Las armas químicas son compuestos tóxicos que se utilizan con incentivos bélicos e inclusive políticos. Este tipo de armamento ha tomado una especial relevancia en los últimos años debido a su uso en conflictos del Medio Oriente.
Su principal característica es que tiene grandes efectos con muy poca cantidad, por lo que las convierte en armas muy poderosas al usarse en contra de cualquier ser vivo, explicó el especialista en armas químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Benjamín Ruiz Loyola.
El gas cloro y el gas sarín son los más utilizados en la actualidad por los estados y grupos beligerantes en el Medio Oriente.
El cloro desplaza el oxígeno y provoca una situación de asfixia, además de quemaduras en los pulmones; no obstante, no necesariamente puede causar la muerte, comentó Ruiz Loyola, quien fue inspector de armas de destrucción masiva en Irak por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2003.
Mientras que el sarín es un agente neurotóxico que ataca el sistema nervioso central; los síntomas van desde ojos llorosos, escurrimiento nasal y la pérdida de control del sistema músculo respiratorio que provoca un paro fulminante, agregó Ruiz Loyola.
La historia y la prohibición
Las armas químicas no son nuevas, su uso está registrado desde 1675. Sin embargo, fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando se utilizaron por primera vez a gran escala, pues cobraron alrededor de 100 mil vidas.
“En este conflicto fue cuando se empezaron a fabricar por medio de procesos de síntesis en laboratorio, por lo que su efectividad aumentó”, expresó Benjamín Ruiz Loyola.
Cuando terminó la guerra se firmó el Protocolo de Ginebra que expresaba su condena al uso de agentes tóxicos, pero este acuerdo nunca logró verse reflejado en la realidad ya que la mayoría de los estados signatarios siguió comprando armas químicas en represalia porque no se prohibió la producción y almacenamiento.
Hoy en día, las armas químicas están clasificadas por la Organización de las Naciones Unidas como armas de destrucción masiva y están prohibidas con la firma, en 1993, de la Convención sobre Armas Químicas.
La Convención sobre Armas Químicas es un tratado que ilegaliza el armamento químico en todas sus facetas, es decir, producción, almacenamiento y uso.
Así nació la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) que tiene como objetivo brindar asistencia y protección contra los agentes tóxicos, pero también urge a los estados miembro a modificar las legislaciones nacionales para no dar cabida a su uso.
A pesar de lo asentado en el papel no se ha logrado acabar con estos agentes tóxicos, pues diversos estados continúan con su producción y uso ante el insistente llamado de organizaciones internacionales como la ONU y la OPAQ, entre otras.
Sin embargo, el químico Ruiz Loyola afirmó que a partir de 1997 —cuando entró en vigor la Convención sobre Armas Químicas— se ha destruido más de 90 por ciento de los arsenales químicos que existían.
En la actualidad, la situación del uso de armas químicas está moviendo las piezas en el panorama geopolítico internacional debido a lo crueles y destructivas que pueden llegar a ser.
Asimismo, el especialista de la UNAM agregó que la situación humanitaria se complica debido a las pocas condiciones de maniobra que hay para los expertos de la OPAQ en las zonas de conflicto.
Por lo que resulta imposible siquiera estimar con pruebas fehacientes cuántas personas han sido víctimas del uso de armas químicas en los conflictos como el de Siria.