Su fundación ocurrió en 1929, al mismo tiempo que la obtención de la autonomía universitaria; por sus importantes colecciones nacionales funge como un museo de historia natural
El próximo 9 de noviembre, el Instituto de Biología (IB) celebra su 95 aniversario. Su fundación ocurrió en 1929 en la Casa del Lago, al mismo tiempo que la obtención de la autonomía universitaria, por lo que es una de las entidades más antiguas de esta casa de estudios; en 1956 se trasladó a Ciudad Universitaria para continuar con su labor de investigación y conservación de la biodiversidad.
Sus orígenes se remontan a 1915, como Dirección de Estudios Biológicos (DEB), resultante de una integración del Instituto Médico Nacional, el Museo Nacional de Historia Natural y el Museo de Tacubaya, por lo que se reunieron colecciones biológicas importantes que eran parte de esas instituciones.
Tras su incorporación a la UNAM, la DEB cambió su denominación y adoptó el nombre de Instituto de Biología.
En 1940 se organizó en dos departamentos: Botánica y Zoología. En 1965 se incorporó el Jardín Botánico al Instituto de Biología. En 1967 y 1971 se crearon dos instancias para investigación, la primera denominada Estación de Biología Tropical, en Los Tuxtlas, Veracruz; y la segunda es la Estación de Investigación, Experimentación y Difusión, en Chamela, Jalisco. Dichas dependencias constituyen en la actualidad dos de las cinco unidades académicas del IB.
Además, este Instituto fue generador de otras entidades de la Universidad; por ejemplo, el Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias, los institutos de Ciencias del Mar y Limnología, de Fisiología Celular y de Ecología.
Riquezas
Desde sus comienzos, el IB ha albergado a expertos en la investigación de diferentes grupos biológicos, incluyendo botánica, micología y zoología, y también ha estado involucrado en la descripción de la riqueza de las especies biológicas de México y de otros lugares del mundo, asegura Susana Magallón Puebla, directora del Instituto de Biología e investigadora del Departamento de Botánica.
“A lo largo de su historia, se agregaron otras áreas al IB, sobre todo aquellas referentes a diferentes grupos de organismos. Con la integración del Jardín Botánico se añadieron más colecciones vivientes y líneas de investigación que ahora están más desarrolladas, por ejemplo, el estudio de la etnobotánica y los usos de la riqueza biótica por la sociedad, específicamente de las plantas”.
Magallón Puebla detalla que en el IB se encuentran depositadas las Colecciones Biológicas Nacionales, patrimonio invaluable, al ser repositorios que documentan las diferentes especies de plantas, animales y hongos de México. “Al albergarlas el IB funciona como un museo de historia natural, y funge como aporte fundamental para la UNAM y para el país”.
México, añade, está asentado en un foco mundial de biodiversidad muy especial, el cual se deriva de la combinación de las biotas que vinieron del hemisferio sur y las que estaban en el hemisferio norte, más los elementos endémicos. Lo anterior también se beneficia por la variedad del medio ambiente, que permite el desarrollo de organismos con diferentes adaptaciones.
Evolución
Durante estas más de nueve décadas la biología ha ampliado su forma investigar a los organismos.
El país es extraordinariamente rico en especies, por lo que “en esta entidad nos hemos dedicado a descubrir, describir y documentar la riqueza biológica, para investigar el proceso evolutivo que les dio origen”.
Parte de este proceso incluye el uso de nuevos mecanismos de investigación. “Actualmente contamos con herramientas analíticas, en particular, los métodos filogenéticos basados en secuencias de DNA, que se emplean para revelar el parentesco entre las especies. Inicialmente se utilizaban como datos unos cuantos marcadores moleculares, pero ahora existe la posibilidad de manejar datos genómicos, inclusive genomas completos, es decir, bases de datos con miles de genes”.
Dichos datos “pueden ser obtenidos en nuestros laboratorios y las secuencias genómicas generadas son procesadas bioinformáticamente para su análisis computacional”.
Explica Magallón Puebla que los resultados que obtienen de estudios filogenéticos son fundamentales, pues proporcionan marcos de referencia para responder preguntas evolutivas como: ¿por qué tenemos esta cantidad de especies aquí?, ¿cómo llegaron o cómo se originaron?, ¿de dónde evolucionaron?, ¿cuáles son sus parientes más cercanos y los atributos morfológicos que distinguen a ciertos grupos?
Entonces, considera que “contamos con todos los elementos para responder estas interrogantes”.
Asimismo, indica que “hemos incursionado en la digitalización de las colecciones biológicas nacionales. Tomamos imágenes de alta calidad de los ejemplares, por ejemplo, del Herbario Nacional, y registramos los datos asociados a cada uno de ellos, es decir, los llamados metadatos. Esta información está disponible para consulta por especialistas y para el público en general en la plataforma IBdata (https://www.ibdata.abaco2.org/web/), que es de libre acceso”.
Uno de los beneficios de los proyectos de digitalización y de las plataformas cibernéticas, a nivel internacional, es que permite que diferentes expertos de todo el mundo lleven a cabo investigaciones tomando en cuenta especies que viven en otros lugares, sin tener que hacer visitas físicas a las colecciones biológicas.
“Con este tipo de investigaciones es posible saber, de manera muy detallada, en qué regiones del país se encuentran diferentes grupos de organismos, hacer una comparación a lo largo de la historia humana y documentar cómo es que en ciertas áreas ha disminuido el número de especies. Estos aportes se deben al trabajo que se genera en el Instituto de Biología”, precisa la directora.
Hallazgos destacados
“En los últimos cinco años, investigadores, junto con colaboradores y estudiantes, han descrito más de 500 especies que son nuevas para la ciencia, y aunque sabemos que todavía hay muchas por descubrir, contar con tal información es una base esencial para la investigación”, señala.
Dichos resultados se han logrado debido a que se puede hacer ciencia más elaborada y canalizada incrementando el potencial de nuevos hallazgos.
Una línea de investigación que se desarrolla de manera fundamental en el Instituto es la sistemática, que es la ciencia de descubrir, organizar e interpretar la diversidad biológica. Además, diferentes grupos de investigadores realizan restauración ecológica, fisiología animal, y los usos de plantas por la sociedad, por mencionar algunas.
“El IB está posicionado idóneamente a nivel internacional para erigirse como líder en los estudios de sistemática, porque contamos con personal académico con conocimiento detallado de los diferentes grupos de organismos biológicos. Esto es de gran valor porque pocas instituciones lo hacen, no sólo en México, sino a nivel internacional”, sostiene.
Afirma que “tenemos que pensar cómo serán la sistemática y la taxonomía del futuro, y qué papel tendremos como institución respecto al desarrollo de ese tipo de ciencia en los próximos años”.
Es fundamental que ese tipo de intereses y de conocimientos “sean transmitidos a las nuevas generaciones y que los conserven, pero además que desarrollen y practiquen una ciencia más analítica y predictiva”, finaliza.