A un año del inicio de la pandemia por COVID-19, acontecimiento que significó una crisis sanitaria en todo el mundo y que nos hizo enfrentar a un virus (SARS-CoV-2) más letal y contagioso de lo que inicialmente se había pensado, tenemos claros cuáles son los principales mecanismos de transmisión de la enfermedad: personas asintómaticas y episodios de superdiseminación.
“Sabemos ahora por estudios de brotes, de dinámica de partículas, modelos matemáticos y acciones de salud pública que este virus se respira básicamente, a corta distancia por lo que se llama gotas o a larga distancia por lo que se llama aerosoles”.
“Cuando muchas personas se encierran en un ambiente en el que están respirando el mismo aire se dan los episodios de lo que se llama superdiseminación, y ahora sabemos que buena parte de la transmisión de la enfermedad ocurre en esos episodios”, explicó el doctor Alejandro Macías Hernández, integrante de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la UNAM.
“Ahora sabemos que no hay personas superdiseminadoras, hay eventos de superdiseminación”, por ejemplo, un restaurante, gimnasio o teatro que decide mantener sus puertas y ventanas cerradas por el frío, tiene poca ventilación y la asistencia de 40 personas y entre ellas una asintomática que puede infectar a decenas al hablar y expeler el virus al aire compartido que todos están respirando.
En el contexto mexicano de hospitales saturados, sin camas de terapia intensiva, medicamentos agotados y dificultad para conseguir oxígeno, “las autoridades han tenido que tomar acciones como el cierre de actividades económicas, que no son nada populares, porque la autoridad puede influir en la actividad económica regular pero no en la informal. Tomando en cuenta que lo principal es la vida y la salud de las personas tenemos que apoyar las acciones del gobierno”, acotó Macías Hernández.
Japón ha intentado reducir los episodios de superdiseminación básicamente ventilando los interiores, México no tiene fríos extremos y esta podría ser una buena alternativa para permitir el funcionamiento de algunas actividades económicas sobre una medición convencional y segura, propuso el infectólogo.
¿Cómo podemos medir qué tan contaminado está el aire por la respiración?
“Podemos medirlo con el producto de la respiración o dióxido de carbono que en los exteriores debe medir no más de 450 partes por millón”.
Determinar qué tan contaminado está el aire de espacios como los restaurantes se puede hacer con un aparato medidor de dióxido de carbono, si se trabaja al exterior no hay problema, pero si se trabaja en interiores se complica un poco. “En Japón aceptan que lo ideal es menos de 700 partes por millón en interiores, pero es tolerable hasta mil”.
En opinión del doctor Macías, hacer uso de un instrumento medidor podría ayudar a abrir algunos negocios, sí el dueño del establecimiento se compromete a no pasar de esas mil partes por millón, el riesgo es muy bajo porque el aire es parecido al de los exteriores. En tiempo de frío ventilar interiores y en tiempo de calor hacer que el sistema de ventilación no sólo recicle sino que introduzca aire del exterior, de manera que no se pase el límite.
“Si pudiéramos reducir los episodios de superdiseminación que se dan en la vida pública y en la actividad económica, podríamos dejar trabajar a muchos de los negocios que ahora están cerrados. Esta alternativa puede servir también para el transporte público, el hogar y los consultorios. Hay que buscar otras soluciones en tanto llega la generalización de las vacunas”, concluyó el especialista.