El muro fronterizo entre Estados Unidos y México tiene consecuencias planetarias pues parte a América en dos. En el mundo no hay ninguna otra estructura humana similar, advierte el doctor Gerardo Ceballos, investigador de la UNAM y coautor del Primer Censo Nacional del Jaguar.
Ese muro, que George W. Bush inició y Donald Trump continuó, y que “afortunadamente no se ha terminado”, afecta negativamente la extraordinaria diversidad biológica de la frontera entre México y Estados Unidos.
Esta frontera, agrega el investigador del Instituto de Ecología, con más de tres mil kilómetros de extensión, es una región con ambientes semitropicales, templados secos y templados húmedos, en la que habitan más de 10 mil especies de plantas y de animales vertebrados e invertebrados, como escarabajos, mariposas, arañas, coyotes, berrendos, bisontes, osos negros, linces, borregos cimarrón, lobos, pumas, jaguares…
El muro es una barrera prácticamente impenetrable para la mayoría de animales vertebrados terrestres y algunas aves. No pueden cruzar desde lagartijas y sapos hasta berrendos y osos. Acaso algunas víboras.
Efectos negativos
El muro tiene las siguientes afectaciones:
- Cuando se inició su construcción (barreras de 10 a 15 metros de altura), desmontaron de cada lado de la frontera alrededor de 50 metros en un área remota y bien conservada. Esas franjas son ahora zona de paso de automóviles, camiones, migrantes y de la patrulla fronteriza.
- Ese tránsito ahuyenta y atropella a la fauna, además, los cazadores siguen esa ruta y matan venados, pecaríes, berrendos, etcétera, que son presa fácil al tratar de cruzar al otro lado del muro.
- Un impacto directo del muro es que las poblaciones de animales, al no poder cruzar y quedar separadas, pueden desarrollar problemas genéticos y demográficos. En muchos casos (osos, berrendos, bisontes) son poblaciones pequeñas que dependían de los animales que estaban en ambos lados.
- Otro problema adicional es que en esa región hay áreas con lluvias torrenciales o con sequías. Con esta barrera, cuando hay tormentas se inundan grandes extensiones y se ahogan muchos animales. Antes, iban y venían de México a EU, y viceversa. en busca de alimento y agua. Ahora ya no pueden y mueren de hambre.
El impacto del muro es como el de una carretera o de un tren o una obra de infraestructura, “pero elevado a la potencia de 10, 15 o 20”.
Hermanar esfuerzos
Afortunadamente, dice el doctor Ceballos, el muro no está terminado y los dos gobiernos pueden trabajar de manera conjunta en buscar soluciones.
El muro es un símbolo de EU contra México y a la vez una manera de proteger su frontera. Tienen todo el derecho, sin embargo, salvar su soberanía sería más fácil y más eficiente con medios electrónicos, que por medios físicos.
Aunque el daño ya está hecho, asegura el ecólogo de la UNAM, podemos restaurar condiciones ambientales, sobre todo en las regiones más importantes. Una de ellas, Janos, es una reserva enormemente importante de pastizales, selva y bosques de la Sierra Madre Occidental. Ubicada en Chihuahua, tiene una extensión de medio millón de hectáreas.
Podríamos trabajar con Estados Unidos para que precisamente queden lugares (la reserva de El Pinacate en México y otras reservas similares en EU) donde no haya barreras físicas y los animales puedan seguir pasando libremente.
El mayor impacto del muro está del lado de Estados Unidos porque hay más especies de México (como ocelotes, jaguares, etcétera) que tienen el límite de su distribución al norte, en esta franja fronteriza, y que al cortarles el flujo, ya no puede haber recolonización.
Ceballos propone realizar tres ‘cosas’:
- Esfuerzos de remediación para que disminuyan los impactos ambientales del muro.
- Determinar dónde se debe quitar la barrera y poner medios electrónicos para la seguridad de la frontera, y permitir, al mismo tiempo, el paso de los animales.
- Hacer un esfuerzo por hermanar las acciones de conservación en las áreas protegidas en ambos lados de la frontera para mantener la diversidad biológica, sobre todo en los ecosistemas naturales, y para aumentar el tamaño de las poblaciones en peligro de extinción, como el lobo mexicano, los perritos de la pradera, el bisonte y el berrendo.