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Todo lo que debemos saber del aire que expulsamos al toser

Al toser, una persona expulsa aire a una distancia de hasta ocho metros (imagina si es alguien con tuberculosis o con SARS-CoV2), el cual lleva microorganismos que quedan como aerosoles suspendidos unas tres horas si no hay corrientes de aire.

Para que no la “hagamos de tos”, el doctor Daniel Pahua, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, abunda sobre este reflejo fisiológico que, por lo tanto, puede ser inconsciente.

La tos se produce cuando agentes extraños irritan nuestras vías aéreas, los senos paranasales (ubicados en algunos huesos del cráneo), faringe, los pulmones e incluso en el esófago.

Hay tos seca y tos con esputo o flema. Esta secreción mucosa de los tractos digestivo y respiratorio puede contener bacterias, virus, hongos y otras partículas causantes de enfermedades.

El aire expulsado al toser puede tener un alcance de hasta ocho metros, y lleva, como el estornudo, dos tipos de partículas: unos son aerosoles, gotitas que quedan suspendidas en el ambiente.

Las otras son suficientemente grandes que no pueden quedar suspendidas y se depositan en el suelo y en objetos de nuestro entorno. Si uno entra en contacto con esas superficies contaminadas y se toca la mucosa de ojos, nariz o boca, hay un riesgo de infectarse.

Cuando uno habla (gotas de saliva), tose (gotas de moco) o estornuda (gotas de secreción nasal), “dependiendo de las condiciones clínicas de cada persona”, expulsa aire que contiene agentes virales y bacterianos e incluso hongos, que quedan suspendidos.

El tiempo de suspensión de aerosoles a la intemperie depende de si hay corrientes de aire o no. En un ambiente cerrado van a estar suspendidos hasta tres horas y, dependiendo de la carga viral o bacteriana y del estado de salud de la persona que entra en contacto con dichos agentes, eventualmente pueden infectarla.

En ambientes cerrados, con una corriente moderada de aire, duran suspendidos unos 40 segundos. Por eso la ventilación en oficinas, aulas, cines, auditorios… es fundamental para disminuir el tiempo de suspensión de los aerosoles.

Cubrebocas y carga viral

Los patógenos que circulan donde vivimos, en nuestra comunidad, trabajo y entorno, no son tan agresivos como los que se pueden encontrar en ambientes específicos, como en un hospital. Los pacientes transmiten patógenos o están expuestos a los que ya están circulando,  que son más virulentos y difíciles de tratar.

Tosemos por numerosas causas: por factores ambientales (polen, polvo), alergias, infecciones bacterianas y virales, por la enfermedad pulmonar intersticial difusa y por EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), que no es infecciosa.

A partir de tres semanas tosiendo se considera tos crónica, como la de los enfermos de tuberculosis, que producen flemas con la capacidad de contagiar a otras personas.

Que una persona enferma use cubrebocas es fundamental para que cuando hable, tosa o estornude expulse menos carga viral o bacteriana. Habrá así menos patógenos suspendidos como aerosoles y las posibilidades de que una persona se infecte también se reducirán.

 

Cubrebocas y ambientes cerrados

Pese a la eliminación de la obligatoriedad del uso del cubrebocas, el riesgo de infección por SARS-CoV2, aunque menor por la vacunación, sigue vigente, por lo que hay que continuar portándolo, principalmente en ambientes cerrados.

Usar el cubrebocas disminuye la expulsión de aerosoles y, por ende, el riesgo de contagiar a otra persona hasta en 80 por ciento. Cuando no lo utilizamos se reduce la probabilidad de protección, o de no infectarnos, hasta en 20 por ciento.

En lugares de convivencia social y cerrados, para evitar un contagio directo es necesario ventilar el espacio, seguir con el lavado de manos y, antes de iniciar la jornada de trabajo, desinfectar teléfonos, teclados, mesas de trabajo, etcétera.

Cuando viajemos en el metro o en autobuses también debemos seguir las medidas de prevención, como llevar cubrebocas, utilizar gel antiséptico con frecuencia y no tocarse la cara para no infectarse.

Porque, puntualizó, el SARS-CoV2/Covid-19, si bien ya no será una pandemia, va a ser una enfermedad que vamos a tener entre nosotros todo el año (infección endémica), con sus picos, y tenemos que aprender a convivir con ella.