Por lo general, los órganos se conservan bolsas con fluído de perfusión en hielo antes de ser transplantados. El frío y la falta de oxígeno pueden dañar el órgano, además de que obliga a los cirujanos a competir contra el reloj debido al corto tiempo de preservación (solo 6-9 horas).
Investigadores de la Universidad de Oxford, crearon la máquina de perfusión normotérmica que mantiene hígados para transplante a temperatura corporal, en lugar de una solución fría, ayudando a mejorar la calidad del tejido y reducir la tasa de descarte de órganos que son adecuados para el transplante.
El dispositivo funciona suministrando al órgano sangre oxigenada, medicamentos anticoagulantes y nutrientes variados, a la vez que mantiene el órgano a una temperatura constante de 37°C. Debido a que las células inmunes se eliminan del suministro de sangre del dispositivo para evitar la inflamación, “el hígado puede recuperarse en un ambiente benigno”, dice Peter Frien, cirujano de transplantes de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y cofundador del dispositivo OrganOx.
En el primer ensayo, los investigadores probaron la técnica cara a cara contra el almacenamiento en frío, los resultados fueron publicados en Nature.
El ensayo aleatorizado, incluyó a 220 pacientes de Europa occidental transplantados. Aquellos que recibieron hígados conservados por el proceso de perfusión, mostraron una disminución promedio del 50% en los niveles de una enzima asociada al daño orgánico (aspartato transaminasa), en comparación con los conservados en hielo, a pesar de que los órganos que pasaron por OrganOx estuvieron más tiempo fuera del organismo.
Esta innovación les da a los cirujanos cuatro veces más tiempo para evaluar el hígado donado, lo que significa que no es necesario apresurarse a una operación de emergencia. Ahora, con veinticuatro horas, los cirujanos pueden trabajar con el equipo de trasplantes durante el día, y todo este proceso aumenta la cantidad de trasplantes disponibles para los pacientes.
Aun así, no todo son virtudes: el aparato es más grande que una nevera, cuesta más (entre 6.000 y 8.000 euros, aunque varios hospitales tienen unidades de préstamo aseguradas) y exige la formación especializada del personal que vaya a utilizarlo. Por eso, los médicos consideran que su utilidad será mayor para recuperar órganos dañados.