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Sismos en la Ciudad de México: monitoreo y prevención

Las manifestaciones de actividad telúrica en la Ciudad de México desvelan una realidad contundente: la capital del país también es cuna de estos fenómenos naturales, afirma Luis Quintanar Robles, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM

Actualmente, la Red Sísmica de la Ciudad de México cuenta con más de 200 estaciones de monitoreo, en su mayoría concentradas en la zona del antiguo lago, o sea, en el área más suave de la metrópolis donde se erigen los grandes edificios susceptibles a daños. Sin embargo, el sur -como Xochimilco, Milpa Alta, Tlalpan- y algunas áreas del poniente están insuficientemente instrumentadas, expuso Quintanar Robles.

“La capital necesita más instrumentación en las áreas con escasez de equipos para recabar más información de los sismos que suceden”, señaló el ex jefe del Departamento de Sismología del IGf.

La sismicidad en la Ciudad de México no tiene relación con la tectónica de la costa del Pacífico, donde las placas interactúan mediante subducción. En cambio, aquí los movimientos telúricos son producto de la activación de fallas preexistentes y de la interacción del suelo, que alguna vez fue parte del Lago de Texcoco, con los cerros y volcanes que lo circundan.

Sismos en la CDMX: más que tectónica de placas

Los sismos han estado presentes en la Ciudad de México desde que existe el Valle de México. Que la gente no los percibiera en el pasado puede deberse a una menor densidad poblacional.

A partir de la implementación de instrumentación sísmica en el país, se han monitorizado fenómenos originados en la capital. Aunque el Servicio Sismológico Nacional (SSN) fue inaugurado en 1910 por el entonces presidente Porfirio Díaz, fue hasta la década de 1980 cuando se comenzaron a registrar sistemáticamente. Especialmente desde 1981, se detectó la existencia de enjambres de sismos en la zona de Mixcoac.

Los sismos de mayor magnitud detectados por la Red Sísmica del Valle de México suelen suceder en la frontera de Milpa Alta con el municipio de Juchitepec, en el Estado de México, presentando magnitudes del orden de 3.5. Estos eventos pasan desapercibidos debido a la escasa densidad poblacional de la zona y a la ausencia de edificaciones grandes, a diferencia de lo que ocurre al poniente de la Ciudad de México.

El académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM señaló que, según los registros, el sismo más intenso en la ciudad ocurrió al poniente, en la zona de Tacubaya, en julio de 2019, con una magnitud de 3.2. Desde ese sismo, se han producido pequeños movimientos hasta 2023, aunque de manera aislada.

Hace cinco o seis años, la mayoría de los epicentros se encontraban no en la parte poniente, sino en la oriental, en la zona de Texcoco, en los límites de Iztapalapa con Ixtapaluca. Aunque esa zona sigue experimentando sismos, no son tan frecuentes como los que se han presentado recientemente al poniente.

El sismólogo indicó que hasta 2019 el monitoreo de estos eventos se realizaba individualmente por varias instituciones y con diferentes propósitos. Principalmente, el Instituto de Geofísica con el SSN, que tiene instalada la llamada Red Sísmica para el Valle de México, con aproximadamente 30 estaciones; el Instituto de Ingeniería, para monitoreo de estructuras, también ha instalado acelerómetros en varios puntos de la ciudad; el Centro de Información y Registro Sísmico, encargado de la alerta sísmica de la CDMX, dispone de alrededor de un centenar de instrumentos.

Tras el relevante movimiento de 2019, el gobierno de la ciudad convocó a las instituciones con instrumentación en el Valle de México para unificar esfuerzos en apoyo a Protección Civil, lo que ha llevado a la consolidación de las señales que ahora se concentran en el SSN.

“Es gracias a esa iniciativa que la Red Sísmica de la CDMX cuenta ahora con unas 250 estaciones. Permiten tener localizaciones casi en tiempo real, aceleraciones o intensidades de los sismos que ocurren. Aunque es cierto que no toda la ciudad está monitoreada”, puntualizó Quintanar Robles.

Destacó que los sismos originados en la ciudad presentan profundidades de uno a dos kilómetros, por lo que no deben ser confundidos con el ruido urbano provocado por el tránsito de camiones, la construcción de edificios o las excavaciones del Metro, que no llegan a esas profundidades.

“La energía liberada por un sismo de magnitud 3.1 o 3.2 es notable, porque la gente que vive en los alrededores lo puede percibir. Si lo comparamos con lo que se sintió el pasado 10 de mayo, notaremos que el suelo prácticamente saltó y provocó la caída de objetos en los hogares”, explicó.

En este contexto, Quintanar Robles advirtió que, aunque los grandes sismos provienen de otras partes del país, especialmente de la costa, el Valle de México no está exento de ellos. Sin embargo, los sismos registrados no suelen superar la magnitud de 3, por lo que más que preocuparnos, debemos ocuparnos del estado de los edificios que habitamos, prestando atención a la aparición de grietas, reforzando las estructuras, entre otras medidas preventivas.

Ideas destacadas sobre sismos en la CDMX:

  1. La Ciudad de México, cuna de sismos, necesita mayor instrumentación sísmica en zonas sur y poniente para obtener datos más completos de la actividad telúrica.
  2. La sismicidad en la Ciudad de México es producto de la activación de fallas preexistentes y la interacción del suelo con la geografía circundante, no de la tectónica de placas de la costa del Pacífico.
  3. Los sismos han sido una constante en la Ciudad de México desde su formación, aunque no siempre fueron percibidos debido a la menor densidad poblacional del pasado.
  4. Los sismos en la capital comenzaron a registrarse sistemáticamente a partir de la década de 1980, destacando la existencia de enjambres de sismos en la zona de Mixcoac.
  5. El sismo más intenso registrado en la Ciudad de México ocurrió al poniente, en Tacubaya, en 2019, con una magnitud de 3.2.
  6. Aunque la Red Sísmica de la CDMX se ha ampliado a 250 estaciones gracias a la iniciativa gubernamental, aún hay zonas de la ciudad que no están completamente monitoreadas.
  7. Los sismos originados en la ciudad ocurren a profundidades de uno a dos kilómetros y no deben confundirse con el ruido urbano superficial.
  8. Aunque los sismos en el Valle de México suelen ser de magnitud inferior a 3, es crucial prestar atención al estado de los edificios y adoptar medidas preventivas para minimizar el impacto de estos fenómenos.