Por mucho tiempo se ha utilizado separar la salud mental de la salud física, pero no es así, “para nosotros está claramente definido que están vinculadas, no hay salud física sin salud mental y viceversa. En este momento el riesgo de salud mental aumenta el riesgo de padecer no solamente COVID-19, la salud mental junto con la salud física constituyen una oportunidad para salir delante de esta crisis sanitaria”, aseguró la doctora Silvia Morales Chainé, coordinadora de los Centros de Formación y Servicios Psicológicos de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
La UNAM desarrolló el programa Mi salud también es mental ante el COVID-19 para atender la emergencia sanitaria, con el objetivo de brindar atención psicológica de primer nivel a distancia y promover la salud mental entre la población. “Gracias al trabajo preventivo y promotor de la salud mental sabíamos que la contingencia iba a generar, si no nos preparábamos, un impacto en la comunidad universitaria, así como en la sociedad”, explicó Morales Chainé.
La experta en análisis experimental del comportamiento mencionó que a raíz de la emergencia sanitaria, la FP se ocupó de mantener y aumentar la vinculación que ya existía al interior de la Universidad con la Facultad de Medicina, la Dirección General de Atención a la Comunidad (DGACO), pilares para el trabajo de salud mental que realiza la UNAM desde hace tres años, después del sismo de 2017.
Las entidades universitarias junto con instituciones de la Secretaría de Salud (SS) federal realizan vínculos nacionales que permiten aprovechar y fortalecer la atención profesional, a través de la organización y sistematización de las estrategias de prevención y tratamiento especializado con las que ya se cuentan, y así detener los problemas mentales que se iban a generar a raíz de la pandemia.
De acuerdo con la académica, dentro de los impactos predecibles que se generarían, era que el COVID-19 tendría el mismo impacto que la violencia por desplazamiento, condiciones de fenómenos perturbadores, estrés agudo y reacciones que alteran emocionalmente a las personas en sus pensamientos y conducta.
El programa pretende homologar procedimientos basados en evidencia y protocolos internacionales, por ello, desde el 23 de marzo se han proporcionado 23 mil 622 servicios de atención psicológica, de los cuales, 54 por ciento corresponde a población abierta, 25 por ciento a comunidad UNAM y 21 por ciento a personal de salud. Estas cifras incluyen 335 servicios especializados por violencia y riesgo de autolesión o suicidio, y 82 psiquiátricos en hospitales generales por estrés agudo, estrés postraumático, ansiedad y consumo de sustancias psicoactivas.
Silvia Morales refirió que buscan evaluar no sólo las condiciones de riesgo en la salud mental, también trabajar con profesionales de salud para mantener la vinculación en una labor tanto académica, de investigación y de servicio con instancias como el Instituto Nacional de Psiquiatría y la Facultad de Medicina. Y así no solo promover la evaluación del impacto de la salud mental por la pandemia, sino de trabajar con estrategias de intervención comunitaria en primer, segundo, tercer nivel y especializado.
A través de un cuestionario que permite evaluar el nivel de riesgo a la salud mental, (disponible en la liga www.misalud.unam.mx/covid19/ ) en el que se reflexiona en qué área se encuentra el riesgo, se desprenden una serie de herramientas con recomendaciones para las personas sobre cómo actuar y cuidar la salud a través de videos, cursos en línea, así como la atención de segundo nivel a través de conmutador virtual de la FP, la SS y Centros de Atención Juvenil.
Ya sea a través de Whatsapp, videoconferencia, Messenger o línea telefónica, esta estrategia implica poner en contacto a las personas con los especialistas, “recibir atención inmediata por las condiciones que podrían, en un futuro, llevar a una condición de salud más grave, buscamos interrumpir y atender a tiempo estas condiciones de salud mental”.
Silvia Morales explicó que hay que poner atención a los signos de alerta, las emociones negativas, sentir tristeza o perder el ánimo para hacer cosas en la casa. Mantener rutinas, establecer horarios fijos, aprovechar la posibilidad de convivir en familia, cuidar la alimentación, el sueño, hacer ejercicio, “parecen fáciles pero se tiene que invertir tiempo para que sean exitosas”
Cuando se note algún cambio en alguno de estos rubros, ingresa a www.misalud.unam.mx para evaluar las condiciones de riesgo, donde te canalizarán a los teléfonos para ser atendido por la vía virtual. “Estas vías de comunicación han sido de gran utilidad para todos nosotros para promover la salud mental”.