Con honor, garra y corazón juegan las integrantes del equipo femenil de Pumas, quienes a pesar de los obstáculos que han enfrentado al alternar sus estudios con el futbol, han sabido demostrar que esta disciplina no sólo es para hombres.
Orgullosa de representar al equipo dentro y fuera de la cancha, Julieta Padilla, defensa central de 22 años, señaló que, si bien la práctica del futbol femenil ha crecido en nuestro país, el rechazo continúa por parte de algunas personas que consideran a este deporte exclusivo para el género masculino.
Padilla mencionó que su gusto por este deporte se dio de manera circunstancial. Sin buscarlo, a los ocho años de edad comenzó a practicarlo, y desde entonces, no lo ha dejado ni un momento.
El caso de Hireri Velázquez es similar. Desde que tenía cinco años, su pasión por el futbol la ha llevado más allá de sus límites. Durante 90 minutos de juego, la constante es la misma: “luchar hasta el final”.
A 17 años de su primer encuentro con un balón, la ahora mediocampista de los Pumas representa a su escuadra con honor, identidad y corazón.
Velázquez, estudiante de Geografía, en la Facultad de Filosofía y Letras, afirmó que dedicarse a este deporte es complicado para las mujeres debido a la cultura machista que impera en México.
“Todos somos iguales. Por eso creo que las chicas podemos demostrar que sabemos jugar muy bien. ”
El estigma también ha estado presente en la carrera deportiva de la lateral derecho del equipo, Ricla Ranujov, quien ha tenido que enfrentarse a comentarios sexistas. No obstante, representar a las auriazules es más importante que la ideología de la gente. Para ella, lo más significativo es “jugar con garra y corazón”.
Por su parte, Mitzy Piedras, media de contención del conjunto felino, señaló que la responsabilidad al ser parte de Pumas es mucha debido a lo que significa jugar para una institución con tanto prestigio. Es Puma no sólo dentro del terreno de juego: “la dedicación es durante y después de cada partido”, puntualizó.
Desde los 12 años, comenzó a jugar soccer debido al amor que sus hermanos le inculcaron hacia este deporte. Empero, confesó que lo más difícil es saber combinar el deporte con los estudios.
Este binomio predomina también en Brenda Rosas Robledo, encargada de contener los balones que se dirigen al arco de su portería. A sus 22 años de edad, la experiencia de entrenarse con varones desde su niñez le ha valido para defender con orgullo la camiseta de la escuadra azul y oro.