técnica conocida entonces como vinilita, que actualmente se comercializa como pintura vinílica. Esta elección, comenta Barajas, es interesante porque “las alegorías simbólicas de los mitos están hechas con mosaico, mientras que este mural que habla de lo moderno se hace con una técnica que se está probando en el momento. La elección de materiales tiene que ver con las ideas del mural. En ese entonces era muy difícil de tratar porque tenían que mezclar los pigmentos con unos polvos y acetona, esto enfriaba mucho la paleta y hacía que les dolieran las manos a los pintores, se secaba rapidísimo. Decía Chávez Morado que era una tortura realizar pintura con esta técnica”.
La ciencia y el trabajo está conformada por varias viñetas. La primera parte muestra a unos campesinos de espaldas; esta figura, argumenta el investigador, retrata “a los ejidatarios dueños de estos terrenos que fueron despojados de las tierras donde habían estado muchos años. Después vemos en un segundo momento a estos mismos campesinos siendo parte de la construcción de Ciudad Universitaria”.
“En este sentido, por ejemplo, Raúl Cacho hizo todo un programa de viviendas alrededor de la zona de Copilco para estos ejidatarios que habían sido despojados. De alguna manera en los discursos, por ejemplo, Carlos Lazo lo pinta muy optimista: les estamos dando trabajo y vivienda; pero sabemos que no siempre es tan ideal o idealizado como se dice en los discursos. Chávez Morado lo sabía y ahí es donde empieza a insertar esta crítica”.
El tema de la obra avanza con la presencia en la siguiente viñeta de los arquitectos que diseñaron el magno proyecto universitario, para después pasar a un tercer momento que muestra “a la gente de la Facultad de Ciencias, que en ese momento tenía un gran peso político dentro de la Universidad, también está el director del Instituto de Física y al final de ellos está Carlos Lazo, como señalando hacia el progreso dónde está el acelerador de partículas Van de Graaff”.
Barajas Tinoco destaca que detrás de estos científicos “siguen estando los campesinos, pero retratados como de una manera un tanto espectral, como que ya terminaron de construir Ciudad Universitaria, pero van desapareciendo detrás del progreso científico. Es la crítica fuerte, que yo interpreto, que Chávez Morado hace: la gente que construyó Ciudad Universitaria no va a poder ser partícipe de ésta, va a desaparecer detrás de todo este progreso científico tecnocrático que se estaba fraguando en este sexenio de Miguel Alemán”.
“Chávez Morado tenía una vocación de ayuda a la sociedad bastante fuerte, por ejemplo participa en el Taller de Gráfica popular haciendo panfletos y mucho grabado porque era lo que podía llegar a las masas, tenía esta idea muy socialista de poder hacer mucha crítica a la política y más cosas que no le parecían justas. Este mural él lo da por perdido en los 90, dice que por la intemperie y vandalismo que sufrió en diferentes huelgas, para él ya no existía este mural. Sin embargo, lo seguimos teniendo con muchas restauraciones y ahorita tiene un vidrio que lo protege”.
La conquista de la energía
Ubicado actualmente en el auditorio de la antigua Facultad de Ciencias y realizado con la técnica de mosaico veneciano, muestra a un grupo de hombres que avanza de la ignorancia al progreso debido a un fuego prometeico, pasando de la oscuridad a la luz gracias a un átomo.
Para Barajas Tinoco el mural “es una alegoría al mito de Prometeo, un tema que le interesa mucho a los artistas desde los inicios del muralismo, como a Orozco. Vemos una procesión, una sucesión de imágenes. Primero unos hombres atemorizados detrás de unos árboles secos y que están siendo asediados por un esqueleto, que podría ser el dios Tezcatlipoca”.
“De ahí pasamos a un hombre que está robándose el fuego, podría ser el primer Prometeo, y se lo pasa a una procesión de hombres que van caminando un poco más erguidos cada vez. Es esta idea de que el fuego fue parte importante para el desarrollo de la humanidad y para el desarrollo de las ciencias. Eso simboliza el fuego de Prometeo: dar la ciencia del conocimiento a los hombres. Finalmente vemos a una figura de maternidad que está cobijando a un hombre enfermo, ese mismo hombre se despliega y levita hacia esta idea del progreso.”
El investigador destaca la manera en que se presenta el átomo, una referencia a la Facultad de Ciencias, lugar en que se ubicó originalmente la composición:
“La Facultad de Ciencias en ese tiempo es el progreso, por eso vemos un átomo flotando. Este fuego que ha sido robado está representando la energía atómica, es una idea de los años 50 del siglo pasado. Después de la bomba atómica, hay ciertas campañas para pensar la energía atómica como algo bueno, que tiene su parte positiva porque dará energía inagotable, se creía que iba a servir para que los cultivos sucedieran más rápido –por eso primero está seco y al final lo vemos con frutos– y para curar enfermedades como el cáncer, en esos años empezó la investigación sobre las quimioterapias. Hay toda una campaña para que la energía atómica no esté tan estigmatizada después de la bomba. Eso se está plasmando en este mural.
“No sólo la Facultad de Ciencias está llena de estas alusiones al progreso de la energía atómica. En la Biblioteca Central hay un átomo en uno de los muros. Está por todos lados, hasta en el Museo de Antropología, si revisan la columna de la fuente hay un átomo. Esa también la hizo Chávez Morado, junto con su hermano Tomás Chávez. Está por todos lados en esa época, muchas personas se inmiscuyen en este tema. Algunos de ellos van al Atolón Bikini a ver las explosiones”.
El experto concluyó recalcando que estos murales son una invitación a descubrir la historia de Ciudad Universitaria y de cada uno como universitarios: “Acercarnos y cuestionarnos quiénes son estas personas, saber cómo se formó la Universidad. A veces lo damos por sentado, pero si observamos e investigamos podemos llegar a ideas interesantes sobre la historia de la Universidad y el muralismo”.