En fechas recientes nuestra nación ha sufrido embates de la naturaleza que nos recuerdan la fragilidad de nuestra civilización ante ella. El más reciente fue el sismo del martes 19 de septiembre.
La devastación que dejó en el área metropolitana y en poblaciones de los estados de Morelos, Guerrero y Puebla es de dimensiones desastrosas. Muchas vidas se perdieron y miles de mexicanos lloran a sus seres queridos.
A todos ellos, y en especial a los universitarios, les expresamos nuestro más profundo pesar y compartimos su dolor y desesperanza.
Quisiera también expresar mi mayor y sincero reconocimiento a los miles de universitarios que con generosidad y férrea voluntad, sin importar las condiciones del clima, se sumaron como voluntarios a las diferentes brigadas de rescate, o llevando víveres y utensilios a los distintos puntos que requerían de nuestro auxilio.
En adición a estos esfuerzos, nuestra capacidad académica se expresó en la organización de brigadas de apoyo psicológico a las víctimas del siniestro; en acciones sociales, médicas y sanitarias; en la formación de cuadrillas revisoras de inmuebles dañados; y a partir del pasado 22 de septiembre, en llevar esparcimiento cultural a albergues e instalaciones.
Desde la conclusión del sismo, las comisiones locales de seguridad de todas nuestras dependencias y sus titulares llevaron a cabo una revisión preliminar de las instalaciones, y a partir del miércoles 20 se completó con una revisión exhaustiva por académicos expertos en estructuras.
El pasado jueves concluyeron los dictámenes técnicos, indicando que ninguno de nuestros edificios muestra daños estructurales que tuviera riesgos de colapsos o debiera ser inhabilitado.
Los daños producto del sismo son en todos los casos menores y aquellas secciones que requieren alguna forma de restauración o un manejo especial han sido aisladas a fin de permitir su integral recuperación. La Universidad Nacional está de pie y en condiciones de regresar a cumplir con nuestra misión.
Desde el viernes 22 de septiembre todos los institutos y centros de los subsistemas de la Investigación Científica y de Humanidades han regresado a sus funciones de crear conocimiento.
A partir del lunes 25 de septiembre todas las escuelas y facultades reiniciarán sus actividades de docencia e investigación.
En algunos casos lo harán, como ya lo dije, con algunas áreas cuyo acceso estará restringido. Pido a todos los universitarios respeten esas zonas que se han delimitado por su seguridad y para permitir su pronta recuperación.
Regresaremos con un duelo interno, pero regresaremos porque unidos y reunidos podemos servir mejor; regresamos porque México necesita de sus jóvenes, de sus académicos, de sus trabajadores y de su Universidad.
Nos reintegramos a nuestras actividades cotidianas, sin que ello implique desapego o conformidad.
La emergencia ha entrado en una segunda etapa en donde nuestros brazos y entrega requiere de otros caminos, entre ellos la de educarnos y reconstruirnos.
Continuaremos con el acopio y la distribución, con la organización de las brigadas que sean necesarias y con la participación de nuestros conocimientos e inteligencia colectiva para apoyar en lo que sea menester, como los dictámenes de escuelas, hospitales, edificaciones y viviendas que puedan tener algún daño.
Regresemos con el entusiasmo que necesita el país, con la memoria de lo ocurrido, con el duelo de las víctimas del cataclismo y con la esperanza de un México mejor.
A todos ustedes, autoridades, académicos, estudiantes y trabajadores, muchas gracias por todos los esfuerzos empeñados. “Por nuestra raza, hablará el espíritu”.