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Literatura de ciencia-ficción, entre el rigor científico y la fantasía


La literatura de ciencia ficción de calidad logra dos puntos: primero, especula historias basándose en la ciencia, lo más cercano posible; y segundo, tiene un elemento sociológico donde explora las reacciones de la sociedad humana y los posibles cambios en el futuro, detalló Miguel Alcubierre Moya, director del Instituto de Ciencias Nucleares.

Estas características convierten a este género en fábulas mucho más interesantes. Así, explicó el investigador universitario, la ciencia ficción en general tiene siempre elementos científicos, pero no siempre es muy estricta, de hecho existen varios géneros.

Por ejemplo, tenemos la ciencia ficción dura, basada lo más posible en los conocimientos científicos actuales, donde además tratan de no violar ninguna de las leyes de la física, pero también tenemos la fantástica donde el autor imagina una serie de situaciones que son imposibles, por ejemplo, viajar más rápido que la velocidad de la luz.

Escritores soñadores

Este género siempre trata de basarse, aunque sea en lo más mínimo, en hechos comprobables actuales y especula hasta dónde podría llegar en un futuro.

En el caso de la ciencia ficción dura, está muy bien representada por Julio Verne, un autor que narraba con elementos comprobables de su época. Cuando imaginó la famosa historia De la Tierra a la Luna, utilizó toda la ciencia de la época para imaginar cómo sería este viaje, al igual lo hizo con 20 mil leguas de viaje submarino.

En cambio, Herbert George Wells es todo lo contrario, pues este escritor imaginó un viaje en el tiempo a través de una máquina creada por un científico de su época.

Y hasta donde sabemos, destacó Alcubierre, saltar en el tiempo es imposible, y tal vez nunca sea realidad. Pero de todas formas, lo imaginó con sus futuras consecuencias en la humanidad. Así, esta ciencia ficción es muy distinta a la estricta.

En el caso de Isaac Asimov es diferente. Se trata de un escritor que planteaba algunas situaciones muy rigurosas como los robots, donde imaginaba que tenían cerebros basados en positrones, sólo porque le gustó la palabra, pero también imaginaba viajes en el espacio y en el tiempo, sin ninguna explicación científica al respecto. Se trata de historias basadas en una mezcla de fantasía con realidad.

También tenemos a Frank Herbert, autor de Dune, con grandes odiseas en la galaxia, donde se describen tecnologías muy avanzadas, pero lejos de la realidad científica.

En el gusto del público

La ciencia ficción atrae sobre todo a las personas interesadas en la fantasía y que tienen la esperanza de ver o entender un futuro interesante, agregó.

Aunque, no necesariamente atrae a todo el mundo, y menos a todos los científicos. De hecho, son muy pocos los investigadores interesados en estas temáticas, porque precisamente no les agrada que muchas veces se especula y se proponen situaciones que violan las leyes de la naturaleza.

Así, para disfrutar de la ciencia ficción, debemos dejar fuera todo razonamiento de la física y otras áreas, concluyó.