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Mujeres al frente: 30% de los hogares mexicanos

En México hay 35 millones de hogares, de los cuales 11 millones 500 mil están dirigidos por una jefa de familia; esto es, 30 de cada 100 hogares son liderados por mujeres, señaló Violeta Rodríguez, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Se trata de un 30 por ciento de los hogares, una cifra notable que muestra cómo la mayoría de estas mujeres se encuentra en una situación vulnerable o desventajosa en comparación con los hombres, explicó la académica en una entrevista para UNAM Global.

Además, no todas las mujeres que ejercen este liderazgo se reconocen como tales, debido a la presencia de una figura masculina en el hogar que, aunque no sustente económicamente la casa, es percibida como líder. Por esta razón, la cifra real podría ser aún mayor, pero esta condición es frecuentemente subestimada por las propias mujeres.

Un salario en desventaja

En México, más del 60 % de las mujeres se encuentran en una situación de trabajo no remunerado. Además, del 40 % que trabaja, la mayoría lo hace en la informalidad.

Esto se traduce en que tienen salarios inferiores a los de aquellos en empleos formales. A pesar de obtener menores ingresos que los hombres, muchas de estas mujeres contribuyen significativamente al sustento familiar.

Por otro lado, existen mujeres que, aunque no aportan la mayoría de los ingresos del hogar, sí destinan gran parte de su salario, aunque este sea menor. Además, en su mayoría, son las mujeres quienes asumen las responsabilidades del cuidado en el hogar.

En general, la brecha salarial se sitúa alrededor del 30 %, es decir, las mujeres ganan este porcentaje menos que los hombres. No obstante, esta cifra aumenta en el sector informal, pudiendo alcanzar hasta un 50 %, y se incrementa aún más entre mujeres con discapacidades o de origen étnico.

Diversas situaciones de jefas de familia

  • Mujeres sin empleo y con numerosos hijos: Estas jefas de familia carecen de acceso al mercado laboral y, por ende, de una fuente de ingresos, lo que las coloca en una situación de gran vulnerabilidad y pobreza. Este contexto afecta al menos al 30 % de las mujeres que se identifican como jefas de familia y viven solas con sus hijos. Al tener menos estudios y ser económicamente dependientes, están más expuestas a la violencia familiar y a aceptar condiciones de vida adversas.
  • Mujeres en el empleo informal: Aquellas con poca formación académica y responsabilidades familiares enfrentan una notable desventaja en el mercado laboral y experimentan la mayor brecha salarial.
  • Mujeres con empleo e hijos: Generalmente, estas mujeres tienen un nivel educativo superior respecto a aquellas sin empleo remunerado. Dedicadas menos al trabajo doméstico o al cuidado de la familia debido a sus compromisos laborales, también invierten menos tiempo en buscar empleos que mejoren su situación laboral, dado el contexto adverso que perciben. Limitan su búsqueda laboral a áreas cercanas a sus hogares, lo que las sitúa en desventaja y reduce sus oportunidades de mejorar sus condiciones laborales. A pesar de ganar un 30 % menos que los hombres, muchas se mantienen en sus empleos porque acceden a beneficios como la seguridad social.
  • Mujeres que viven de una beca y tienen hijos: Estas estudiantes buscan empleo mientras continúan su desarrollo profesional. Probablemente enfrentarán techos de cristal más adelante y sufrirán brechas salariales comparadas con los hombres.
  • Mujeres con altos cargos salariales: Mujeres mayores, con más estudios y una trayectoria larga, con niveles salariales elevados, enfrentan desigualdades de género y obstáculos invisibles, como los techos de cristal, que resultan en salarios inferiores a los de sus contrapartes masculinas.

Una situación en desventaja que es real

Claudia Goldin, premio Nobel de Economía, descubrió que los empleadores ofrecen salarios menores a las mujeres que tienen horarios discontinuos, es decir, aquellas que gestionan responsabilidades familiares como llevar a los hijos a la escuela o atender sus necesidades básicas durante el día.

Esto genera una brecha salarial aún mayor entre las mujeres con mayor nivel educativo, lo cual afecta profundamente su bienestar económico. Aunque trabajan más horas que los hombres en la oficina, también realizan trabajo no remunerado en casa. Además, ser madre es frecuentemente un factor que limita las oportunidades de empleo, lo que explica por qué el 60 % de ellas están inactivas laboralmente.

Recomendaciones

Se sugiere proveer las condiciones necesarias para que las mujeres sin empleo y con varios hijos puedan alcanzar su independencia económica, dada su falta de oportunidades de desarrollo.

A las mujeres que subsisten gracias a una beca y tienen hijos, se les debe asegurar acceso a recursos adicionales que maximicen su potencial educativo. No solo se trata de otorgar becas, sino de crear entornos que les permitan continuar siendo cuidadoras, capacitarse y emprender.

Para las mujeres con empleo estable, es crucial verificar la aplicación de las leyes salariales y considerar mecanismos como bonos de productividad que, aunque no trabajen horarios continuos, compensen las horas adicionales que cubren.

Además, facilitarles acceso a oportunidades de empleo que ofrezcan movilidad laboral, tanto geográfica como profesional, en un entorno seguro. Es vital asegurar que los niños tengan acceso garantizado a servicios de salud, independientemente de la situación laboral de la madre.

En las empresas, es necesario agilizar los procesos de ascenso para que las mujeres accedan a mejores puestos de forma justa, conforme a leyes de igualdad de género, superando los amiguismos y los persistentes techos de cristal.

No hay diferencia de capacidades entre mujeres y hombres, ni estas diferencias están relacionadas con el número de hijos. Si ambos géneros cuentan con la misma preparación, no debería haber ninguna diferencia en sus oportunidades o remuneraciones.

Ideas destacadas

  • En México, 30 de cada 100 hogares son liderados por mujeres, muchas de las cuales están en situaciones vulnerables.
  • Más del 60% de las mujeres trabajan en condiciones no remuneradas y en empleos informales, sufriendo brechas salariales significativas.
  • Existen desigualdades profundas que afectan a las mujeres en el mercado laboral, influenciadas por roles familiares y estereotipos de género.
  • Se recomienda proporcionar apoyo y recursos adecuados a las mujeres para mejorar su situación económica y laboral.
  • Las mujeres enfrentan obstáculos significativos para progresar en sus carreras debido a los techos de cristal y la discriminación salarial.