- Gobiernos y organizaciones internacionales y de la sociedad civil se suman a esta iniciativa impulsada por la UNAM
- Este compromiso no podría entenderse sin la participación de toda la comunidad de esta casa de estudios
A nivel nacional e internacional, la violencia se ha acrecentado debido a múltiples factores que generan y refuerzan desigualdades, vulneran derechos y dañan la convivencia e integridad humana. En respuesta a ello, la UNAM puso en marcha la estrategia Cultura de Paz: un Semillero Universitario, que con acciones enmarcadas en la justicia, inclusión, respeto, sostenibilidad y cooperación, harán frente al contexto actual.
Esta iniciativa suma a gobiernos y a organizaciones internacionales y de la sociedad civil, así como a figuras que han luchado por condiciones de igualdad para todas las personas, como Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz 1992.
“Esto es necesario porque hemos perdido muchos valores y principios. Se ha normalizado la violencia como forma de vida y se pierde la fe y la confianza entre la gente. Si queremos construir un mundo mejor, pacífico, armonioso y respetuoso, necesitamos esta estrategia”, comenta la también investigadora extraordinaria en la Coordinación de Humanidades de la UNAM y profesora en la Facultad de Derecho.
Por su parte, el poeta y representante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Javier Sicilia, señala que las instituciones que resguardan el saber, el sentido de la cultura y del ser humano, son las universidades, y que por la misma razón son espacios fundamentales para llevar a cabo un trabajo de esta envergadura.
“La UNAM hace bien en generar un programa tan importante para fomentar la paz. Ésta nace frenando la violencia, para después insuflar una conciencia pacífica en la ciudadanía”, plantea Sicilia.
Un México pacífico
En nuestro país, seis de cada 10 personas de 18 años en adelante consideran inseguro vivir en su ciudad, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del primer trimestre de 2025. En contraste con marzo de 2024, en 20 de las áreas urbanas de interés contempladas hubo un incremento significativo.
Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe informa que, cada año, grupos delictivos reclutan a entre 35 mil y 45 mil niñas, niños y adolescentes (NNA) mediante promesas de dinero rápido y protección.
Esta situación se da en un contexto nacional en el que la incidencia de pobreza para la población de NNA en 2022 fue de 45.8 por ciento. Se estima que cuatro de cada 10 NNA la viven en condiciones moderadas y que una de cada 10 lo hace en escenarios extremos, como documentan el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia México.
“Miles de jóvenes han perdido la vida en este conflicto. Es una urgencia y una necesidad atenderlo. Debemos preocuparnos por recuperar los territorios a través del diálogo. Pacificar al país es el gran proceso revolucionario y la UNAM atina estratégicamente para que, desde ella, se cimiente un crisol para la creación de paz a nivel nacional”, expresa Carlos Cruz, asesor en la Consejería Jurídica de la Ciudad de México.
En coincidencia con el impacto de esta casa de estudios al interior y exterior de su comunidad, Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos CDMX, apunta: “La Universidad genera un mensaje que llega a sembrar ideas y caminos diferentes. La vía es reconocernos en la diferencia. No podemos seguir naturalizando la violencia como parte de nuestra lógica de entendimiento y cultura cotidiana”.
¿La educación desarraiga la violencia?
María Elena Morera, presidenta de la organización civil Causa en Común, define a la cultura de paz como una forma de vida. “Necesitamos fomentar la empatía y tener un pensamiento crítico, porque es la única manera de lograr armonía con todas nuestras diferencias. Es a través de las universidades como podemos desaprender formas violentas”.
Esto puede sembrarse en las juventudes. ¿Dónde? “La respuesta es clara: en nuestras escuelas y universidades. ¿Cómo podemos lograrlo? Sugiero que utilicemos la vasta malla de redes sociales que conectan a más de la mitad de la población mundial actual”, comenta David Adams, autor del libro Cultura de paz: una utopía posible.
Es así que la estrategia impulsada en la UNAM impactará a más de 372 mil estudiantes para que lo aprendido en las aulas llegue a sus entornos sociales. Esto se logra con la articulación de ejes relacionados con la formación y docencia, investigación aplicada, incidencia universitaria, comunicación y cultura, vinculación interinstitucional y tejiendo contactos con actores nacionales e internacionales.
“Es extraordinariamente importante que una institución de la categoría, características y reconocimiento internacional como la UNAM comience un proyecto sistemático como éste, tan necesario en un mundo donde la violencia es la norma”, anota Alicia Cabezudo, pedagoga con especialidad en construcción de cultura de paz, ciudadanía y derechos humanos que labora en Colombia.
Por su parte, Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, declara: “La UNAM demuestra que un liderazgo sólido que apuesta a la construcción de nuevos modelos de convivencia y mediación de conflictos, es lo que requiere el mundo hoy”.
Comunidad puma fundamental
Llevar a cabo un programa tan amplio y visionario como el que inicia esta casa de estudios no podría lograrse sin la participación de todas las personas que la integran.
José Narro Robles, exrector de la UNAM, asevera que atentar contra la paz es hacerlo también contra la dignidad del humano, y que lograr la prevalencia de valores cívicos y laicos es posible desde esta institución educativa. “Celebro que dentro de la pluralidad de la comunidad universitaria privilegiemos acciones en favor de la paz, de la convivencia y de la resolución de diferencias por la vía del diálogo y la razón”.
Dejar de normalizar el agravio puede trabajarse desde una formación continua que lleve al reconocimiento de qué significa y cuándo se está frente a un acto de violencia, a entendernos como agentes potencialmente generadores de ésta, y a saber identificar estrategias de afrontamiento frente a tales eventos.
Lo anterior fue expuesto por Guadalupe Barrena Nájera, titular de la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género de la UNAM, quien añadió que es preciso “transformar las situaciones de conflicto en oportunidades de aprender, reconocernos en nuestras diferencias y construir colectivamente el presente y futuro de las y los jóvenes que pasan por aquí”.
La profesora e investigadora del Programa Universitario de Gobierno, Mara Isabel Hernández Estrada manifiesta que progresar hacia esa cultura se relaciona “con avanzar hacia un trato igualitario, aunque seamos distintos; con ser consciente de cómo mis acciones pueden lastimar a otra persona (aunque no me lo proponga), y con trabajar las capacidades de colaboración horizontal”.
Asimismo, explicó que el compromiso con educar para la paz debe vincularse con investigación que demuestre que lo que se está haciendo está realmente dando resultados, así como con el suministro de herramientas que generen espacios seguros y con la capacitación para usarlas. Por su parte, Javier Oliva Posada, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, menciona que la riqueza y potencial institucional de la Universidad, a través de sus distintas facultades, carreras y especialidades, permiten “tener las condiciones para aportar elementos que nutran y constituyan una base de prácticas cívicas que nos alejen, por un lado, del ambiente de violencia que se vive en varias partes del país, y por el otro, construir una sociedad en donde la tolerancia y la pluralidad sean los signos distintivos”.