La avispa Philanthus triangulum o lobo de las abejas no tienene el problema de la resistencia a los antibióticos, ya que en equipo con una bacteria, genera las sustancias que la protegen.
Estas avispas paralizan a las abejas y las sirven como alimento a sus crías, que luego invernan en sus habitáculos subterráneos, donde están expuestos a múltiples gérmenes, en particular hongos.
Uno de los procedimientos que usan para cuidar su descencendencia es depositar bacterias del género Streptomyces en las paredes de los lugares donde sus larvas hibernan, describe el sitio de divulgación phys.org.
El movimiento de las larvas dentro del capullo extiende por todo este las bacterias y el coctel de sustancias antibióticas que produce, lo cual forma una capa protectora que la protege de que entren los hongos.
Esta simbiosis entre la avispa y la bacteria existe desde el periodo Cretácico, y la sustancia que genera la protección existe desde hace unos 68 millones de años con muy pocos cambios.
Las diferentes especies de esta avispa usan un mecanismo de protección similar, basicamenete mezclas de streptochlorine y piericidin, el cual ha sido tan efectivo que no ha necesitado ajustes.
La simbiosis produce un gran número de sustancias, que al aparecer es lo que genera la efectividad, además de que permite a estas avispas adaptarse a los tipos de hongos que existen en las diferentes zonas geográficas donde ellas habitan.
Las avispas se encuentran en pequeñas poblaciones y con frecuencia cambian de residencia, un gran contraste con los seres humanos cuyo contacto en el mundo globalizado permite a los patógenos pasar de país a país.
Es decir, en las pequeñas poblaciones de avispas los patógenos tienen pocas posibilidades de expandirse entre diferentes grupos.
Este trabajo fue elaborado por investigadores de la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz y del Instituto Max Plank de Quimica Ecológica en Jena y publicado por Proceedings of the National Academy of Sciences.