Fragmentos de la carta de renuncia de Javier Barros Sierra, 23 de septiembre de 1968, dirigida a la Junta de Gobierno de la UNAM.
” Ustedes conocen de sobra los últimos hechos que han afectado a nuestra Casa de Estudios. Sin necesidad de profundizar en la ciencia jurídica, es obvio que la autonomía ha sido violada, por habérsenos impedido realizar, al menos en parte, las funciones esenciales de la Universidad”.
“Cabe insistir en que la Universidad no engendró el llamado conflicto estudiantil, sino que éste repercutió sobre aquélla. A ningún hombre sensato escapará que no estaba en nuestras manos la solución del problema. Tan sólo podíamos, y así se hizo en las últimas semanas hasta el límite de nuestras capacidades, tal como lo fue en los dos años anteriores, cumplir con nuestro deber educativo. Repetidamente dijimos a los jóvenes que debían seguir, en sus luchas, los caminos de la razón, de la ley y del diálogo, sin incurrir en provocaciones ni actos violentos. En esta tarea nos tropezamos con la incomprensión y aun con el encono de algunos, tanto adentro como afuera”.
“Los problemas de los jóvenes sólo pueden resolverse por la vía de la educación, jamás por la fuerza, la violencia o la corrupción. Ésa ha sido mi norma constante de acción y el objeto de mi entrega total, en tiempo y energías”.